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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Comedia. Drama La señora Erlynne, mujer de dudosa reputación, regresa a Londres y manda llamar a Lord Windermere. Le revela que es la madre de su esposa, a quien ésta cree muerta, y exige dinero por su silencio. También solicita una invitación a la fiesta de cumpleaños de Lady Windermere, pero ésta se niega. La señora Erlynne toma la carta de rechazo por la invitación y se presenta en la fiesta, desatando los celos de Lady Windermere. (FILMAFFINITY)
13 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
12/12/12(01/24) Notable drama silente dirigido por el maestro judío Ernst Lubitsch ya inmerso en su etapa de Hollywood, tras el salto desde su Alemania natal. Film que me ha sorprendido por su frescura y fluidez narrativa. Tenía muchos reparos contra una obra muda en que se adapta al muy verbal irlandés Oscar Wilde en su homónima obra de 1892, obra además con mucho de autobiográfico del dublinés, pues habla de la hipocresía de la sociedad y del culto a las falsas apariencias, esas que le llevaron a presidio dos años con trabajos forzados, y tras ello al exilio a Nápoles y París, donde moriría arruinado a la temprana edad de 46 años. Pero en este film Lubitsch consigue con su maestría que el espíritu de Wilde esté vigente sin una palabra y sin siquiera una sola línea suya en los intertítulos, peor el aroma punzante contra la demagogia de la alta sociedad es brillante.

Película escrita por Julien Josephson (“El explorador perdido”), que junto al dominio general de la escena del director en miscelánea con la muy dramática fotografía en glorioso b/n de Charles Van Enger, tiene el ingenio de añadir espacios no existentes en la obra original, como es el espléndido tramo del hipódromo, toda una lección de componer un clima inquisitorial abrasivo a través de las miradas por los binoculares hacia la ‘víctima’, con una labor de edición del propio Lubitsch (sin acreditar), magistral para su tiempo, proyectando una atmósfera opresiva. Exhibe sabiduría radiante en tramos como el de la fiesta, como hace que al aura sobre Lady Erlynne cambie cuando una mujer de la alta sociedad cambia de proceder con ella (por haber llegado con Lord Lorton), y a continuación todas las otras mujeres de la aristocracia, cual sentido borreguil snob la siguen, agasajando a la otrora oveja negra.

Producida por Darryl F Zanuck, siendo una de las primeras producciones de la Warner, obteniendo un gran éxito taquillero. Los toques singulares Lubitsch están presentes por todas partes por su genialidad sutil, con ese gusto detallista epicúreo, en este caso para filmar manos, o las miradas espías a través de elementos como los binoculares en el hipódromo o el ojo de una cerradura, o en la sutilidad para filmar fueras de campo (como ese seto que tapa a los ‘amantes’ en el jardín y que atisbamos tenuemente), ese gusto por jugar con lo que deparan los otros lados de las puertas (en el clímax el sacrificio de una madre por su hija), formidable sabiendo emitir sentimientos con personajes de espaldas, y todo ello con una agilidad narrativa notable, apoyándose con elegancia en un estimable dirección artística de Harold Grieve (“El Ladrón de Bagdad” o “Ben-Hur”) y el no acreditado Edgar G Ulmer (posterior director en films como “Detor” o “Carnegie Hall”), componiendo un mundo elitistas de mansiones, jardines y hasta un hipódromo que transmiten esta hedonista y ligera clase alta.

Una obra de moralidad que ataca con fino bisturí a una aristocracia superficial decadente y pusilánime, sabiendo ensalzar a la mujer como ente con sentimientos, no como un florero, embiste a Lady Erlynne como una heroína con gran dignidad. Sabe generar expectativas, sin estancarse en momento alguno, con giros hábiles, con esa forma ingeniosamente didáctica de como el decir una palabra amable sobre alguien ‘condenado’ equivale a ser su amante, con ese elemento genialmente utilizado del abanico, con esa tensión generada por quien hay tras la puerta, y todo ello estallando con genial sentido emocional cuando la puerta se abre. Para saber finalizar de modo maravilloso con un toque de dignidad excelso en el cruce de Lady Erlynne con Lord Lorton, provocando un mordaz final.

Tiene sus lagunas como que las razones por las que Lady Erlynne abandonó a su hija son algo difusas, como con quien la dejó, o porque la hija cree que su madre está muerta y es casi una santa. O porque los criados de Lord Darlinton no le avisan de que las dos mujeres están en su casa.

Tiene actuaciones de gran calado, lejos del histrionismo general en el cine mudo. Destacando una prodigiosa Irene Rich como la madre coraje Lady Erlynne, sabe emitir emociones sin sobreactuar, nos hace empatizar con ella, y sentirnos orgullosos en el rush final arrollador; May McAvoy cumple con el rol de caprichosa indolente llevada por las habladurías; Bert Lytel da bien con el papel de intermediario buenista que acaba (erróneamente desengañado); Ronald Colman da muestras de como con su elegante porte a lo cuasi-James Bond encandila con su sofisticación seductora, maravilloso como ladino ‘villano’.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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