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Voto de TOM REGAN:
6
7,0
574
Drama
Biopic que narra con detalle los últimos días de Sócrates, incluyendo el juicio y su ejecución. Roberto Rossellini nos muestra al filósosofo griego discutiendo en el ágora y muestra tambien los acontecimientos políticos que lo llevaron a su histórico juicio. (FILMAFFINITY)
21 de abril de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
237/37(21/06/21) Curioso telefilm humanista de la RAI dirigido hace medio siglo por el transalpino Roberto Rossellini, con guión propio junto a Marcella Mariani (“La mujer del lago”), adaptando varios diálogos de Platón de la Rochefoucauld, incluidos The Apology, Euthyphro, Crito y Phaedo, centrándose en el ocaso de la vida del filósofo heleno donde en Atenas en el S.V.a.C. es acusado por Meletus de educar tóxicamente (de modo ateo) a jóvenes por lo que pende sobre él la pena de muerte. Rossellini dirigió una serie de biografías en los años sesenta y principios de los setenta, todas las cuales giraban en torno a personajes históricos famosos (Cristo, Pascal, Descartes, Sócrates, San Francisco, San Agustín, el rey Luis XIV, Giuseppe Garibaldi y un proyecto no realizado sobre Marx), y todo lo cual utilizó una estética escasa y despojada que revocó la pompa y la pompa típicamente atribuidas a tales personajes.
Esta que me ocupa es una recreación muy frugal, sobria, austera, vamos, lo que se dice muy pobre de medios, rodándose en Patones Arriba, una ciudad de España que se vistió para parecerse a Atenas (no pudo realizarse en Grecia debido a la dictadura), sintiéndose todo esto muy falso como Atenas, donde nos cuelan un Acrópolis en el fondo que canta a telón a leguas, con una figura de la diosa Atenea que da lástima como destila cartón piedra, con un vestuario que parece en sus túnicas tan cortitas propio de pelis porno.
Donde la cinta tiene su fuerte es en la actuación de un desconocido para mí como el parisino Jean Sylvere, dando vida a un mesurado Sócrates, un idealista con carisma, personalidad, sutilidad, transmitiendo calma, proyectando reflexión, tipo con principios rígidos, capaz de con su proverbial labia dar la vuelta a cualquier argumento, escudriñando sus contradicciones, con ‘cónclaves’ con sus seguidores en los que irradia sabiduría majestuosa. Y esto el actor lo encarna con una naturalidad asombrosa. Eso sí en lo que es una hagiografía del mítico griego, donde claramente Rossellini lo enfoca cual Jesús con sus discípulos a los que siempre está aleccionando con su visión buenista del mundo, donde todo esta alegoría emparentada con la Pasión de Cristo se atomiza en el rush final donde incluso aparece un cáliz del que bebe en su ‘ultima cena’. Aparte del protagonista solo Anne Caprile como Jantipa (mujer de Sócrates) tiene algo de peso, con esa entrada en escena discutiendo con su esposo porque lo había mandado a por pan y volvió dos días después (tras pasarlo con sus estudiantes en el desierto), y lo que es peor, sin pan, pero termina difuminada en el final.
Ello en un relato basado en diálogos constantes, que se producen o bien paseando por esta ‘singular’ Atenas o sentados alrededor del protagonista que da sus homilías, donde apenas pasa nada, más allá de su consabido final. Sócrates se toma su destino de modo flemático sin hacer dramas, afrontando su aciago futuro con resignación. Asimismo todo la intrahistoria de enfrentamiento entre Atenas y Esparta me resulta muy difusa y regularmente explicada para un no versado en lo que ocurrió, parece lo dan por sabido y pasan livianamente sobre ello. Tiene su clímax en el parlamento de Sócrates durante su juicio, pero todo esto me ha sido más académico de arte y ensayo para mostrar a los estudiantes que una película con una narración sólida.
Me resulta bastante extraño el modo en que es acusado por un Don Nadie, sin que le detengan simplemente es convocado a juicio, donde el pueblo vota si mandarlo ejecutar o no, lo asambleario llevado al absurdo. En lo que me ha parecido una ácida crítica a la democracia cuando las mayorías sirven para aplastar la individualidad. Luego Sócrates acepta su sino de modo estoico, sin intentar driblarlo, es lo que ha querido su pueblo y ‘pá lante’ (¿?); También me ha resultado llamativo como era tema de debate entonces la educación y su importancia en el aleccionamiento político, o incluso religioso o ateo.
Esta que me ocupa es una recreación muy frugal, sobria, austera, vamos, lo que se dice muy pobre de medios, rodándose en Patones Arriba, una ciudad de España que se vistió para parecerse a Atenas (no pudo realizarse en Grecia debido a la dictadura), sintiéndose todo esto muy falso como Atenas, donde nos cuelan un Acrópolis en el fondo que canta a telón a leguas, con una figura de la diosa Atenea que da lástima como destila cartón piedra, con un vestuario que parece en sus túnicas tan cortitas propio de pelis porno.
Donde la cinta tiene su fuerte es en la actuación de un desconocido para mí como el parisino Jean Sylvere, dando vida a un mesurado Sócrates, un idealista con carisma, personalidad, sutilidad, transmitiendo calma, proyectando reflexión, tipo con principios rígidos, capaz de con su proverbial labia dar la vuelta a cualquier argumento, escudriñando sus contradicciones, con ‘cónclaves’ con sus seguidores en los que irradia sabiduría majestuosa. Y esto el actor lo encarna con una naturalidad asombrosa. Eso sí en lo que es una hagiografía del mítico griego, donde claramente Rossellini lo enfoca cual Jesús con sus discípulos a los que siempre está aleccionando con su visión buenista del mundo, donde todo esta alegoría emparentada con la Pasión de Cristo se atomiza en el rush final donde incluso aparece un cáliz del que bebe en su ‘ultima cena’. Aparte del protagonista solo Anne Caprile como Jantipa (mujer de Sócrates) tiene algo de peso, con esa entrada en escena discutiendo con su esposo porque lo había mandado a por pan y volvió dos días después (tras pasarlo con sus estudiantes en el desierto), y lo que es peor, sin pan, pero termina difuminada en el final.
Ello en un relato basado en diálogos constantes, que se producen o bien paseando por esta ‘singular’ Atenas o sentados alrededor del protagonista que da sus homilías, donde apenas pasa nada, más allá de su consabido final. Sócrates se toma su destino de modo flemático sin hacer dramas, afrontando su aciago futuro con resignación. Asimismo todo la intrahistoria de enfrentamiento entre Atenas y Esparta me resulta muy difusa y regularmente explicada para un no versado en lo que ocurrió, parece lo dan por sabido y pasan livianamente sobre ello. Tiene su clímax en el parlamento de Sócrates durante su juicio, pero todo esto me ha sido más académico de arte y ensayo para mostrar a los estudiantes que una película con una narración sólida.
Me resulta bastante extraño el modo en que es acusado por un Don Nadie, sin que le detengan simplemente es convocado a juicio, donde el pueblo vota si mandarlo ejecutar o no, lo asambleario llevado al absurdo. En lo que me ha parecido una ácida crítica a la democracia cuando las mayorías sirven para aplastar la individualidad. Luego Sócrates acepta su sino de modo estoico, sin intentar driblarlo, es lo que ha querido su pueblo y ‘pá lante’ (¿?); También me ha resultado llamativo como era tema de debate entonces la educación y su importancia en el aleccionamiento político, o incluso religioso o ateo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
'Sócrates en su cueva/presidio es el que tiene que ejercer su propia ejecución, bebiendo de una copa cicuta. Ello mientras dialoga con sus discípulos tristes, a los que anima diciéndoles serenamente que fue condenado a muerte de nacimiento y que solo está siguiendo el curso de vida. Tras lo que tras ingerir el veneno, (como le han dicho) camina para que el tóxico circule rápidamente por sus venas, luego al notar las molestias se tumba a esperar la muerte, rodeado de sus seguidores.' [Dixit]
El director esboza una adaptación libre desde el punto de vista cronológico: narra momentos típicos de la vida social de la Atenas de finales del siglo V a.c. entre hechos acaecidos en los diálogos platónicos e inserciones del anecdotario elaborado por D. Laercio (como la simpática alusión socrática a la relación causal entre las broncas de su mujer, Jantipa, y las cuestiones meteorológicas). Los diálogos platónicos están tratados con brevedad y síntesis, y podemos encontrar algunos como: "Eutifrón", o de la Sanidad, "Hippias Mayor", o de lo Bello"; "Apología de Sócrates", "Critón", o del Deber", "Fedón", o del Alma"; etc. Relacionado con lo anterior, existe un momento crucial de recreación libre por parte del director: uno de los "alumnos" del protagonista le reprocha, a cuenta de las vicisitudes de la gobernanza de la ciudad, que su discípulo Platón defiende que el gobernador de la polis debe ser necesariamente filósofo. Esta teoría es cierta, pero es presentada en el diálogo de madurez "La República", o de lo Justo, escrita décadas posteriores a la muerte de Sócrates. En ese momento, al parecer, Platón sólo era un jovencillo aspirante a poeta que acababa de conocer el método de su maestro.
Es una película sobre todo recomendable a los degustadores de la filosofía, sobre todo de la histórica griega, los que quieran ver un metraje con ritmo y que te renueva en el asiento, se decepcionaran de modo homérico.
El director esboza una adaptación libre desde el punto de vista cronológico: narra momentos típicos de la vida social de la Atenas de finales del siglo V a.c. entre hechos acaecidos en los diálogos platónicos e inserciones del anecdotario elaborado por D. Laercio (como la simpática alusión socrática a la relación causal entre las broncas de su mujer, Jantipa, y las cuestiones meteorológicas). Los diálogos platónicos están tratados con brevedad y síntesis, y podemos encontrar algunos como: "Eutifrón", o de la Sanidad, "Hippias Mayor", o de lo Bello"; "Apología de Sócrates", "Critón", o del Deber", "Fedón", o del Alma"; etc. Relacionado con lo anterior, existe un momento crucial de recreación libre por parte del director: uno de los "alumnos" del protagonista le reprocha, a cuenta de las vicisitudes de la gobernanza de la ciudad, que su discípulo Platón defiende que el gobernador de la polis debe ser necesariamente filósofo. Esta teoría es cierta, pero es presentada en el diálogo de madurez "La República", o de lo Justo, escrita décadas posteriores a la muerte de Sócrates. En ese momento, al parecer, Platón sólo era un jovencillo aspirante a poeta que acababa de conocer el método de su maestro.
Es una película sobre todo recomendable a los degustadores de la filosofía, sobre todo de la histórica griega, los que quieran ver un metraje con ritmo y que te renueva en el asiento, se decepcionaran de modo homérico.