45/14(15/02/24) Precioso y conmovedor cortometraje (12 minutos) japonés dirigido por Kunio Katō, animado por un delicioso estilo de acuarela, y musicalizado de forma cutánea por Kenji Kondo, con un enternecedor piano que se entrelaza con las imágenes de modo prodigioso para provocarte emociones a flor de piel. Obra que ganó muchos, incluido el prestigioso Annecy Cristal en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy y el Oscar al Mejor Cortometraje de Animación en los Oscar. Una carta de amor a la vejez, a los recuerdos de una vida desde la madurez, todo cargado de una fluidez narrativa majestuosa, sin palabras, todo se entiende en este cuento en que se ensalza la vida desde el paso lapidario del tiempo, un canto a los recuerdos de una existencia, un tributo a la nostalgia entrañable, un fresco agridulce sobre la soledad. Un evocador relato de una beldad pictórica, de los que hace que su melancolía te cale en los huesos.

El protagonista es un hombre mayor que vive en una ciudad inundada por el agua, que para sobrevivir debe ir agregando nuevos pisos a su vivienda para emerger sobre el agua que crece, a modo de cubos que se apilan uno sobre otro (de ahí el título). Accidentalmente se le cae la pipa que fuma bajo los pisos inferiores inundados de su residencia. Decide ataviarse de buzo y bajar a por ella. Mientras desciende por los diferentes pisos revive en escenas su pasado familiar.

Hasta que se sumerge en el agua de buzo pasan cinco bellos minutos de presentación e situación. Vemos los muchos cuadros de fotos que tiene el protagonista en su vivienda, los recuerdos, sabemos vive de ellos. Vemos la ciudad bajo el agua con imágenes de gran hermosura desde abajo del agua, donde cual iceberg, lo que se ve de las casas es la punta, la mayor parte están sumergidas. Asistimos al momento en que el protagonista debe volver a construir otra planta, cuando se moja los pies tras levantarse la cama. Estoicamente decide construir con sus manos otro piso. Lo vemos padecer las inclemencias del tiempo en silencio. Lo vemos hacer la mudanza hacia arriba. Lo vemos ya instalado echando de menos a su pipa favorita.

Y entra en la pirámide de los recuerdos que es el descenso por la casa. Primero ve como su anciana esposa le coge la pipa del suelo, en la siguiente planta ve enferma a su esposa en la cama, en la siguiente planta visualiza a su familia en el sofá puesta para que él les eche (una torpe) foto, en la siguiente ven a su hija presentarles a su novio con el que vemos se casa, en la siguiente la hija es una niña y marcha al cole en barco-bus, vemos a la esposa jugando con la niñita con cubos de madera (¿?). Y ya en la superficie del fondo vemos como conoció a su amada jugando alrededor de un árbol, como el simbolismo de que vivirán juntos es verlos, tras una linda elipsis creada por palomas al vuelo, construir a cuatro manos su casa, los vemos felices tomar una copa en la primera planta de su residencia. El buzo coge una copa del suelo, y tras una elipsis creada por burbujas nos elevamos a la planta nueva (spoiler).

Un juego de simbolismos atractivo, los cubos de recuerdos, con una persona que a cada fase de la vida se eleva más hacia el cielo, cual metáfora de que en la muerte llegamos al mismo. Una deconstrucción en review de los flashes de la vida. Un desarrollo trémulo que te atrapa en sus tristes redes