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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Comedia Adaptación de la popular obra homónima de Don Pedro Muñoz Seca. Cuando Don Mendo, marqués de Cabra, galante y audaz caballero medieval, escala un torreón para llegar a los aposentos de la bella Magdalena, es sorprendido por Don Nuño Manso de Jarama, el padre de la dama, que ha concedido la mano de su hija al Duque de Toro. Para proteger el honor de su amada, Don Mendo asegura que ha subido al torreón para robar, por lo que es condenado ... [+]
24 de septiembre de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
181/20(25/08/18) Notable comedia realizada por el genial polifacético artista Fernando Fernán Gómez (dirige, escribe y protagoniza), astracanada adelantada a su tiempo, visionario del humor aquí desparrama originalidad riéndose de tanto con buen estilo bufo, hace burla del honor, del cine épico péplum tan en boga entonces (Ben-Hur, Spartacus, El Cid,…), del romanticismo, de la venganza, de la infidelidad, de la ninfomanía, del belicismo (riéndose de tácticas militares cuando se hace desaparecer y aparecer un ejército al antojo del que los dirige), del striptease (lo hace la espectacular Paloma Valdés con su media inexistente), de los dogmáticos estilos narrativos (gente hablando a cámara, se hiere al apuntador, caen nubes colgadas del cielo,…), festival de la risa hace burla incluso de los suicidios. Fernando Fernán Gómez acometió el encargo de adaptar al cine la pieza teatral de Pedro Muñoz Seca, obteniendo uno de sus mayores éxitos comerciales. Pedro Muñoz Seca, el creador, en este país, de nuevo género teatral, el astracán, género que utilizaba el chiste y el humor en todos los aspectos de la obra teatral, desde los diálogos, narrados en verso, pero llenos de chistes y anacronismos, hasta los decorados, totalmente de cartón y las declamaciones exageradas y las acciones ridículas. La Venganza de Don Mendo se convierte en un festival del absurdo al servicio de la risa, ejercicio surrealista metalingüístico, meta-teatral, meta-cinéfilo, comienza como teatro filmado en escenario pintado, para saltar a exteriores, y de allí de nuevo a un teatro de subrayado cartón piedra, para acabar con el telón cayendo y volviendo a subir para los actores saluden a la platea, que les dedica un cerrado aplauso, baja de nuevo el telón y sobre este un sobreimpresionado FIN, todo un Totum Revolutum. Fernán Gómez pensó en principio construir modestos decorados, similares a utilizados por modestas compañías ambulantes, injerencias de producción le obligaron a montar otros más complejos, delatando su procedencia teatral (en juego similar al manejado por Laurence Olivier en su “Henry V” en 1944). Todo un juego artificioso que nada se toma en serio, astracanada descaradamente satírica, con anacronismos, ruptura de la cuarta pared, esperpénticos de inventos (el mega-imán), una aquelarre de trampantojos (decorados, antorchas falsas, gente que pica piedra sin hacerlo, torturas en duchas anacrónicas, ejército de cuatro hombres marchando en círculo, fuentes de agua falsas, sangre que brota de cuerpos como geiseres,…), ello discurriendo en una narrativo en verso que añora el estilo medieval, pero en un tono de parodia burlesca. De alabar es el fenomenal elenco actoral encabezado por un carismático Fernán Gómez, seguido los siempre maravillosos Juanjo Menéndez, Antonio Garisa, Joaquín Roa y Lina Canalejas, pero sobre una memorable Paloma Valdés que desborda la pantalla con esos magnéticos ojos azules.

El realizador pone el foco en hacer parodia de las pujantes superproducciones péplums hollywoodienses, pero realizadas mayormente entre Italia y España, esto se ve reflejado sobre todo en las secuencias bélicas, como en el modo que se hace ver a un supuesto gran ejército, desfilando unos pocos soldados en círculo, con ese dantesco invento del imán (“… es carísimo y de importación”), haciendo chanzas de los grandes medios para contratar extras a tutiplén (por el modo de representar un ejército con unos pocos soldados), haciendo burlas de los hermoso escenarios con castillos notoriamente pintados en decorados con nubes dibujadas, se pitorrean de los lujosos interiores (con ridículos cartón piedra o con esas lámpara iluminadas por luz eléctrica, de la que incluso cuelgan los cables; esos árboles de atrezo; una flecha corta el hilo de una nube que cuelga del ficticio cielo), satirizando las peleas a espada con coreografías de chiste (épico como en el colmo Don Mendo no es capaz de romper su espada en señal de rendimiento), se rien de mecanismos narrativos cinematográficos como la voz en off narrativa (exuberante cuando Clodulfo narra la llegada de Pero para su boda, poniendo voz a los personajes, en un juego incisivo de ventriloquía); se ríe de las transiciones teatrales cuando para para hacer una elipsis los personajes parecen congelarse unos instantes para dar lugar a un fundido a negro; burlándose de las dramáticas muertes componiendo cuadros que rocen lo gore-camp en su ridiculez sangrante, se acude a humor absurdo-anacrónico, ejemplo, el tratamiento de los juegos de cartas, vemos en partidas que juegan con naipes enormes (Heraclio Fournier, marca vitoriana de 1870), una con número tipo dominó, otra con siete y media (delirante), referencias claras a la sota de bastos en el séquito del Rey, con referencias con dobles sentidos mordaces (aún más para la época en plena censura), o referencias al ajedrez como cuando se dice “Este rey es un caballo”, en clara alusión a un semental que va saltando (cual equino de tablero) de mujer en mujer, esto también acentuado cuando un escudero con un casco en punta (cual alfil de tablero) se coloca parado en un suelo en mosaico (cual tablero de ajedrez). Hay incluso tiempo para hacer guasas sobre la publicidad, ello cuando se habla de los señores de Pravia, dispuestos a luchar “Para lavar el baldón, la mancha que nos agravia, Conde Nuño, henos de Pravia”, Fernán Gómez añade de su cosecha (por supuesto no incluido originalmente en la obra de 1918) “Señores, menudo jabón” (al espectador metido en más de la cuarentena sabe de qué va el chiste).

El director añade motu proprio (no está en la obra original) una escena carga de cinismo, me refiero a la de la sal de torturas, apareciendo con un travelling vemos a un tipo quejándose mientras está siendo fustigado a cámara lenta pero con los latigazos en la pared, con sangre que salta a la vista es pintura, vemos a dos tipos que gritan mientras pasan frente a una pared de púas, aunque estas ni les rozan,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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