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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Comedia A una pobre niña sus ricachones padres no le hacen ningún caso. Compadecida, la niñera se la lleva en un breve viaje para ver a su novio sin que lo sepan los despreocupados papás. Pero, casualidades de la vida, el tren en el que viajan los novios (él sin billete, por cierto), está ocupado también por el padre, por motivos de trabajo. Así que el viajero sin billete debe hacerse cargo de la niña. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2021
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70/03(03/02/21) Me he acercado a ver este cortometraje de poco más de media hora por que cumple un siglo desde su estreno (27/03/2021), y soy un fan del cómico Harold Lloyd, el considerado tercero en discordia entre los reyes del género en la época muda junto a Chaplin y Keaton. Me he encontrado con una cinta desigual, donde a pesar de encadenar algunos buenos gags, apenas un par llevan parte de la excelencia que se le exige al artista de Nebraska, sumándose a un guión que no aguanta el mínimo análisis en sus atropellos a la razón, sintiéndose todo una vaga excusa para entrelazar momentos de humor. Dirigido por Hal Roach y Fred C. Newmeyer que parte de una idea rocambolesca en que una niñera (Mildred Davis, posteriormente esposa de Lloyd) de una hija (deliciosa Anna Mae Bilson) de ricachones que decide furtivamente llevarse a la niñita de viaje a ver a su novio (Lloyd), y este sin saberse porque parece en escena con coche cual cohete surcando poblaciones atestadas de gente. Lo mejor es su feroz ritmo, donde una situación se engancha a la siguiente, qué más da que fluidamente sean torpes, lo importante es trasladarte un estado de ánimo alegre, un pasatiempo cargado de ligereza. Donde en su arranque parece apuntar a como la sociedad alta desatiende en su hedonismo decadente a sus retoños, pero esto solo se roza, pues lo importante es sacarte una sonrisa con las acrobacias e imaginativas escenas. Dejándote un buen sabor de boca, pero sin llegar a calarte como si lo ha hecho en otras ocasiones. No generándote tensión o intensidad alguna, pues el Lloyd de esta película es un arquetipo sin personalidad ni objetivo alguno. No hay sensación de romanticismo alguno entre una pareja que se mantiene separada la prácticamente totalidad del metraje (no se sabe el empeño de ella por estar con su jefe).

El primer gag es ver a Lloyd surcar un camino con un auto cual bólido de carreras, arrasando todo lo que se cruza, esto igual en su momento causó risas, ahora me deja frío. Atraviesa un granero y cuando sale tiene a un tipo en lo alto del capó, piensa es el dueño del granero y le da todo el dinero que tiene para compensarlo, el tipo se marcha, cuando aparece el que realmente es el dueño con una escopeta, Lloy se escabulle pues no tiene ya dinero, se esconde bajo un montón de paja, el dueño lo encuentra y le dispara en el trasero, pero incomprensiblemente apenas le hace más daño que una palmada en las nalgas (¿?). Lloyd consigue correr tras el tipo (un vagabundo) al que ha dado la plata, este se monta en marcha en un tren, pero lo hace en vez de en un vagón, se engancha en los bajos (¿?), allí consigue asirse Lloyd, comenzando una batalla por recuperar su dinero, este es uno de los grandes momentos de la cinta, vibrante en su recreación, con mucha fisicidad, muy divertido. Gran parte del minutaje acontece en el tren de pasajeros donde se cuela Lloyd y donde se encuentra sin comerlo ni beberlo con la niñita Dolly que le encasqueta su novia. Es con ella que se dan gags entrañables, como es el tramo con las literas del tren para dormir con cortinas, que me recuerdan indefectiblemente a escenas similares de la gran película de Billy Wilder “Some like it hot” (1959), incluso se tira del freno de emergencia, seguro que el cineasta austriaco estuvo influenciado por este corto. Tiene gags de una mueca de apenas una sonrisa con un par de borrachos (lo mejor en esto es cuando uno de los ebrios le pregunta al otro por la hora, mira el reloj y el ingenioso intertítulo pone que dice ‘Martes’), cuando se lava los dientes con espuma de afeitar, con su tierna relación con la niñita, cuando tiene ella el antojo a medianoche de un vaso de leche y el modo drástico de remediarlo él, como la viste vergonzosamente (ingenioso como la embulle en el vestido), como debe huir del revisor pues no tiene billete, esto acabando en otros de los puntos fuertes, como es Lloyd subido en el techo del tren con este en marcha, siendo en esto el zenit cuando van a atravesar un túnel y vemos a Lloyd corriendo en dirección contraria para no ser segado por el conducto.

Lloyd en este corto se destapa con un personaje un tanto díscolo/bad-ass, corre con su auto cometiendo numerosos daños, roba un billete de tren, o como cuida a la niñita sin pedir ayuda.

Me queda un corto ameno, pero menor en la trayectoria de Harold Lloyd. Fuerza y honor!!!

PD. A qué viene ese título tan tonto y sin apre3nte referencia a nada que pase en el metraje: “Now or never”.
TOM REGAN
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