Media votos
6,5
Votos
5.702
Críticas
5.200
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
6
7,1
1.748
Aventuras. Drama. Romance
Cyrano está enamorado de Roxane al igual que su amigo Christian, pero éste, que posee todo el atractivo del que carece Cyrano, no sabe cómo cortejarla. Cyrano acude en ayuda de su tímido amigo prestándole sus palabras y sensibilidad para escribir cartas de amor y poesía. Roxane se enamora de la persona que escribe las cartas, convencida de que es Christian. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
194/08(22/11/15) Interesante sin más, el tiempo la ha arrugado, primera versión homónima en inglés de la famosa obra de Edmond de Rostand de 1897, destacando sobremanera el portorriqueño José Ferrer en el rol del narizón pendenciero e idealista, siendo premiado con el Óscar, en su debe está un muy marcado tono teatral y una carencia en secundarios de vigor. Fue un film impulsado por el productor Stanley Kramer, que tras su éxito con la cinta “Ídolo de barro” de Mark Robson, volvió a reunir a parte del equipo para esta revisión de Cyrano, como el guionista Carl Foreman (“Solo ante el peligro”), el compositor Dimitri Tiomkin (“Que bello es vivir”), y el director de fotografía Franz Planer ("Vacaciones en Roma"), esta vez cambio de director, contratando a un realizador novel al que pudiera manipular, sería Michael Gordon (carrera atrofiada por pasar a estar en la nefasta Lista Negra de Hollywood, abuelo del ahora afamado actor Joseph Gordon-Levitt). El libreto adapta la traducción en verso del francés al inglés del poeta Brian Hooker de 1923, lo hace con un presupuesto ajustado, pues los productores temían el fracaso comercial y acertaron.
Estamos en el SXVII en París, el protagonista es un avezado espadachín, Cyrano de Bergerac (José Ferrer), combativo, poeta, ingenioso y valiente tipo, que tiene el defecto físico de poseer una enorme nariz, está enamorado en secreto de su prime Roxanne (Mala Powers), no se atreve a declarársele por su deformidad. Ella lo cita para charlar y le pide ayuda para que ayude a Christian (William Prince), un joven guapo enrolado en su compañía militar y del que Roxanne está enamorada. En el relato también tienen importancia personajes como el Conde de Guiche (Ralph Clanton), el capitán de la guardia Le Bret (Morris Carnovsky), el pastelero Ragueneau (Lloyd Corrigan), el pendenciero vizconde de Valvert (Albert Cavens), o el pomposo actor Montfleury (Arthur Blake).
El guionista Foreman escribió el libreto a semejanza que la obra teatral, estructurando el film en cinco actos, ello transmitiendo con vigor la fuerza del texto de Rostand en boca de un sembrado protagonista, aportando una deliciosa mezcla de dramatismo, comedia y mucho romanticismo. Es un film atractivo por el poderío de la raíz de la obra, por su referido protagonista, por un arranque poderoso en el teatro, en un magno homenaje al arte de las tablas, por su oda al más puro de los sacrificios, por un canto al amor puro, por su loa a la belleza interior, y su ataque a las falsas apariencias, a los prejuicios sociales, por su exacerbado sentimentalismo, por lo emocionante de su final, por su torrente de diálogos en verso, pero... (no anula todo los dicho), el reducido presupuesto que detentaba es su peor enemigo, esto provoca un remarcado acento teatral, una puesta en escena excesivamente frugal como para sobresalir, haciendo que la fotografía actúe de ocultadora de su escasez de medios para los decorados, tampoco el realizador aprovecha las apreturas monetarias para hacer de los defectos virtudes, no aporta visualmente demasiado, en este sentido queda algo plana, no deja huella alguna, prueba de esto es lo artificiosa y forzada que resulta la batalla de Arras, Michael Gordon dirige de modo mecánico, haciendo que la inmensa y la potencial carga poética de la obra se pierda, dejándose caer en un estilo teatral muy estático y lineal, sin sobresaltos, ni momento memorable, hace que la pasión y punzamiento emocional solo sean sostenidos por José Ferrer, no apoyado por la dirección, que no es capaz de obtener un momento original que no esté en la obra de Rostand. A estas taras se añaden unos secundarios inanes, insípidos, intrascendentes, opacados y arrollados por el tremendo José Ferrer.
José Ferrer encarna con electricidad profunda a este noble, idealista, poeta, filósofo, paladín, vanidoso, lo hace con ímpetu, con veracidad, emitiendo sentimientos, emociones, dolor, frustración, honor y mucha dignidad, una actuación por la que merece la pena ver el film, papel que Ferrer ya interpretó en los escenarios en Broadway a finales de los 40, y por el que obtuvo el Tony, el Oscar del teatro, Oscar que también ganó. (sigue en spoiler)
Estamos en el SXVII en París, el protagonista es un avezado espadachín, Cyrano de Bergerac (José Ferrer), combativo, poeta, ingenioso y valiente tipo, que tiene el defecto físico de poseer una enorme nariz, está enamorado en secreto de su prime Roxanne (Mala Powers), no se atreve a declarársele por su deformidad. Ella lo cita para charlar y le pide ayuda para que ayude a Christian (William Prince), un joven guapo enrolado en su compañía militar y del que Roxanne está enamorada. En el relato también tienen importancia personajes como el Conde de Guiche (Ralph Clanton), el capitán de la guardia Le Bret (Morris Carnovsky), el pastelero Ragueneau (Lloyd Corrigan), el pendenciero vizconde de Valvert (Albert Cavens), o el pomposo actor Montfleury (Arthur Blake).
El guionista Foreman escribió el libreto a semejanza que la obra teatral, estructurando el film en cinco actos, ello transmitiendo con vigor la fuerza del texto de Rostand en boca de un sembrado protagonista, aportando una deliciosa mezcla de dramatismo, comedia y mucho romanticismo. Es un film atractivo por el poderío de la raíz de la obra, por su referido protagonista, por un arranque poderoso en el teatro, en un magno homenaje al arte de las tablas, por su oda al más puro de los sacrificios, por un canto al amor puro, por su loa a la belleza interior, y su ataque a las falsas apariencias, a los prejuicios sociales, por su exacerbado sentimentalismo, por lo emocionante de su final, por su torrente de diálogos en verso, pero... (no anula todo los dicho), el reducido presupuesto que detentaba es su peor enemigo, esto provoca un remarcado acento teatral, una puesta en escena excesivamente frugal como para sobresalir, haciendo que la fotografía actúe de ocultadora de su escasez de medios para los decorados, tampoco el realizador aprovecha las apreturas monetarias para hacer de los defectos virtudes, no aporta visualmente demasiado, en este sentido queda algo plana, no deja huella alguna, prueba de esto es lo artificiosa y forzada que resulta la batalla de Arras, Michael Gordon dirige de modo mecánico, haciendo que la inmensa y la potencial carga poética de la obra se pierda, dejándose caer en un estilo teatral muy estático y lineal, sin sobresaltos, ni momento memorable, hace que la pasión y punzamiento emocional solo sean sostenidos por José Ferrer, no apoyado por la dirección, que no es capaz de obtener un momento original que no esté en la obra de Rostand. A estas taras se añaden unos secundarios inanes, insípidos, intrascendentes, opacados y arrollados por el tremendo José Ferrer.
José Ferrer encarna con electricidad profunda a este noble, idealista, poeta, filósofo, paladín, vanidoso, lo hace con ímpetu, con veracidad, emitiendo sentimientos, emociones, dolor, frustración, honor y mucha dignidad, una actuación por la que merece la pena ver el film, papel que Ferrer ya interpretó en los escenarios en Broadway a finales de los 40, y por el que obtuvo el Tony, el Oscar del teatro, Oscar que también ganó. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Momentos recordables: Su enérgico y sugestivo inicio en el teatro, 25 minutos formidables (lástima que el resto no estuviera a la altura de esto) con la magna presentación de Cyrano, teniendo su zenit en el duelo a espada con Montfleury, ello a base de de un tsunami de versos ácidos mordaces (riéndose de sí mismo) impresionantes, <Agresivo: 'Si en mi cara tuviese tal nariz, me la amputara'. Amistoso: 'Se baña en vuestro vaso al beber, o un embudo usáis al caso?' Descriptivo: 'Es un cabo? Una escollera? Mas, qué digo? Si es una cordillera!'. Curioso: 'De qué os sirve ese accesorio? De alacena, de caja o de escritorio?' Burlón: 'Tanto a los pájaros amáis, que en el rostro una alcándara les dais?'...>, Apoteósico; Su magnífico final, conmovedor tramo último encuentro entre Roxanne y Cyrano, ella al darse cuenta de la mentira-sacrificio sostenida por él , le declara su amor, se da cuenta que es a Cyrano realmente al que ha amado todos estos años, ante su amor declarado Cyrano responde con ironía <Cuando la belleza dijo Te amo a la Bestia, toda su fealdad cambió y se disuelve, como magia. Pero ves, sigo siendo el mismo>, Cyrano ante las puertas de su muerte se sigue viendo un perdedor.
El guión de Carl Foreman es bastante fiel a la traducción de Brian Hooker que se escenificó en teatros durante dos años y medio, aunque se recortó la duración a 113 minutos, al recortar para dar comprensión al relato el guionista añade dos o tres escenas adicionales, estas no en verso, se suma además la lucha de Cyrano contra los 100 mercenarios en la Puerta Nesle, que en la obra teatral es fuera de campo, en elipsis. El rol del Cardenal, por su apariencia seguramente el Richilieu de D’Artagnan, fue creado para el film, en la obra teatral es atacado mortalmente por un tronco que cae de un edificio en obras, en el film esto cambia a ser atropellado (adrede) por un carro.
Recomendable por José Ferrer, por su inicio y su final, y por que la obra de Rostand siempre merece la pena. Fuerza y honor!!!
El guión de Carl Foreman es bastante fiel a la traducción de Brian Hooker que se escenificó en teatros durante dos años y medio, aunque se recortó la duración a 113 minutos, al recortar para dar comprensión al relato el guionista añade dos o tres escenas adicionales, estas no en verso, se suma además la lucha de Cyrano contra los 100 mercenarios en la Puerta Nesle, que en la obra teatral es fuera de campo, en elipsis. El rol del Cardenal, por su apariencia seguramente el Richilieu de D’Artagnan, fue creado para el film, en la obra teatral es atacado mortalmente por un tronco que cae de un edificio en obras, en el film esto cambia a ser atropellado (adrede) por un carro.
Recomendable por José Ferrer, por su inicio y su final, y por que la obra de Rostand siempre merece la pena. Fuerza y honor!!!