216/05(11/10/12) Trepidante thriller con todas las marcas del especialista en el género Tony Scott, un producto que te engancha desde el inicio y que nos deja un mensaje paranoico y que puede no estar muy lejos de la realidad, que el mundo poco apoco se está convirtiendo en un ‘Gran Hermano’ donde todos podemos estar vigilados. Robert Dean (buen Will Smith) es un acomodado abogado en Nueva York, un día por casualidad un antiguo amigo le cuela en su bolsa de compra un peligroso video y su vida le da un vuelco, se ve en el ojo del huracán, su vida está en peligro, su matrimonio se rompe, echado de su trabajo, sus tarjetas de crédito no funcionan y está perseguido por una organización gubernamental, la Agencia Nacional de Seguridad, y esto sin saber el porqué, la única ayuda le puede llegar de un enigmático personaje,… (gran Gene Hackman), un especialista en el espionaje. Tony Scott ofrece un trepidante ejercicio escapista, un entretenimiento de acción, con persecuciones, tiroteos, explosiones con agradecibles dosis de humor, el excelente montaje de Chris Lebenzon (‘Top Gun’, ‘Armaggedon’ o ‘Slleepy Hollow’) y la vigorosa fotografía de Daniel Mindel (‘Juego de espías’, o ‘Misión Imposible III’), sumado esto ala enérgica música de Harry Gregson-Williams (‘Man On Fire’ o ‘El Reino de¡ los Cielos’) y Trevor Robin (’60 segundos’ o ‘La búsqueda’), se convierten en actores más que imprimen un ritmo frenético que te atrapa a la butaca, las adrenalíticas escenas de los seguimientos con el satélite y las miles de cámaras emiten una desbordante energía cuasi hipnótica, eso sí, con una frágil y manida idea central, lo del héroe anónimo que sin saber cómo se ve acosado ya lo megautilizó Hitchcock, Scott solo le ha dado otro envoltorio, dentro se mezclan elementos de ‘The Game’, ‘Con la muerte en los talones’ o de la orwelliana ‘1984’, de hecho parece una puesta al día palomitera de su angustioso y distópico relato, ello para pasar un buen rato de los que te deja con buen sabor. Will Smith cumple con su rol, es un actor que sabe combinar las dotes físicas, con las de tensión y por supuesto las divertidas, tiene mucha empatía con la cámara, pero el que demuestra un tremendo carisma es Gene Hackman, un portento de la interpretación donde su sola presencia achica a los que le rodean, un papel que recuerda irremediablemente y no dudo homenajea a su obsesivo detective de la maravillosa ‘La Conversación’ de Coppola, un coloso al que le bastan unos instantes para dejar su impronta de grande. El villano Jon Voight cumple sin alardes, este actor puede dar mucho más de sí. El conjunto final nos da un relato escapista con ínfulas de meternos el miedo paranoico en el cuerpo, aunque con bastante poca profundidad, su fuerza está en la dinámica acción, con algunos agujeros en su trama, pero perdonables en pos de su nada pretencioso objetivo de hacerte pasar un rato ameno. Fuerza y honor!!!