304/14(18/12/10) Tony Scott nos obsequia con un producto de su factoría, una cinta de acción frenética, es un muy entretenido pasatiempo que se ve con la misma facilidad con que se olvida. Tony Scott demuestra su dominio del thriller, un maestro en el arte de este género, con un montaje trepidante, realizado por uno de los más grandes, Chris Lebenzon, (habitual de Tim Burton, Michael Bay o el propio Scott, curiosamente no tiene Oscar alguno), una puesta en escena furiosa, una muy buena fotografía de Ben Seresin en tonos apagados, unos personajes que producen empatía, una música muy bien colocada y unas escenas de acción brillantes, y si a esto le sumamos a su magno actor fetiche, Denzel Washington el resultado nunca puede ser malo. Lo de menos es el guión, es nimio, bastante previsible y nada sorprendente, inclusive lo encuentro tramposo, con unos protagonistas a los que se les quiere dar un trasfondo dramático pero no pueden dejar de ser de clichés, aunque para darle tridimensionalidad está uno de los actores más carismáticos del cine, Denzel Washington. Basado libremente en hechos reales es un revoltijo entre ‘Speed’ y ‘El tren del Infierno’, el argumento es de una simplicidad gigante, en una estación ferroviaria de Pensilvania, tras una calamitosa torpeza de un maquinista, Dewey (Ethan Suplee haciendo un rol calcado al Randy de la serie ‘Me llamo Earl’), un tren con 39 vagones de material tóxico queda descontrolado a enorme velocidad, las autoridades tras varios intentos fallidos para frenarlo y descarrilarlo depositan todas sus esperanzas en un tren que casualmente circula por su misma vía, esta locomotora está dirigida por un veterano con 28 años de antigüedad que está en sus últimos días en el trabajo pues lo han jubilado para dar entrada a jóvenes, entre ellos a su nobel compañero de máquina, Will (correcto Chris Pine). Con esta premisa se desarrolla un film en el que los buenos son los trabajadores de a pie y los menos buenos los que se mueven por encima, algo bastante manido esto de que la solución a un enorme problema no lo saben solucionar los expertos y si unos arrojados mindundis obreros. Denzel despliega sobre la pantalla un rol que lleva haciendo una y otra vez, algo así como John Wayne, pero que bien le sale, es un portento de personalidad, su presencia resulta cautivadora, es un actor con un magnetismo poderoso, con un solo movimiento de ceja provoca sensaciones, con su presencia aplasta a cualquier partenaire, el joven Chris Pine hace lo que puede que no es poco para que no lo anule Washington.
Continua en spoiler sin y al final con: