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Voto de TOM REGAN:
6
6,2
235
Romance. Drama
Juliette y Valmont forman un matrimonio liberal y poco convencional. De mutuo acuerdo, los dos tienen amantes, aunque lo mantienen en el más absoluto secreto. Ante amigos y conocidos, Valmont es un marido fiel; Juliette, por su parte, aparenta ser una mujer honesta, fiel y muy pudorosa cuando se trata cualquier asunto de índole sexual. Pero de puertas para adentro son una pareja cínica y libertina. Su relación comienza a tambalearse ... [+]
17 de mayo de 2021
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158/18(14/05/21) Prometedor film francés dirigido por Roger Vadim, me ha atraído por ser la primera adaptación al cine de la polémica novela homónima de 1782 de Chordelos de Laclos , en la que el guión se basa libremente, desde su ambientación trasladada del SXVIII a mitad del XX, elemento arriesgado y a la postre errado, se pierde la esencia de este mundo hedonista y marcadamente clasista, con este tránsito de tiempo se aminora bastante, además de otro recurso que resta, como que sus dos víboras de protagonistas Valmont y la Marquesa de Merteuil (aquí no es aristócrata, y se llama Juliette) pasen de amigos perversos, a matrimonio abierto, con que el componente del ‘premio’ ansiado por Valmont de sexo con la mujer es eliminado, pues ya lo ha tenido, sustituido por simples celos posesivos machistas, con ello disminuyendo la carga de perfidia.
Tiene entre sus grandes alicientes el protagonismo de una buena Jeanne Moreau y simplemente correcto Gerard Phillipe. Teniendo de hándicap en un espectador (como yo) que ha visto primero la adaptación de 1988 de Stephen Frears (la hay coetánea de Milos Forman, pero inferior), que la comparación es odiosa, no puedo abstraerme de hacerlo, y en ello es masacrada esta en b/n, comparar a John Malkovih y el mencionado Phillipe es hiriente para el galo, y aunque Moreau no está mal, palidece ante la opulencia interpretativa de Glen Close. Lo malo es que así todo, desde sus anodinos secundarios comparados con los de 1988, la realización epicúrea del inglés es un k.o. contra la rutinaria del francés, la puesta en escena sibarita sirve para mostrar la decadencia (profética, pues solo 7 años después de la publicación del libro fue la Revolución Francesa) de una sociedad hedonista y ociosa destinada al colapso, aquí lo más destacado es la inclusión de la música jazzística predominantemente de Thelonious Monk, basándose en sus composiciones existentes, ya que las limitaciones de tiempo y una crisis de salud le impidieron componer material nuevo. Art Blakey and the Jazz Messengers con Barney Wilen grabaron música adicional para la escena de la fiesta final de Jack Marray (un seudónimo de Duke Jordan).
Pero Vadim nunca fue gran director, aquí, sin ser malo, no aprovecha las posibilidades da la historia, ateniéndose a ser escandaloso (sobre todo para cuando se estrenó), por su temática de juego de adulterios, algunos desnudos, sus juegos de seducción (estos poco creíbles), chantajes, por hablar claramente de embarazos pre conyugales, por sus protagonistas que hacen gala de amoralidad sin límites, siendo un matrimonio que solaza de la infidelidad mutua. Pero las situaciones se antojan forzadas y poco creíbles en su desarrollo, con actuaciones poco estimulantes, en crescendo dramático arrítmico, los secundarios resultan flojos, llegando a su rush final de modo atropellado, las emociones y bajas pasiones te llegan a empujones nada orgánicos.
Existía la preocupación que la película pudiera proyectarse en Francia. Finalmente, se le concedió permiso para mostrárselo a adultos. En septiembre de 1959, a la película se le negó una licencia de exportación porque no era "representativa del arte cinematográfico francés" y, por lo tanto, no podía proyectarse fuera de Francia. Dos semanas después de la ejecución de la película en París, la película fue incautada como resultado de una acción civil tomada en su contra por la Sociedad de Hombres de Letras, quienes dijeron que estaban actuando para proteger la reputación de la obra original. Querían que le cambiaran el título a Les Liaisons Dangereuses '60. Esto se hizo. La película fue un gran éxito en la taquilla francesa, la película nacional de mayor éxito desde 1954. Debuta en cine Annete, la esposa del director Vadim, recrea a la cuasi-virginal Madame de Tourvel.
En el inicio (tras unos bonitos créditos iniciales, con la música de jazz de Monk, sobre un tablero de ajedrez, alegoría de cómo ven el mundo el matrimonio protagonista, donde el jaque mate es acostarse con su víctima conocemos a los protagonistas y su carácter, es en medio de un sarao de la alta sociedad conocemos a nuestros protagonistas decadentes, Valmont (Gérard Philipe) y su esposa, Juliette (Jeanne Moreau), ‘radiografían’ a los invitados cual depredadores en busca de carnaza (sexual), allí vemos a un matrimonio perverso que juega con los sentimientos de la gente, unos sociópatas, egoístas, narcisistas, donde la mujer propone a su marido que seduzca (vamos, que se acueste) a la casada Marianne Tourvel (Annette Vadim), Valmont tiene su radar puesto en la joven virginal Cecile (Jeanne Valérie), que a su vez está enamorada de su compañero de escuela Danceny (Jean-Louis Trintignant). A partir de aquí asistimos las manipulaciones, chantajes, mentiras, que son los dados de este matrimonio disfuncional, donde Valmont es el centro de casi todo, debiendo de hacer malabares con tres mujeres, su esposa, el objetivo propuesto por ella (Marianne) y la núbil Cecile, y o le hace falta metraje, o no sabe aprovechar el que tiene, pues resulta un tanto apresurado orgánicamente todo lo que acontece.
Pero lo que promete bastante, se desarrolla en medio de situación es atrompicadas, que ‘seducen’ poco, sin realmente mucho sobresalto, donde los personajes secundarios que deberían dar solidez a los principales son esbozos sin alma. Con el cambio de época se pierden fuerza dramática, la dinámica de comportamientos resulta en mucho incoherente, ejemplo es que en un tiempo con teléfonos haya tantas cartas (o el telegrama final), pero hay más elementos orgánicamente torpes, como la seducción de Valmont a Cecile, bastante chusca en su escenificación. Tampoco el desarrollo de cómo se mueve alrededor Valmont de Marianne me es verosímil, da grima en comparación con la fluidez del film de Frears. Y es que el enfrentamiento entre la idealización del amor (pasión pura) frente a su corrupción amoral (hedonismo decadente) queda aquí muy difusa, más queriendo impactar que emocionar.
Tiene entre sus grandes alicientes el protagonismo de una buena Jeanne Moreau y simplemente correcto Gerard Phillipe. Teniendo de hándicap en un espectador (como yo) que ha visto primero la adaptación de 1988 de Stephen Frears (la hay coetánea de Milos Forman, pero inferior), que la comparación es odiosa, no puedo abstraerme de hacerlo, y en ello es masacrada esta en b/n, comparar a John Malkovih y el mencionado Phillipe es hiriente para el galo, y aunque Moreau no está mal, palidece ante la opulencia interpretativa de Glen Close. Lo malo es que así todo, desde sus anodinos secundarios comparados con los de 1988, la realización epicúrea del inglés es un k.o. contra la rutinaria del francés, la puesta en escena sibarita sirve para mostrar la decadencia (profética, pues solo 7 años después de la publicación del libro fue la Revolución Francesa) de una sociedad hedonista y ociosa destinada al colapso, aquí lo más destacado es la inclusión de la música jazzística predominantemente de Thelonious Monk, basándose en sus composiciones existentes, ya que las limitaciones de tiempo y una crisis de salud le impidieron componer material nuevo. Art Blakey and the Jazz Messengers con Barney Wilen grabaron música adicional para la escena de la fiesta final de Jack Marray (un seudónimo de Duke Jordan).
Pero Vadim nunca fue gran director, aquí, sin ser malo, no aprovecha las posibilidades da la historia, ateniéndose a ser escandaloso (sobre todo para cuando se estrenó), por su temática de juego de adulterios, algunos desnudos, sus juegos de seducción (estos poco creíbles), chantajes, por hablar claramente de embarazos pre conyugales, por sus protagonistas que hacen gala de amoralidad sin límites, siendo un matrimonio que solaza de la infidelidad mutua. Pero las situaciones se antojan forzadas y poco creíbles en su desarrollo, con actuaciones poco estimulantes, en crescendo dramático arrítmico, los secundarios resultan flojos, llegando a su rush final de modo atropellado, las emociones y bajas pasiones te llegan a empujones nada orgánicos.
Existía la preocupación que la película pudiera proyectarse en Francia. Finalmente, se le concedió permiso para mostrárselo a adultos. En septiembre de 1959, a la película se le negó una licencia de exportación porque no era "representativa del arte cinematográfico francés" y, por lo tanto, no podía proyectarse fuera de Francia. Dos semanas después de la ejecución de la película en París, la película fue incautada como resultado de una acción civil tomada en su contra por la Sociedad de Hombres de Letras, quienes dijeron que estaban actuando para proteger la reputación de la obra original. Querían que le cambiaran el título a Les Liaisons Dangereuses '60. Esto se hizo. La película fue un gran éxito en la taquilla francesa, la película nacional de mayor éxito desde 1954. Debuta en cine Annete, la esposa del director Vadim, recrea a la cuasi-virginal Madame de Tourvel.
En el inicio (tras unos bonitos créditos iniciales, con la música de jazz de Monk, sobre un tablero de ajedrez, alegoría de cómo ven el mundo el matrimonio protagonista, donde el jaque mate es acostarse con su víctima conocemos a los protagonistas y su carácter, es en medio de un sarao de la alta sociedad conocemos a nuestros protagonistas decadentes, Valmont (Gérard Philipe) y su esposa, Juliette (Jeanne Moreau), ‘radiografían’ a los invitados cual depredadores en busca de carnaza (sexual), allí vemos a un matrimonio perverso que juega con los sentimientos de la gente, unos sociópatas, egoístas, narcisistas, donde la mujer propone a su marido que seduzca (vamos, que se acueste) a la casada Marianne Tourvel (Annette Vadim), Valmont tiene su radar puesto en la joven virginal Cecile (Jeanne Valérie), que a su vez está enamorada de su compañero de escuela Danceny (Jean-Louis Trintignant). A partir de aquí asistimos las manipulaciones, chantajes, mentiras, que son los dados de este matrimonio disfuncional, donde Valmont es el centro de casi todo, debiendo de hacer malabares con tres mujeres, su esposa, el objetivo propuesto por ella (Marianne) y la núbil Cecile, y o le hace falta metraje, o no sabe aprovechar el que tiene, pues resulta un tanto apresurado orgánicamente todo lo que acontece.
Pero lo que promete bastante, se desarrolla en medio de situación es atrompicadas, que ‘seducen’ poco, sin realmente mucho sobresalto, donde los personajes secundarios que deberían dar solidez a los principales son esbozos sin alma. Con el cambio de época se pierden fuerza dramática, la dinámica de comportamientos resulta en mucho incoherente, ejemplo es que en un tiempo con teléfonos haya tantas cartas (o el telegrama final), pero hay más elementos orgánicamente torpes, como la seducción de Valmont a Cecile, bastante chusca en su escenificación. Tampoco el desarrollo de cómo se mueve alrededor Valmont de Marianne me es verosímil, da grima en comparación con la fluidez del film de Frears. Y es que el enfrentamiento entre la idealización del amor (pasión pura) frente a su corrupción amoral (hedonismo decadente) queda aquí muy difusa, más queriendo impactar que emocionar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El rush final me resulta poco estimulante emocionalmente, cuando todo explota con que Juñliette manda el telegrama a la Sra. Tourvel a nombre del marido dejándola de mala manera, la respuesta de Valmont son unos celos chirriantes, pasa de amar a la Tourvel a ser un posesivo celoso. Valmont se apresura a ir a una fiesta a impedir sigan siendo amantes su mujer y Danceny, cuando esto ni siquiera lo habíamos visto, es una nebulosa, con lo que nos queda frío. Juliette se venga mostrando a Danceny una carta de Valmont donde le dice las ‘caiditas de Roma’ que ha hecho con Cecile (su amor), este va a la fiesta, que ya es a deshoras y la cosa es una bacanal sexual con mujeres desvestidas bailando la ‘decadente’ música jazzística. Danceny le pregunta a un ebrio Valmont si la carta es verdad, este asiente y le espeta que además le ha hecho ‘un bombo’, desdibujando al personaje que en la obra original (por lo menos en “Las amistades peligrosas” que es mi referencia) ha evolucionado a tener corazón, ello además alentado por como Madame Tourvel se retira a un convento donde enferma y muere de dolor porque le ha dejado Valmont, aquí eso se extirpa sin que sepamos lo que ha sentido la Sra. Tourvel, simplemente vemos bravucón a Valmont con Danceny, este le empuja y cae dándose un golpe letal en la nuca. Tras esto hay una elipsis y vemos a Juliette quemando cartas incriminatorias en el lavabo, mientras le visita un antiguo amante (el que se iba a casar con Cecile), el fuego (ridículamente) le llega a un abrigo de visón (quien no se ha metido en el baño ataviado con un visón?), sale del baño ardiendo en llamas (cual azuzándole de modo risible el karma), y apagando como puede el visitante las llamas. Pasamos a otra elipsis donde ha habido un juicio (supongo que por la muerte de Valmont) y en la salida los medios de comunicación esperan ávidos de carnaza, esta es servida por el rostro medio quemado de Juliette, en clara alegoría del interior de su alma, y termina con los flashes sobre su cara.
En mitad de todo eso suena jazz. El jazz de Monk, su saxofonista predilecto Charlie Rouse, las composiciones enigmáticas del pianista norteamericano. Suena jazz en las reuniones sociales del círculo de amigos de la pareja protagonista. En los clubes, filmados algo tópicamente, de París. Roger Vadim eligió jazz para ambientar el mundo snob de los burgueses de la Francia que existía en los años 50. En la escena clímax durante la fiesta que parece un claro antecedente de “La Dlce Vita”, destacan los solos de batería para acentuar sensaciones, de hecho n o paran ni cuando se produce un accidente
Hasta la fecha, Les Liaisons Dangereuses se ha realizado cuatro veces más en película, la siguiente sería el propio Vadim con “Une femme fidèle” (Juego de seducción) de 1976, vehículo para la sex-symbol Emmanuelle Sylvia Kristel. Más tarde, la encarnación más conocida de Stephen Frears (“Dangerous Liaisons” de 1988), y la del checo Milos Forman (“Valmont” de 1989) y Roger Kumble (el drama adolescente “Cruel Intentions” de 1999)
Los censores de Nueva York solo permitieron que la película se mostrara después de haber sido editada en una impresión "oscurecida" de dos escenas de desnudos "objetables" (que involucraban a Annette Vadim y Jeanne Valerie).
Gillian Hills, una colegiala británica de catorce años, fue elegida para un papel principal, pero la protesta pública significó que esto se reformuló, y Hills jugó un papel menor.
Según los informes, Gerard Philippe asumió el papel en respuesta al fracaso crítico de su película The Gambler (1958). Gérard Philipe murió casi ocho semanas después del estreno de la película. Fue la última de sus películas que se estrenó antes de su muerte.
Me queda un film tan valiente como fallido, aunque con sus valores que no la hacen un tiempo perdido. Fuerza y honor!!!
En mitad de todo eso suena jazz. El jazz de Monk, su saxofonista predilecto Charlie Rouse, las composiciones enigmáticas del pianista norteamericano. Suena jazz en las reuniones sociales del círculo de amigos de la pareja protagonista. En los clubes, filmados algo tópicamente, de París. Roger Vadim eligió jazz para ambientar el mundo snob de los burgueses de la Francia que existía en los años 50. En la escena clímax durante la fiesta que parece un claro antecedente de “La Dlce Vita”, destacan los solos de batería para acentuar sensaciones, de hecho n o paran ni cuando se produce un accidente
Hasta la fecha, Les Liaisons Dangereuses se ha realizado cuatro veces más en película, la siguiente sería el propio Vadim con “Une femme fidèle” (Juego de seducción) de 1976, vehículo para la sex-symbol Emmanuelle Sylvia Kristel. Más tarde, la encarnación más conocida de Stephen Frears (“Dangerous Liaisons” de 1988), y la del checo Milos Forman (“Valmont” de 1989) y Roger Kumble (el drama adolescente “Cruel Intentions” de 1999)
Los censores de Nueva York solo permitieron que la película se mostrara después de haber sido editada en una impresión "oscurecida" de dos escenas de desnudos "objetables" (que involucraban a Annette Vadim y Jeanne Valerie).
Gillian Hills, una colegiala británica de catorce años, fue elegida para un papel principal, pero la protesta pública significó que esto se reformuló, y Hills jugó un papel menor.
Según los informes, Gerard Philippe asumió el papel en respuesta al fracaso crítico de su película The Gambler (1958). Gérard Philipe murió casi ocho semanas después del estreno de la película. Fue la última de sus películas que se estrenó antes de su muerte.
Me queda un film tan valiente como fallido, aunque con sus valores que no la hacen un tiempo perdido. Fuerza y honor!!!