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Voto de TOM REGAN:
5
7,2
33.241
Bélico. Drama
Narra la historia de Desmond Doss, un joven médico militar que participó en la sangrienta batalla de Okinawa, en el Pacífico durante la II Guerra Mundial, y se convirtió en el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso. Doss quería servir a su país, pero desde pequeño se había hecho una promesa a sí mismo: no coger jamás ningún arma. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2017
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
27/04(05/02/17) Después de diez años sin dirigir eran altas mis expectativas, teniendo puestas muchas esperanzas en esta quinta realización de Mel Gibson, y es que sus dos anteriores films, “La Pasión de Cristo” (2.004) y sobre todo “Apocalypto” (2.006) me habían maravillado por la fuerza emocional de la primera y la segunda por ser una de las mejores cintas de aventuras jamás realizadas, pero mi gozo en un pozo, este biopic se convierte en una especie de retorcida homilía cristiana sobre los parabienes del antibelicismo, y es que su (creo) mensaje pacifista resulta atrofiado por el modo torpón de presentarlo. Asimismo todo en ella me parece un deja vú de situaciones ya vistas un refrito entre “El sargento York”, “La Pasión de Cristo” y “La chaqueta metálica”, donde en su primera parte abusa del azúcar destemplado, siendo nulla en saber contarnos el porqué del pacifismo de Doss, y en la segunda, cuando se desata la guerra quedan unas situaciones exageradas (cuando no ridículas), pasadas de vueltas, muy mal expuesta las batallas, no faltan medios, ni sangre, ni vísceras, ni desmembramientos, pero todo desarrollado de modo que no sientes nada, pues los personajes son meros clichés con patas, con una evolución de con más agujeros que un queso gruyere, tanta loa general al film me dan grima, como a su muy sobrevalorada “Braveheart”, otro biopic burdo y artificioso. La cinta cuenta la vida verdadera (pero narrada muy libremente) de Desmond Doss, el primer estadounidense objetor de conciencia (miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que se negó a usar un arma en obtener la medalla de honor, por el servicio por encima y más allá del llamado del deber durante la batalla de Okinawa en 1945, uno de los tres únicos objetores en recibirla hasta hoy. El guión es de Andrew Knight (“El maestro del agua”) y Robert Schenkkan (“All the way”), basado en un documental sobre Doss, un idealista que se enroló en el ejército USA en 1942, poco después del ataque japonés a Pearl Harbor, siendo su idea intervenir en la guerra como paramédico. Me queda la suigeneris duda de por qué un tipo que no cree en las armas se alista en el ejército para estar en primera línea de batalla?
Es una cinta que rezuma las obsesión de Mel Gibson por el sufrimiento humano visualizado a través del horror de la violencia , por mostrar el dolor, la sangre, descuartizamientos, su lado gore (masoquista) como forma de expresar una alegoría del sufrimiento existencial, el espiritual-religioso paralelo al físico, algo ya demostrado en toda su filmografía “El hombre sin rostro” (el rostro desfigurado por un incendio del protagonista), “Bravehart” (las sanguinarias batallas, la tortura a William Wallace...), “La Pasión de Cristo” (todo el Calvario de Jesucristo), “Apocalypto” (la crudeza de un mundo atávico), y ahora esta, donde en Hacksaw Ridge Gibson se viene arriba exponiendo con todo detalle todo un repertorio de muertes y lesiones, desde mutilaciones, cuerpos explotando, personas ardiendo, y más. Y todo esto asociándolo a una vertiente mística, la creencia en que el sufrimiento y martirologio nos puede acercar a Dios, la Fe como motor de la vida (y de la muerte), hecho para que quede constancia de esta idea teológica la cinta arranca con una cita bíblica para empujarnos a sentirnos imbuidos de un halo religioso.
Historia partida en tres: En la primera conoceremos la adolescencia y juventud del protagonista, su azarosa relación con su violento y alcohólico padre, como conoce a su novia. Tramo liviano, esponjoso, maniqueo, donde debería quedar manifestada la conversión religiosa y por ende las motivaciones inquebrantables de Desmond, es todo confusión y destino (con postales religiosas chirriantes), aderezado por un romance plano y sin fuste alguno, adornado con postales ñoña, todo esto llega a provocar falt5a de ritmo; La segunda parte versa sobre el adiestramiento militar, de cómo Desmond y sus convicciones morales chocan frente al militarismo, frente a la incomprensión general, tildando de cobardía su anti-armas, siendo el zenit el juicio militar. Este tramo me resulta muy ajado, previsible, manido, los del sargento cruento que veja a sus reclutas queda ya muy visto, y sin aportar un mínimo de frescura, oliéndome a rancio; Y llegamos al bloque bélico, aquí esperaba que la simpleza y superficialidad del metraje hasta entonces quedara laminada por una épica bien gestada. Me equivoqué, pues todo me parece tan acartonado, tan prefabricado, manufacturado, nada creíble, ya desde el modo en que suben la escala y no hay japos arriba disparándoles. Llegamos a la feroz batalla y me digo que aquí llegará lo bueno, muy entonces las situaciones bochornosas se suceden y amontonan, donde el realismo no ha sido convocado, ejemplo es ver al sargento chusquero en plan Terminator cogiendo a un muerto como escudo y avanzar de modo risible, con lo que la intensidad dramática requerida queda extirpada, si vemos el caos y muerte, cabezas estallando, hemoglobina a borbotones, disparos a tutiplén, explosiones, pero no siento empatía por los guerreros, no hay conexión alguna, me deja frío.
Aunque a priori pudiera parecer sobre la sinopsis una cinta antibélica y pacifista, esto queda oscurecido por otra idea, la del poder de la fe, el poder amparador de la llamada a Dios, el espíritu de sacrificio por los tuyos, la redención como única vía (todos los personajes tienen su momento), la valentía a través de salvar y no matar, poniendo más el foco Gibson en la mencionada sólida fe que en hacer un alegato anti-guerras, con lo que su mensaje queda bastante contradictorio y difuso. Quedando la cinta más como un homenaje a un héroe singular, donde el esperado alegato sobre el Infierno bélico queda trivial por el modo de exponerla, un carrusel aturullado de imágenes gore que no te mueven a sensación alguna, más que nada porque no se respira veracidad... (sigue en spoiler)
Es una cinta que rezuma las obsesión de Mel Gibson por el sufrimiento humano visualizado a través del horror de la violencia , por mostrar el dolor, la sangre, descuartizamientos, su lado gore (masoquista) como forma de expresar una alegoría del sufrimiento existencial, el espiritual-religioso paralelo al físico, algo ya demostrado en toda su filmografía “El hombre sin rostro” (el rostro desfigurado por un incendio del protagonista), “Bravehart” (las sanguinarias batallas, la tortura a William Wallace...), “La Pasión de Cristo” (todo el Calvario de Jesucristo), “Apocalypto” (la crudeza de un mundo atávico), y ahora esta, donde en Hacksaw Ridge Gibson se viene arriba exponiendo con todo detalle todo un repertorio de muertes y lesiones, desde mutilaciones, cuerpos explotando, personas ardiendo, y más. Y todo esto asociándolo a una vertiente mística, la creencia en que el sufrimiento y martirologio nos puede acercar a Dios, la Fe como motor de la vida (y de la muerte), hecho para que quede constancia de esta idea teológica la cinta arranca con una cita bíblica para empujarnos a sentirnos imbuidos de un halo religioso.
Historia partida en tres: En la primera conoceremos la adolescencia y juventud del protagonista, su azarosa relación con su violento y alcohólico padre, como conoce a su novia. Tramo liviano, esponjoso, maniqueo, donde debería quedar manifestada la conversión religiosa y por ende las motivaciones inquebrantables de Desmond, es todo confusión y destino (con postales religiosas chirriantes), aderezado por un romance plano y sin fuste alguno, adornado con postales ñoña, todo esto llega a provocar falt5a de ritmo; La segunda parte versa sobre el adiestramiento militar, de cómo Desmond y sus convicciones morales chocan frente al militarismo, frente a la incomprensión general, tildando de cobardía su anti-armas, siendo el zenit el juicio militar. Este tramo me resulta muy ajado, previsible, manido, los del sargento cruento que veja a sus reclutas queda ya muy visto, y sin aportar un mínimo de frescura, oliéndome a rancio; Y llegamos al bloque bélico, aquí esperaba que la simpleza y superficialidad del metraje hasta entonces quedara laminada por una épica bien gestada. Me equivoqué, pues todo me parece tan acartonado, tan prefabricado, manufacturado, nada creíble, ya desde el modo en que suben la escala y no hay japos arriba disparándoles. Llegamos a la feroz batalla y me digo que aquí llegará lo bueno, muy entonces las situaciones bochornosas se suceden y amontonan, donde el realismo no ha sido convocado, ejemplo es ver al sargento chusquero en plan Terminator cogiendo a un muerto como escudo y avanzar de modo risible, con lo que la intensidad dramática requerida queda extirpada, si vemos el caos y muerte, cabezas estallando, hemoglobina a borbotones, disparos a tutiplén, explosiones, pero no siento empatía por los guerreros, no hay conexión alguna, me deja frío.
Aunque a priori pudiera parecer sobre la sinopsis una cinta antibélica y pacifista, esto queda oscurecido por otra idea, la del poder de la fe, el poder amparador de la llamada a Dios, el espíritu de sacrificio por los tuyos, la redención como única vía (todos los personajes tienen su momento), la valentía a través de salvar y no matar, poniendo más el foco Gibson en la mencionada sólida fe que en hacer un alegato anti-guerras, con lo que su mensaje queda bastante contradictorio y difuso. Quedando la cinta más como un homenaje a un héroe singular, donde el esperado alegato sobre el Infierno bélico queda trivial por el modo de exponerla, un carrusel aturullado de imágenes gore que no te mueven a sensación alguna, más que nada porque no se respira veracidad... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Se suma su mensaje buenista de fe, torpedeado por el modo burdo en ser visto los soldados japoneses, meras alimañas a las que exterminar sin remisión, ellos no son hijos del Dios de Desmond (ataque de ironía), falta dar dimensión a los nipones para su mensaje haber tenido matices y no ser tan simple e infantiloide, de buenos y malos, lo gris es solo parte de la fotografía no de este microuniverso. El colmo es el plano final que no hace más que remarcar que el film es propaganda ultrareligiosa. No suma un protagonista siempre con cara de felicidad perpetua, no parece padecer (solo una vez se rebela) ante su calvario, siempre con media sonrisa, personaje con el no empatizas, te da igual lo que le pase, principalmente porque su comportamiento es muy lineal, no tiene tridimensión, ni matices, nunca tiene dilemas, no tiene dudas, más plano que una mesa. Hay más desatinos (spoiler) que embarran un relato que teniendo potencial se queda en un panfleto pseudo-religioso.
Andrew Lincoln por mucho que esté nominado por su interpretación me resulta cargante su rostro de perpetua felicidad, imperturbable gesto risueño ante todo lo que sufre, no empatizo medio segundo con él. Hugo Weaving si sabe emitir personalidad, matices y mundo interior. Rachel Griffiths cumple con un rol blandito. Aunque para blandito el de Teresa Palmer, y es que la belleza no está ligada a la calidad en la actuación, prueba viviente ella. Vince Vaughn resulta una caricatura imposible de creer. Sam Worthington demuestra que haber protagonizado el film más taquillero de la historia (“Avatar”) no es sinónimo de buen actor, tenue y sin personalidad.
Puesta en escena buena, excelente diseño de producción de Barry Robinson (“Lobezno”), rodándose en Australia (recreándose allí los lares USA como Lynchburg y Fort Jackson, y Okinawa, ello en nueva Gales del Sur), ello potenciado por la notable fotografía de Simon Duggan de (“El gran Gatsby”), exalta la belleza bucólica de las supuestas montañas de Virginia, pero sobre todo se crece en las escenas bélicas, envolviendo en inquietantes brumas la acción, con un hábil patinado grisáceo, con ágil cámara en mano para dar sensación documental, otorgando ritmo y crudeza, lástima que esté al servicio de un relato tan tosco. El score es obra de Rupert Gregson-Williams (“Hotel Rwanda”), siendo sobreutilizada, como queriendo empujarte a emocionarte, ejemplo es el modo en que se usa la música de violines para los momentos cuasi-místicos, siendo la música de las que no deja huella.
Spoiler:
Cursilada lo de Desmond yendo a enamorar a Dorothy a pedirle de vuelta su sangre donada (puaj!!!); Penoso el modo de transcurrir el consejo de guerra, con un clímax manoseado de llegar en el último momento el documento que libra a Desmond de la condena; No puede ser la licencia que se toman en el guión de hacernos creer que Desmond descendió a 75 heridos por el acantilado en un día cuando realmente lo hizo en 3 semanas, es una falta de respeto a la inteligencia, un insulto a la realidad, una licencia que no aguanta un mínimo análisis, en su afán de convertirlo en un cuasi-Mesías a Gibson se le va la mano; Por no hablar de lo tramposos que son en la historia real, pues se nos hace creer que el primer acto en el campo de batalla de Doss es en Okinawa, y es que la película no menciona su servicio de combate antes en la Batalla de Guam y la de Leyte; Y es que no te puedes creer que tras huir el ejército estadounidense solo quedan sanos arriba los japoneses, pues bien, estos no cortan la escala, increíble; Hay más, pero la falta de espacio...
En conjunto me queda una pretenciosa cinta que dista mucho de cumplir las expectativas puestas en ella, y es que parece que Gibson puede tapar las muchas carencias del guión con actos de fe religiosa y litros de sangre. Seguro que Desmond merecía un tributo, pero no este. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/hastael-ultimo-hombre.html
Andrew Lincoln por mucho que esté nominado por su interpretación me resulta cargante su rostro de perpetua felicidad, imperturbable gesto risueño ante todo lo que sufre, no empatizo medio segundo con él. Hugo Weaving si sabe emitir personalidad, matices y mundo interior. Rachel Griffiths cumple con un rol blandito. Aunque para blandito el de Teresa Palmer, y es que la belleza no está ligada a la calidad en la actuación, prueba viviente ella. Vince Vaughn resulta una caricatura imposible de creer. Sam Worthington demuestra que haber protagonizado el film más taquillero de la historia (“Avatar”) no es sinónimo de buen actor, tenue y sin personalidad.
Puesta en escena buena, excelente diseño de producción de Barry Robinson (“Lobezno”), rodándose en Australia (recreándose allí los lares USA como Lynchburg y Fort Jackson, y Okinawa, ello en nueva Gales del Sur), ello potenciado por la notable fotografía de Simon Duggan de (“El gran Gatsby”), exalta la belleza bucólica de las supuestas montañas de Virginia, pero sobre todo se crece en las escenas bélicas, envolviendo en inquietantes brumas la acción, con un hábil patinado grisáceo, con ágil cámara en mano para dar sensación documental, otorgando ritmo y crudeza, lástima que esté al servicio de un relato tan tosco. El score es obra de Rupert Gregson-Williams (“Hotel Rwanda”), siendo sobreutilizada, como queriendo empujarte a emocionarte, ejemplo es el modo en que se usa la música de violines para los momentos cuasi-místicos, siendo la música de las que no deja huella.
Spoiler:
Cursilada lo de Desmond yendo a enamorar a Dorothy a pedirle de vuelta su sangre donada (puaj!!!); Penoso el modo de transcurrir el consejo de guerra, con un clímax manoseado de llegar en el último momento el documento que libra a Desmond de la condena; No puede ser la licencia que se toman en el guión de hacernos creer que Desmond descendió a 75 heridos por el acantilado en un día cuando realmente lo hizo en 3 semanas, es una falta de respeto a la inteligencia, un insulto a la realidad, una licencia que no aguanta un mínimo análisis, en su afán de convertirlo en un cuasi-Mesías a Gibson se le va la mano; Por no hablar de lo tramposos que son en la historia real, pues se nos hace creer que el primer acto en el campo de batalla de Doss es en Okinawa, y es que la película no menciona su servicio de combate antes en la Batalla de Guam y la de Leyte; Y es que no te puedes creer que tras huir el ejército estadounidense solo quedan sanos arriba los japoneses, pues bien, estos no cortan la escala, increíble; Hay más, pero la falta de espacio...
En conjunto me queda una pretenciosa cinta que dista mucho de cumplir las expectativas puestas en ella, y es que parece que Gibson puede tapar las muchas carencias del guión con actos de fe religiosa y litros de sangre. Seguro que Desmond merecía un tributo, pero no este. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/hastael-ultimo-hombre.html