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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama En una zona en guerra, en la que los cascos de las Naciones Unidas tratan de controlar la situación, varios personajes viven sus propios conflictos; Sophie (Mélanie Thierry) quiere ayudar a la gente, Mambrú (Benicio del Toro) quiere volver a casa, y Katya (Olga Kurylenko) quiso una vez a Mambrú. Por su parte Damir (Fedja Stukan) quiere que la guerra termine, Nikola (Eldar Residovic) quiere un balón de fútbol, y B (Tim Robbins) no sabe ... [+]
10 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
164/03(04/09/16) Sugestiva propuesta del guionista y realizador Fernando León De Aranoa, que tras cinco años de parón (la última fue “Amador”), un relato en que sigue 24 horas de un grupo de miembros de una ONG (la ficticia “Ayuda sin fronteras”) en la guerra de Bosnia, en el que con una mordaz vis cómica se arremete contra las guerras y contra las absurdas burocracias, rezumando a obras como “MASH” (1970) o “Tierra de nadie” (2001). Un realizador que ha forjado parte de su carrera en la denuncia social de un mundo injusto se acerca ahora a la locura de la Guerra (o reciente post-guerra), donde las huellas del conflicto son visibles en los desolados escenarios y sobre todo en el carácter adusto de sus pobladores. Aranoa guioniza junto a Paula Farias, basándose en la novela “Dejarse llover” de la segunda, acercándonos a las desventuras rutinarias de unos cooperantes veteranos que están de vuelta, intentan ayudar sin demasiado éxito a unas personas que en realidad parecen vivir a gusto en la precariedad, lo hace en su proyecto más ambicioso hasta la fecha, sobre todo por el calibre de los protagonistas, Benicio del toro y Tim Robbins. Se titula como el popular tema de Lou Reed, tema que suena dos veces durante el metraje, y donde Lou Reed suena dos veces. Un día perfecto se inspira en una novela de Paula Farias, “Dejarse llover”.

Una muy entretenida cinta, con personajes bien construidos, con diálogos y situaciones muy bien trenzadas, mostrándonos de modo entrañable la cotidianidad de un microcosmos de personajes ya mimetizados con el estado bélico, conviviendo con la muerte, con la violencia latente, con niños con armas, dosificando con equilibrio los momentos de humor, donde predomina lo negro, donde con tono distendido se siembra de antibelicismo los fotogramas, ello sin caer en el panfleto pacifista, sin caer en lo simplista lacrimógeno, se hace con inteligencia, enseñándonos el sufrimiento y padecimiento de los lugareños, pero a la vez exhibiendo su vitalidad y ganas de seguir adelante, ejemplo esa anciana guiando un grupo de vacas por terreno presumiblemente minado. Riéndose con ingenio de la diplomacia burocrática alejada de la realidad que le rodea, haciendo gala de la impotencia que soportan los que intentan auxiliar en medio del horror, topándose con la sinrazón cuasi-kafkiana. Una especie de road-movie de ritmo fluido, donde no paran de pasar cosas, donde surgen amistades, amores, camaradería, vacas (muertas) trampa, pelotas de futbol, vacas anti-minas, perros salvajes salvadores, la pegatina con la metralleta tachada (omnipresente icono de antibelicismo) bragas negras, y más. Ello lo narra Aranoa con un gran sentido humanista, historia de enorme sencillez, pero de incisivos recursos, donde se conjugan el drama y el humor (inteligente), de cómo se puede convivir con naturalidad con el terror del Jinete de la Guerra, donde con tremendo agudeza se puede convertir la búsqueda de una cuerda en una odisea existencialista, recordando a Sisifo (y su condena eterna de tener que arrastrar monte arriba una piedra que cae de la cima y debe volver a arrastrarla arriba, ello maximizado con uno de los fuertes del director-guionista, unos diálogos que desbordan frescura y mucha socarronería. Un relato mordiente donde lo tragicómico, la tensión y la comedia, el horror y el cinismo, el drama y el sarcasmo, se mezcla sin maniqueísmos impostados, todo fluye de modo realista y veraz, te lo crees.

El realizador para humanizar a los protagonistas tienen buen recurso de no hacerlos héroes, los vemos como personas comunes intentando hacer su trabajo altruista como pueden, sin mitificación alguna, lo cual los eleva más, su tono irónico y cínico es claramente un escudo contra las penurias y podredumbre moral que les rodea, para ayudar a de algún modo insensibilizarlos y así poder actuar con objetividad, consiguiendo que sea algo épico encontrar una cuerda, y ello siempre con dignidad nada impostada. Es un retrato de la guerra, pero con la cualidad que no hay tiros, ni explosiones ni violencia física, pero el director consigue que este latente durante todo el minutaje, la guerra parece haber pasado oficialmente, peros sus heridas no están cicatrizadas, los civiles que han convivido con ella no olvidan, reliquias son de esto el gordo muerto en el pozo, los niños con pistola, vecinos que denuncian a vecinos, amenazas de milicianos, una familia ahorcada, las minas de las que nos hablan están sembrados los caminos.

En su defecto cabe achacarle que puede que la trivialidad con que los protagonistas se toman este mundo en guerra puede hacer que el espectador se aleje de lo emocional de la cinta. También algunas subtramas carecen de fuerza motriz y se notan algo metidas con calzador, me refiero al romance que mantuvieron en el pasado Katya y Mambrú, sin química entre ellos, tampoco el goteo de llamadas de la novia de Mabrú resultan realistas, contraponer lo ordinario de nuestro mundo occidental donde lo más importante es escoger el color de las cortinas frente a otro donde lo vital es encontrar una cuerda queda bien sobre el papel, pero la llamadita queda artificiosa y algo maniquea (puede que lo único en el film). También me falta saber algo de B, saber por qué tipos con cultura acaban en medio de un conflicto bélico, alejados de la comodidad de su sociedad, para ayudar a gente desconocida, esto no se explota, pues apenas sabemos, además de B, de todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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