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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Terror. Thriller Trascurre el año 1939, recién finalizada la guerra civil. Carlos, un niño de diez años, llega a un orfanato que acoge a huérfanos de víctimas republicanas. Su presencia alterará la rutina diaria de un colegio dirigido por Carmen y cuyo profesor, el señor Casares, simpatiza con la perdida causa republicana. Además le acechará el fantasma de uno de los antiguos ocupantes del orfanato. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2021
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294/04(09/08/21) Sugestivo film de terror dirigido y guionizado hace veinte años por el mexicano Guillermo del Toro y escrita por del Toro, David Muñoz y Antonio Trashorras, ambientando la acción en un aislado orfanato en medio de la nada en 1939, en las postrimerías de la Guerra Civil, siendo lo más atractivo lo que es una de las seña de identidad del realizador de Guadalajara como es la creación de una atmósfera opresiva y asfixiante, gracias a una recursos técnicos muy bien manejados para provocar reacciones en el espectador, con secuencias que transpiran lirismo estético. Partiendo en dos el mundo, entre lo real y lo sobrenatural, pareciendo en este aspecto la cinta una especie de borrador de lo que probablemente sea su obra cumbre, “El laberinto del fauno” (2006), sabiendo jugar con imágenes que calan en el espectador, como esa bomba clavada sin explotar en medio del patio (justo el día de la caída del proyectil desaparición un niño en la residencia), ese fantasmagórico tanque de agua en el sótano, o esa pierna ortopédica de madera. La película juega con la percepción y los miedos de los niños, con su curiosidad inherente, con sus complejos, sus inseguridades, con su valentía inocente.

Casares (Federico Luppi) y Carmen (Marisa Paredes) llevan una casa para huérfanos en una parte remota de España durante la Guerra Civil Española. Para ayudar a la pareja a cuidar del orfanato están Jacinto (Eduardo Noriega), el jardinero, y Conchita (achuchable Irene Visedo), una maestra que es pareja de Jacinto. Casares y Carmen están alineados con los republicanos leales y esconden un gran alijo de oro que se utiliza para respaldar el tesoro republicano. El orfanato ha sido objeto de ataques de las tropas de Franco, y una bomba sin detonar se encuentra en el patio de la residencia ("Dicen que está apagada", dice uno de los niños, "pero no lo creo. Pon tu cabeza contra él. Puedes oír el tic-tac"). Un día, un niño llamado Carlos (cumplidor sin más Fernando Tielve) llega con Ayala y Domínguez, dos republicanos. Ambos le piden a Casares y Carmen que lo acojan porque su padre murió luchando contra los nacionalistas. Casares y Carmen lo acogen, y el niño pronto tiene tiranteces con Jaime (correctito Íñigo Garcés), un niño con reputación de atormentar a otros niños. Carlos pronto comienza a tener visiones de una aparición misteriosa que no puede identificar, y escucha historias extrañas sobre un niño llamado Santi (aterrador Junio Valverde en sus estimables efectos especiales y maquillaje que lleva) que desapareció el día que apareció una bomba cerca del orfanato.

Puede verse como un cuento gótico con fantasma buscando no se sabe qué objetivo, atisbándose una alegoría en la que el orfanato es una especie de Limbo, donde se pone a los personajes en posiciones extremas y los vemos reaccionar de diferentes formas, gente navegando sobre el filo de la navaja de la muerte, y ello ante seres que apenas llevan poco tiempo con vida como la inocencia de los niños.

Lástima que su trama sea tan liviana, tan predecible, con personajes tan o blanco o negro, no hay capacidad para el gris, tampoco los personajes trascienden más allá de sus actuaciones, que en los casos de los grandes veteranos Marisa Paredes (tremenda como sin nada es capaz de expresar mundo interior) y Federico Luppi (excelente guía espiritual para los niños, además de conllevar el trauma de la impotencia sexual) son notables, aunque roles blanditos, aunque en el caso del villano de la función con Eduardo Noriega, la cosa desbarra por lo errado de ponerlo antagonista de los buenos, me resulta bastante forzado, además de hacerlo demasiado plano en su villanía, una psicopatía que lo deshumaniza y caricaturiza. Achacable es que a pesar de estar en pleno conflicto bélico en España no sabemos nada de cómo va, es como si tuviéramos que entrar a verla aprendidos. Tampoco es que la cinta a pesar de ser de miedo llega a generar terror, más bien algo de intensidad por adentrarnos en lo desconocido. Donde lo mejor es cuando Del Toro juega a la sugerencia, a crear inquietud en base a lo que no se ve, pero se atisba.

La película se puede ver como una especie de cruce pasado por el filtro del director entre “Adiós, muchachos” (1987), por lo del retrato de los niños en una institución de internado en tiempos de guerra, sumado a la más antigua “La Noche del Cazador” (1955), esto por como la pareja del orfanato protege a los niños del ‘Demonio’, esto reforzado por una imagen de uno de ellos sentado en una silla con la escopeta de dos cañones en el regazo esperando al Mal. Todo para culminar en un sangriento rush final, propio de aficionados al toreo, donde culmina el sentido a “El Conde de Montecristo” que tanto gusta al protagonista Carlos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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