58/21(30/03/16) Buen debut en la dirección Bennett Miller, film que hace un sugerente estudio de personalidad del protagonista, el afamado escritor de Nueva Orleans, Truman Capote, incisivo acercamiento a la controvertida mente del novelista, un relato alejado de la hagiografía y de lo complaciente, protagonizado por un imponente Philip Seymore Hoffman. No es un bio-pic que recorra la vida del también periodista, si no que a través de un periodo clave en su vida, los cinco años que tardó en escribir su más exitosa novela “A sangre fría”, se da una completa visión del tipo. El guión de Dan Futterman (“Foxcatcher”) adapta el libro de Gerald Clarke, en el que se centra sobre todo en la compleja relación entre el preso Perry Smith (asesino) y Capote, relación vampírica y de un turbador platonismo.

En 1959, los cuatro cadáveres de la familia Clutter se descubren en su granja de Kansas. El afamado escritor Truman Capote (Philip Seymour Hoffman) lee la noticia en The New York Times, se interesa por ello, viaja al lugar de los hechos para documentarlos, lleva con él a una amiga de toda la vida, Nelle Harper Lee (Catherine Keener). Allí entrevista y traba amistad con el sheriff Alvin Dewey (Chris Cooper), a cargo de la investigación del caso, su esposa Dewey Marie (Amy Ryan) es fan de Capote. Los sospechosos del múltiple asesinato, Perry Smith (Clifton Collins Jr. ) y Richard "Dick" Hickock (Mark Pellegrino), son detenidos. Entonces Capote comienza una vampírica relación con Perry para sonsacarle información sobre los homicidios. Truman tiene decidió escribir un libro sobre lo acontecido, el primer libro thriller de no ficción, tarea que le llevará años desgastándole anímicamente, tendrá importancia en la historia el editor de Capote, William Shawn ( Bob Balaban ), y el amante-pareja del escritor, Jack Dunphy (Bruce Greewood).

El fondo del relato es la escritura por parte de Truman Capote de un libro clave en la literatura del SXX, “In cold blood” (1966), obra que combinaba el estilo periodístico de investigación con el literario, sellando un punto y aparte, marca tanto la vida Capote por lo mucho que se involucró que ya no volvió completar ningún libro más hasta su muerte en 1984. En este film el jugo está en la gran plasmación que se hace de la carismática personalidad de Truman Capote, introspección del egocéntrico protagonista, mermando la radiografía de los asesinos, quedándose estos en un apoyo para dar luz a la ambigua mentalidad del escritor. Truman mantiene una trémula amistad-interesada con Perry Smith, uno de los criminales, cruzando la tenue línea que le separaba del observador aséptico para convertirse en parte, llegando a buscarles abogados para defenderlos. Mantiene con Perry conmovedoras charlas donde se exhibe la manipuladora personalidad del periodista, por un lado parece abrirle el corazón hablándole de su vida íntima, de las cosas que les unen, y a la vez que empatiza con él, lo que hace es ablandarlo para sustraerle información vital para su libro.

Y es que como he dicho se aleja de ensalzar la figura de Truman, lo expone con defectos, con matices, con mucho narcisismo, egoísmo, maquiavelismo, y por momentos desalmado, como cuando abre el ataúd de uno de los asesinados, quedando patente su morbo, que luego utilizará en su beneficio al describirlo con saña blanco sobre negro. Se explora su excéntrico comportamiento, su vis cómica, su simpatía innata, su vanidad, su locuacidad y don de gentes, su arrogancia, su implicación emocional con la investigación, y lo hace con un sugestivo arco de desarrollo dramático en que vemos como Truman a medida que avanza el metraje se nota más compungido, más sensibilizado, más angustiado, amarrado con un hilo invisible a los asesinos, por un lado de modo egoísta desgarrador parece desear los ejecuten ya para acabar su libro y por otro alarga mediante letrados fichados por él alargar su agonía con tal de que le cuenten lo sucedido esa fatídica noche. Quedando un atractivo estudio psicológico un tipo que se sentía a gusto siendo el centro de atención, que se aprovechaba con sutilidad del dolor de los demás.

El director nos habla de temas universales como lo complicado del proceso creativo, como la raíz de la maldad, la venganza, la sinrazón del asesinato, el dolor o la pena de muerte (de esta se atiene de hacer juicios de valor, no es un alegato en su contra), lo hace con buen pulso narrativo, con una brillante ambientación. Pero al final todo queda algo frío, distante, aséptico, adolece de falta de garra, de no terminar de rascar, derivando en una entretenida propuesta, pero sin punzarte, sin llegar a conmoverte, sin capacidad de hacerte reflexionar demasiado, llegando a darte la sensación de la trama se ha estirado más de lo que da de sí. Se fija tanto en Capote que no hay lugar para el resto, los secundarios a excepción de Perry Smith están muy poco aprovechados, Harper Lee y la pareja de Capote, Jack Dunphy, daban para más, y se quedan en presencias cuasi-testimoniales, no apuntalan, ni dan solidez, meros esbozos sin fondo, quedando irregular el retrato del escritor.

Philip Seymour Hoffman está colosal, no interpreta, se mimetiza con el espíritu del escritor, sublime como se funde con sus ademanes, su peculiar modo de hablar, su amaneramiento, su ensimismamiento, su egolatría, su poder de manipulación, su pícara sonrisa, impresionante en su repertorio de emitir carisma, sabiendo dejar entrever grietas en su aparente fortaleza, lo humaniza, le da riqueza de matices, extraordinario. Clifton Collins Jr. compone con gran poderío y desbordando mundo interior a su sensible homicida, le infunde alma, haciéndonos compadecerlo, si no pensamos en lo que hizo. Al resto de secundarios les falta un mínimo desarrollo, se quedan en trazos gruesos. Asimismo me sobra el flash-back en que se ve el atroz múltiple crimen, me resulta forzado, metido con calzador, perdiéndose la emoción de la oralidad del narrador. (sigue en spoiler)