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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Intriga Recién instalada en Londres, Ann Lake lleva a su hija a la escuela el primer día de clase; pero, cuando vuelve a recogerla, la niña ha desaparecido. Ann denuncia el caso a la policía, pero las investigaciones de los agentes no conducen a ninguna parte, es como si se la hubiera tragado la tierra. Poco a poco, en comisaría empiezan a preguntarse si no se tratará de una fantasía de Ann. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2024
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40/09(09/02/24) Más que interesante thriller psicológico dirigido y producido por el ucraniano Otto Preminger, obra imbuida de misterio y suspense agobiantes en su premisa críptica de la búsqueda de una niña desaparecida que puede existir o no. El guión del entonces matrimonio Penelope y John Mortimer adaptan libremente la novela de 1957 “Bunny Lake Is Missing” de Evelyn Pipe (seudónimo de Merriam Modell). Protagonizada por Carol Lynley como una madre que busca a su hija desaparecida, Keir Dullea como su hermano y Laurence Olivier como el oficial de policía que investiga el caso. El relato te atrapa desde su potente inicio, sentando las bases de una historia absorbente, las piezas van deslizándose hacia un obscuro puzle, adentrándose en tabúes de los que Preminger gustaba de transgredir (como ya hizo en “Anatomía de un asesinato” de 1959), trata temas como las relaciones entre adolescentes, la maternidad de una soltera, el secuestro de niños, el sadomasoquismo, el fetichismo, y hasta otro más turbador que subyace durante el metraje, pero que solo aflora en su rush final (spoiler). Para una cinta con claros referentes en el cine hitchcockiano, al maestro de la papada más famosa gustaba de adentrarse en terrenos cuasi-freudianos en muchas de sus obras y aquí Preminger juega a ello, hundiendo el colmillo en los trastornos mentales, la bipolaridad, las obsesiones, con una resolución impactante, con claro referente en un título de esta misma década de Hitchcock (spoiler).

Un metraje que desconcierta en su ambigüedad al espectador, sintiéndonos el inspector policial encarnado por un gran Laurence Olivier, donde las piezas no le encajan, todo evolucionado hábilmente a contrarreloj, todo acontece cual pesadilla kafkiana desde una mañana hasta la noche, no paran de suceder giros. Día en que el director nos sumerge en un clima hostil ambiental externo, seguramente para emparentarlo a lo que sufre sobre todo esta madre (o no), surtiendo la narración de secundarios disfuncionales, desde ese casero ladino-viscoso-metomentodo (Noël Coward), esa encargada del colegio (Anne Masey) más preocupada de quitarse culpas que de encontrar a la niña, esa dueña del colegio infantil (Martha Hunt) recluida en el ático fría y arrogante. Y por lo externo surtido de imágenes tangenciales de revueltas callejeras, aderezado por música rock (The Zombies) para agriar más el coctel.

Comienza con los créditos diseñados por el más grande en la materia, Saul Bass, habitual colaborador del director, también de Hitchcock y Kubrick. Aquí dejando huella con unas turbadoras figuras componiendo una especie de rompecabezas infantil. Para a continuación sumergirnos gradualmente en una espiral pesadillesca con la desaparición (o no) de una niñita de una escuela infantil londinense. Las incógnitas van desplegándose en un juego perverso de complejidad, donde no hay registros del ingreso de la niña, nadie ha visto a la niña, la persona que dice la madre haberla dejado al cargo ha desaparecido. Todo un incisivo misterio cuando se contrapone la versión de la madre con los datos que vamos conociendo que ponen en duda esta niña haya existido, y con ello el espectador se coloca a la defensiva.

Las miguitas de pan en modo elementos de pruebas (o no) van desvelándose y con ello el espectador duda de todo y todos, historias del pasado se conocen que nos dejan perplejos por como conectan con el presente. Bien es cierto que una vez la siembra de la duda de si la niña existe o no emerge entramos en un bucle de acumulación de pruebas en este sentido que estiran algo la trama, podrían haber condensado algo para no sentirte en un y más y más. Hasta que la historia vira a un clima de suspense a una atmósfera de terror agobiante que comienza con un giro cortante en un inquietante Taller de Muñecas (filmada en The Barry Elder Doll Museum), lugar filmado con aura aterradora de expresionismo acuciante, regido por un mecánico manco encarnado por un singular Finley Currie. Y desde ese momento la cinta entra en un torbellino de demencia desgarradora, ya todo se destapa y colisionamos en un clímax final perturbadoramente malsano.

Pero lo malo es que, si lo piensas un poquito, con las respuestas también afloran las costuras en modo trampas y lagunas que hacen sentirte en cierto modo algo estafado. También esta parte onírica-patológica nocturna parece fruto de otro film, pues el comportamiento de los protagonistas resulta arbitrario y poco entendible, quizás habría venido bien no alargar tanto este segmento.

Carol Lynley da una meritoria actuación como la sufridora madre (o no), expone el temor, el miedo, el terror agobiante de no saber dónde está la (supuesta?) hija. En el clímax transforma su rol en una especie de negociadora-psiquiatra ladina, dejando entrever su fragilidad; Keir Dullea da una interpretación durante casi todo el metraje (spoiler) comedida y mesurada; Laurence Olivier como el agente al cargo de la investigación resulta maravilloso aportando aristas a su rol, es nuestra brújula moral, nos sentimos él mismo mientras va enterándose de lo que puede suceder, actuación adusta, pero de una solidez y autoridad incisiva; Destaca un Noël Coward en un papel extraño y desconcertante, que realmente a la trama no aporta nada, si acaso componer un clima de hostilidad constante sobre la madre. Un personaje irritante, viscoso, lascivo, tipo irritante que irrumpe en la casa de Ann como casero, amanerado con su perrito acosa de modo agresivo a la joven, comenta los parabienes del masoquismo, adora la cultura tribal africana, una figura retorcida que desvía la atención de lo crucial; Martita Hunt una sentida caracterización como la rara dueña de la guardería que vive en el ático recopilando testimonios de pesadillas de niños, mujer fría que derrocha sentido agudo de la duda sobre lo que ve; Finlay Currie tiene un pequeño y turbador papel como 'cirujano de muñecas', que borda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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