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Voto de TOM REGAN:
6
6,7
25.950
Drama
Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
17 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
24/07(09/02/14) Los hermanos Coen nos obsequian en su decimoctavo film con un relato que pretende más delo que puede, ansían más de lo que nos dan, es un precioso globo con poco contenido, un extraño film tributo a la música folk de la década de los 50, con un perdedor como protagonista, un misántropo que navega por la vida cual Ulises en la Odisea o por lo menos esto quieren expresar estos realizadores.
La acción se desarrolla en 1961 durante una semana en la vida del protagonista, como el propio nombre indica Llewyn Davis (gran Oscar Isaac), un clásico perdedor al que nada le sale bien. Es un músico folk en la invernal y fría Nueva York de 1961. Formaba un grupo con Mike Tinlim, pero este se suicidó, toca sin mucho éxito en locales del Greenwich Village de Manhattan, para dormir debe ir pidiendo favores a conocidos que le cedan un sofá, su antigua pareja, Jean (buena Carey Mulligan), le ha dejado por su amigo Jim Berkey (correcto Justin Timberlake), ella le pide dinero para abortar pues el bebe que dice esperar de él no lo desea. Su hermana Joy (correcta Jeanine Serralles) le recomienda que deje la música y que vuelva a enrolarse de marinero. Llewyn recibe una oferta de trabajo del productor musical Bud Grossman (buen Frank Murray Abraham), en Chicago que decide abordar, para ello emprende un viaje en coche junto al lacónico Johnny Five (inane Garrett Hedlund ) y al irritante lisiado músico de jazz Roland Turner (gran John Goodman ).
Los Coen construyen una historia circular (spoiler), huele a deja vú, le falta originalidad, aporta poco a la clásica historia del “loser”, con un ritmo denso, a base de situaciones agridulces que se van sumando en un remarcado excesivo de su nefasto destino, en el centro este perdedor, misántropo antipático que no demuestra sentimiento de apego alguno, ser apático, se mueve por ambientes gélidos, melancólicos, entre personajes que componen un mosaico de la época, anhelando los realizadores emitir las sensaciones tristonas de las canciones. La cinta es la desesperanzada radiografía de la caída de al abismo de un tipo que solo encuentra sentido a su vida en la música, pero tampoco la música le responde con el éxito, es uno más entre el montón. La historia se desarrolla con un aire cínico, amargo, adusto, con un fino humor irónico imbuido del tono existencialista que recuerda a “Un Tipo Serio”, aunque mucho menos entretenida y divertida, y es que no te atrapa, no te emociona, no conectas con este egocéntrico antihéroe, se queda plúmbeo, artificioso, incluso cae en una sensación de set-pieces. Los directores ansían más de lo que nos dan, quieren transmitir más profundidad de la que ofrecen, desean hacer una versión libre de “La Odisea” (ya lo hicieron en “Oh, Brother”), donde las aventuras se convierten en desventuras, pero todo queda forzado, no hay una estructura sólida que de hondura ni intensidad dramática, derivando en que te da igual lo que le pase a Llewyn. A esta marea de vacuidad se suma una caracterización de secundarios que debían potenciar al protagonista y se quedan en clichés, solo se salva un estupendo John Goodman, el resto son bluff sin fuerza, ojo, la mido por el listón de sus prestigiosos autores, pues mala no es la cinta, posee algunos buenos momentos que hacen merezca la pena verla, algunos de ellos embestidos de magia e hipnotismo, pero se quedan en secuencias sin cohesión con el todo.
El film se inspira en el cantante folk Dave Van Ronk (1936-2002), concretamente beben de sus memorias en libro “The Mayor of MacDougall Street”, fue un artista sin mucho éxito, fue un activo vecino de izquierdas en el barrio de Manhattan Greenwich Village, amigo e influyente en reconocidos artistas como Bob Dylan, Tom Paxton o Joni Mitchell. Van Ronk tiene un disco llamado “Inside Dave Van Ronk” (nítida referencia al título de la película), en la portada del disco aparece el cantante, se nota que su indumentaria y aspecto han sido reflejo para el aspecto de Llewyn.
La puesta en escena es magnífica, una recreación de este tiempo impresionante, empezando por un fenomenal diseño de producción de Jess Gonchor (“Valor De Ley”, “No Es País Para Viejos” o “El Llanero Solitario”), con escenarios evocadores de esta época, muy sugerentes los pasillos angostos para traspasarnos opresión, maximizado esto por la colosal fotografía del galo Bruno Delbonnel (“Amelie”, “Largo Domingo De Noviazgo” o “Sombras Tenebrosas”), que sustituyó a su habitual Roger Deakins, estaba con “Skyfall”, transmite excelsamente el invierno, la gelidez, la desesperanza, la depresión, el patetismo, la tristeza, con colores apagados cuasi- blanco y negro, tonos sepia fascinantes, se inspira claramente en la portada del álbum “The Freewheelin’ Bob Dylan” (1963, segundo de estudio de Bob, con el cantante junto a su entonces novia Suze Rotolo), jugando gloriosamente con las sombras, los contraluces, los claroscuros, la oscuridad, el humo, los cielos grises apagados, es la melancolía echa fotografía, proyectando imágenes de una expresividad tremebunda, lienzos de una belleza sibarita. Sublimes las secuencias en las los bares de música, se puede mascar la nostalgia. (continua en spoiler por falta de espacio)
La acción se desarrolla en 1961 durante una semana en la vida del protagonista, como el propio nombre indica Llewyn Davis (gran Oscar Isaac), un clásico perdedor al que nada le sale bien. Es un músico folk en la invernal y fría Nueva York de 1961. Formaba un grupo con Mike Tinlim, pero este se suicidó, toca sin mucho éxito en locales del Greenwich Village de Manhattan, para dormir debe ir pidiendo favores a conocidos que le cedan un sofá, su antigua pareja, Jean (buena Carey Mulligan), le ha dejado por su amigo Jim Berkey (correcto Justin Timberlake), ella le pide dinero para abortar pues el bebe que dice esperar de él no lo desea. Su hermana Joy (correcta Jeanine Serralles) le recomienda que deje la música y que vuelva a enrolarse de marinero. Llewyn recibe una oferta de trabajo del productor musical Bud Grossman (buen Frank Murray Abraham), en Chicago que decide abordar, para ello emprende un viaje en coche junto al lacónico Johnny Five (inane Garrett Hedlund ) y al irritante lisiado músico de jazz Roland Turner (gran John Goodman ).
Los Coen construyen una historia circular (spoiler), huele a deja vú, le falta originalidad, aporta poco a la clásica historia del “loser”, con un ritmo denso, a base de situaciones agridulces que se van sumando en un remarcado excesivo de su nefasto destino, en el centro este perdedor, misántropo antipático que no demuestra sentimiento de apego alguno, ser apático, se mueve por ambientes gélidos, melancólicos, entre personajes que componen un mosaico de la época, anhelando los realizadores emitir las sensaciones tristonas de las canciones. La cinta es la desesperanzada radiografía de la caída de al abismo de un tipo que solo encuentra sentido a su vida en la música, pero tampoco la música le responde con el éxito, es uno más entre el montón. La historia se desarrolla con un aire cínico, amargo, adusto, con un fino humor irónico imbuido del tono existencialista que recuerda a “Un Tipo Serio”, aunque mucho menos entretenida y divertida, y es que no te atrapa, no te emociona, no conectas con este egocéntrico antihéroe, se queda plúmbeo, artificioso, incluso cae en una sensación de set-pieces. Los directores ansían más de lo que nos dan, quieren transmitir más profundidad de la que ofrecen, desean hacer una versión libre de “La Odisea” (ya lo hicieron en “Oh, Brother”), donde las aventuras se convierten en desventuras, pero todo queda forzado, no hay una estructura sólida que de hondura ni intensidad dramática, derivando en que te da igual lo que le pase a Llewyn. A esta marea de vacuidad se suma una caracterización de secundarios que debían potenciar al protagonista y se quedan en clichés, solo se salva un estupendo John Goodman, el resto son bluff sin fuerza, ojo, la mido por el listón de sus prestigiosos autores, pues mala no es la cinta, posee algunos buenos momentos que hacen merezca la pena verla, algunos de ellos embestidos de magia e hipnotismo, pero se quedan en secuencias sin cohesión con el todo.
El film se inspira en el cantante folk Dave Van Ronk (1936-2002), concretamente beben de sus memorias en libro “The Mayor of MacDougall Street”, fue un artista sin mucho éxito, fue un activo vecino de izquierdas en el barrio de Manhattan Greenwich Village, amigo e influyente en reconocidos artistas como Bob Dylan, Tom Paxton o Joni Mitchell. Van Ronk tiene un disco llamado “Inside Dave Van Ronk” (nítida referencia al título de la película), en la portada del disco aparece el cantante, se nota que su indumentaria y aspecto han sido reflejo para el aspecto de Llewyn.
La puesta en escena es magnífica, una recreación de este tiempo impresionante, empezando por un fenomenal diseño de producción de Jess Gonchor (“Valor De Ley”, “No Es País Para Viejos” o “El Llanero Solitario”), con escenarios evocadores de esta época, muy sugerentes los pasillos angostos para traspasarnos opresión, maximizado esto por la colosal fotografía del galo Bruno Delbonnel (“Amelie”, “Largo Domingo De Noviazgo” o “Sombras Tenebrosas”), que sustituyó a su habitual Roger Deakins, estaba con “Skyfall”, transmite excelsamente el invierno, la gelidez, la desesperanza, la depresión, el patetismo, la tristeza, con colores apagados cuasi- blanco y negro, tonos sepia fascinantes, se inspira claramente en la portada del álbum “The Freewheelin’ Bob Dylan” (1963, segundo de estudio de Bob, con el cantante junto a su entonces novia Suze Rotolo), jugando gloriosamente con las sombras, los contraluces, los claroscuros, la oscuridad, el humo, los cielos grises apagados, es la melancolía echa fotografía, proyectando imágenes de una expresividad tremebunda, lienzos de una belleza sibarita. Sublimes las secuencias en las los bares de música, se puede mascar la nostalgia. (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La música es junto a la fotografía el gran elemento vertebrador del film, nos imbuye del aire tristón del protagonista y de los que le rodean, con temas folk tan buenos como el del principio “Hang me, oh hang me”, alegórico a la apenada personalidad del protagonista < Colgadme, oh colgadme; estaré muerto y enterrado. No me importaría el ahorcamiento, sino yacer durante tanto tiempo en una tumba, pobre de mí, he rondado por todo el mundo. Anduve por Cape Gigardeau y estuve en partes de Arkansas. Pasé tanta hambre que podría haberme escondido detrás de una espiga, pobre de mí, he rondado por todo el mundo. Subí a una montaña y ahí me quedé. Con un rifle en el hombro y una daga en la mano, pobre de mí, he rondado por todo el mundo. De modo que, colgadme, oh colgadme; estaré muerto y enterrado. No me importaría el ahorcamiento, sino yacer durante tanto tiempo en una tumba, pobre de mí, he rondado por todo el mundo>, es la lectura de su alma, o el vivaraz “Fare thee well”, o el sensible “The death of Queen Jane”, o el estupendo trío con Justin Timberlake y Carey Mulligan “Five hundred miles”.
El actor guatemalteco Oscar Isaac realiza una gran interpretación, con un aire introvertido, amargado, afligido, con una mirada tristona, sin sonreír en todo el metraje, con sus lenguaje gestual decaído, con su guitarra a cuestas y caminando por grises calles nevadas compone la viva imagen del perdedor, lástima que en él no haya evolución. Al parecer se inspiró en Buster Keaton y su clásico “cara de palo”, para dar imagen de ser imperturbable al que nada parece afectarle. Destacable es que él canta todas las canciones, maravillando en sus sensibles entonaciones. John Goodman en una corta aparición como el antipático Roland Tanner demuestra lo gran actor que es, en todos los sentidos, un torbellino carismático con este rol de artista de jazz drogadicto pendenciero verbalmente. Carey Mulligan expone un papel algo maniqueo.
El film tiene como ya he dicho algunos momentos reseñables, aunque alternadas con otras insustanciales, de los buenos destacar todas las canciones, me ha fascinado la que interpreta en un local vacío para Budd Grossman (buen Frank Murray Abraham), impresionante “videoclip”, todo el tramo del viaje a Chicago con John Goodman del que manan los diálogos más incisivos y mordaces, los momentos con el gato sin nombre hasta el final, son turbadores, o la cena con los Gorfein.
En conjunto queda un irregular producto que por momentos roza la pedantería y la pretenciosidad, y esto al no estar apoyado en un guión consistente denota fatuidad. En su desequilibrio los dejo en una interesante película, sobre todo recomendable a los que gusten de música folk americana. Fuerza y honor!!!
Spoiler.
La estructura es circular, comienza con una paliza a oscuras en un callejón que le dan a Llewyn, hacia el final tras caer al vacío se vuelve a levantar por un póster de una película Disney “The Incredible Journey”, pero su sino es de perdedor, solo se cruza con el éxito de refilón cuando oye unos segundos a Bobn Dylan mientras sale del local, y al final vemos otra vez la paliza del inicio, nos enteramos que todo ha sido un flash-back.
El actor guatemalteco Oscar Isaac realiza una gran interpretación, con un aire introvertido, amargado, afligido, con una mirada tristona, sin sonreír en todo el metraje, con sus lenguaje gestual decaído, con su guitarra a cuestas y caminando por grises calles nevadas compone la viva imagen del perdedor, lástima que en él no haya evolución. Al parecer se inspiró en Buster Keaton y su clásico “cara de palo”, para dar imagen de ser imperturbable al que nada parece afectarle. Destacable es que él canta todas las canciones, maravillando en sus sensibles entonaciones. John Goodman en una corta aparición como el antipático Roland Tanner demuestra lo gran actor que es, en todos los sentidos, un torbellino carismático con este rol de artista de jazz drogadicto pendenciero verbalmente. Carey Mulligan expone un papel algo maniqueo.
El film tiene como ya he dicho algunos momentos reseñables, aunque alternadas con otras insustanciales, de los buenos destacar todas las canciones, me ha fascinado la que interpreta en un local vacío para Budd Grossman (buen Frank Murray Abraham), impresionante “videoclip”, todo el tramo del viaje a Chicago con John Goodman del que manan los diálogos más incisivos y mordaces, los momentos con el gato sin nombre hasta el final, son turbadores, o la cena con los Gorfein.
En conjunto queda un irregular producto que por momentos roza la pedantería y la pretenciosidad, y esto al no estar apoyado en un guión consistente denota fatuidad. En su desequilibrio los dejo en una interesante película, sobre todo recomendable a los que gusten de música folk americana. Fuerza y honor!!!
Spoiler.
La estructura es circular, comienza con una paliza a oscuras en un callejón que le dan a Llewyn, hacia el final tras caer al vacío se vuelve a levantar por un póster de una película Disney “The Incredible Journey”, pero su sino es de perdedor, solo se cruza con el éxito de refilón cuando oye unos segundos a Bobn Dylan mientras sale del local, y al final vemos otra vez la paliza del inicio, nos enteramos que todo ha sido un flash-back.