307/03(09/10/11) Primer capítulo de la serie polaca de tv creada por Krzysztof Kieslowski, como su propio título indica versa sobre los Diez Mandamientos, en este caso el 1º <Amarás a Dios sobre todas las cosas>, trata sobre el poder de la fe, sobre como las convicciones morales se colapsan ante el dolor más hondo. La historia tiene como escenario un barrio obrero del extrarradio de Varsovia (como los 10 episodios), gira en torno a la tierna relación entre un padre, Krzystof (Gran Henryk Baranowski), un profesor de lenguaje, y su inteligente hijo pequeño, Pawel (Gran Wojciech Klata), este ha visto un perro muerto por el intenso frío hecho que lo hace preguntarse sobre el sentido de la vida, si la hay después de la muerte. Transmiten unos fuertes lazos emocionales, sus charlas derivan en temas teológico-existenciales en los que el padre agnóstico intenta inculcar a su retoño que el alma es un invento religioso, que lo material es lo importante, que solo lo que puedes ver y tocar es real, que Dios es una excusa placebo para los que sufren, la historia es la eterna lucha entre fe y razón. El padre representa la razón, la ciencia, lo tangible, excelente el tramo en que hace unos cálculos metódicos para saber si se puede patinar en un lago, pues después va y comprueba con un palo que el hielo del lago es firme para poder patinar, y su tía Irena (buena Maja Komorowska) es la fe, la esperanza de que hay algo más que lo que vemos, el niño se debate entre estos dos polos, algo así como la representación de la Polonia de entonces, por un lado el proletariado es el comunismo y por tanto su razón es no creer, en el otro están las fuertes raíces cristianas de la nación que hacen que cuarenta años de régimen ateo no haya apagado la llama de la catolicidad.