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Voto de TOM REGAN:
8
7,6
3.854
Drama
Tres mujeres reciben una carta de una amiga llamada Addey Ross en la que les dice que se ha fugado con uno de sus maridos. A partir de aquí veremos las dudas y los temores de las tres esposas sobre sus respectivos matrimonios, en una narración articulada en flashbacks en los que vemos diversas escenas de sus matrimonios. (FILMAFFINITY)
16 de marzo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
46/06(13/03/17) Infravalorado film de Joseph Leo Mankiewicz, obra que no tiene el prestigio que debiera, drama romántico que disecciona de modo mordaz a la clase media USA de la post-guerra. El agudo y punzante guión del propio realizador junto a Vera Caspary (“Laura”) adaptan la novela “Carta a cinco esposas” (1946) de John Klempner, publicada por entregas en la revista Cosmopolitan, que como su título indica eran literariamente cinco las epistolares receptoras, pero para simplificar y dar ritmo se redujeron a tres la esposas. Siendo en su desarrollo un incisivo lienzo poliédrico de las relaciones de pareja, de los miedos, anhelos, inseguridades, ilusiones, y ello en una estructura ágil, a través de varios flash-back vamos descubriendo todo un submundo de relaciones donde tienen cabida todo tipo de recelos, frustraciones, dudas, resquemores, apoyado en unas actuaciones formidables y esplendorosas, y todo con los cimientos de la solidez de un libreto brillante, repleto de excelentes diálogos, de situaciones intensas, y ello en un increscendo dramático que te atrapa ya desde la enigmática carta que reciben las tres amigas y esposas. Mankiewicz ganó su primer Oscar a director por esta cinta, asimismo ganó el de guión adaptado, siendo además nominada a Mejor Película.
Escenario es un pueblo sin nombre, una mañana tres amigas casadas hacen de ayudantes en un picnic fluvial para niños: Deborah Bishop (Jeanne Crain), Rita Phipps (Ann Sothern), y Lora Mae Hollingsway (Linda Darnell), antes de subir al barco reciben una carta para el trío de Addie Ross, en ella esta les informa de que se ha fugado con uno de sus maridos, dejándolas con el enigma de no mencionar el infiel. Las tres suben al navío intentando no aparentar nerviosismo, pero cada una de ellas rememorará momentos claves en sus matrimonios. Deborah se crió en una granja, se unió a la Marina durante la WWII, donde conoció a su futuro esposo Brad (Jeffrey Lynn). Cuando regresan a la vida civil, Deborah está incómoda en el círculo social de la clase alta de Brad; Rita es una mujer auto-suficiente, es guionista para radio telenovelas en una emisora local dirigida por la señora Manleigh (Florence Bates). Su marido George (Kirk Douglas), es maestro de escuela, ganando menos dinero que ella; Lora Mae creció en la pobreza, no sólo en el "lado equivocado de las vías". Ella pone su mirada en su divorciado jefe, Porter (Paul Douglas), rico propietario de una cadena de grandes almacenes en todo el estado. Su madre, Ruby Finney (Connie Gilchrist), no está seguro de qué pensar de la ambición de su hija, la madre tiene como amiga a Sadie (Thelma Ritter ).
Con bisturí ácido Mankiewick deconstruye una clase media a través de tres parejas que son un caleidoscopio de un tiempo, lo hace sin juzgar, pero siendo punzante en su crítica a su culto a las apariencias, a su culto al dinero, a su culto al clasismo, lo hace con un ingenioso uso de los flash-back, con el hilo conductor de la delicada voz de off de la enigmática Addie Ross (voz original de Celeste Holm), esta se convierte en uno de los seres más carismático del cine en el subgénero de los que no salen, a la altura de “Rebeca”, ella y su omnipresente y latente figura invisible sobrevuela constantemente, como amenaza contra sus acomodados (e insatisfechos) matrimonios, no solo con su voz, también con comentarios sutiles de los protagonistas sobre ella, se convierte en el símbolo de las inseguridades de todas las mujeres, la metáfora de lo que nunca llegaran a ser, de la belleza, de inteligencia culta, de la sofisticación, de la clase, y sobre todo de su envidia, de sus complejos de inferioridad, ella les hace sentir más “pequeñas”, la clase de persona que seguro quisieran ser, la idealización de la perfección, esto las hace de diferentes modos replantearse su mundo tal y como lo conoces a partir de la carta. Mediante la revisión de sus vidas en pareja les hace ver lo frágiles que pueden ser sus raíces y con ello lo débil de sus vínculos maritales, y por ende pueden ser cualquiera de ellas la “abandonada”, ninguna se siente libre de culpa en ser la “repudiada”.
El director en realidad está menos interesado en quien será “víctima”, está más centrado en desmenuzar la meliflua “american way of life”, su superficialidad, sus triviales valores morales, lo pomposo de sus vidas, la impostura social, ejemplo la mujer preocupada porque vestido se pondrá para salir de fiesta, si será de moda, preocupada por si será aceptada socialmente, o la guionista que vende su alma por dinero, ahogando su dignidad, o la artera “cazadotes”. Se analiza la psicología femenina desde un punto de vista cerca a la misoginia, exponiéndolas como inseguras, acomplejadas, marujonas, busconas oportunistas.
Mankiewicz se mueve por el relato con un ritmo ágil y seductor, cautivando por lo bien que se desarrollan las tramas, por lo bien hiladas que están, por lo delicioso de su humor, por lo excelentemente que maneja los flash-back, estos con ingeniosas transiciones sonoras, con elipsis temporales sagaces, con un manejo de la voz en off sutil nada intrusivo, ello con personajes que se nos hacen cercanos, construidos con matices, con defectos, con aristas, o sea, muy humanos, con los que es fácil empatizar.
Ann Sothern está maravillosa en su rol de marujona preocupada porque ella gana más que su marido, sin darse cuenta de lo que es la felicidad, denota personalidad fuerte y desenvuelta; Jeanne Crain buena en su rol de acomplejada e insegura ante su nueva vida, su rostro y mirada es modulada de modo que nos toca la fibra; Linda Darnell es probablemente la que deja más huella con su papel de cazadotes, con un lenguaje gestual extraordinario, de pícara manipuladora; Kirk Douglas está muy bien en su papel de marido que intenta mantenerse firme ante su marujona esposa, muestra gran personalidad imponiéndose con sus orgullosos criterios; Jeffrey Lynn sin más en un personaje que el guión no le da cancha;... (sigue en spoiler)
Escenario es un pueblo sin nombre, una mañana tres amigas casadas hacen de ayudantes en un picnic fluvial para niños: Deborah Bishop (Jeanne Crain), Rita Phipps (Ann Sothern), y Lora Mae Hollingsway (Linda Darnell), antes de subir al barco reciben una carta para el trío de Addie Ross, en ella esta les informa de que se ha fugado con uno de sus maridos, dejándolas con el enigma de no mencionar el infiel. Las tres suben al navío intentando no aparentar nerviosismo, pero cada una de ellas rememorará momentos claves en sus matrimonios. Deborah se crió en una granja, se unió a la Marina durante la WWII, donde conoció a su futuro esposo Brad (Jeffrey Lynn). Cuando regresan a la vida civil, Deborah está incómoda en el círculo social de la clase alta de Brad; Rita es una mujer auto-suficiente, es guionista para radio telenovelas en una emisora local dirigida por la señora Manleigh (Florence Bates). Su marido George (Kirk Douglas), es maestro de escuela, ganando menos dinero que ella; Lora Mae creció en la pobreza, no sólo en el "lado equivocado de las vías". Ella pone su mirada en su divorciado jefe, Porter (Paul Douglas), rico propietario de una cadena de grandes almacenes en todo el estado. Su madre, Ruby Finney (Connie Gilchrist), no está seguro de qué pensar de la ambición de su hija, la madre tiene como amiga a Sadie (Thelma Ritter ).
Con bisturí ácido Mankiewick deconstruye una clase media a través de tres parejas que son un caleidoscopio de un tiempo, lo hace sin juzgar, pero siendo punzante en su crítica a su culto a las apariencias, a su culto al dinero, a su culto al clasismo, lo hace con un ingenioso uso de los flash-back, con el hilo conductor de la delicada voz de off de la enigmática Addie Ross (voz original de Celeste Holm), esta se convierte en uno de los seres más carismático del cine en el subgénero de los que no salen, a la altura de “Rebeca”, ella y su omnipresente y latente figura invisible sobrevuela constantemente, como amenaza contra sus acomodados (e insatisfechos) matrimonios, no solo con su voz, también con comentarios sutiles de los protagonistas sobre ella, se convierte en el símbolo de las inseguridades de todas las mujeres, la metáfora de lo que nunca llegaran a ser, de la belleza, de inteligencia culta, de la sofisticación, de la clase, y sobre todo de su envidia, de sus complejos de inferioridad, ella les hace sentir más “pequeñas”, la clase de persona que seguro quisieran ser, la idealización de la perfección, esto las hace de diferentes modos replantearse su mundo tal y como lo conoces a partir de la carta. Mediante la revisión de sus vidas en pareja les hace ver lo frágiles que pueden ser sus raíces y con ello lo débil de sus vínculos maritales, y por ende pueden ser cualquiera de ellas la “abandonada”, ninguna se siente libre de culpa en ser la “repudiada”.
El director en realidad está menos interesado en quien será “víctima”, está más centrado en desmenuzar la meliflua “american way of life”, su superficialidad, sus triviales valores morales, lo pomposo de sus vidas, la impostura social, ejemplo la mujer preocupada porque vestido se pondrá para salir de fiesta, si será de moda, preocupada por si será aceptada socialmente, o la guionista que vende su alma por dinero, ahogando su dignidad, o la artera “cazadotes”. Se analiza la psicología femenina desde un punto de vista cerca a la misoginia, exponiéndolas como inseguras, acomplejadas, marujonas, busconas oportunistas.
Mankiewicz se mueve por el relato con un ritmo ágil y seductor, cautivando por lo bien que se desarrollan las tramas, por lo bien hiladas que están, por lo delicioso de su humor, por lo excelentemente que maneja los flash-back, estos con ingeniosas transiciones sonoras, con elipsis temporales sagaces, con un manejo de la voz en off sutil nada intrusivo, ello con personajes que se nos hacen cercanos, construidos con matices, con defectos, con aristas, o sea, muy humanos, con los que es fácil empatizar.
Ann Sothern está maravillosa en su rol de marujona preocupada porque ella gana más que su marido, sin darse cuenta de lo que es la felicidad, denota personalidad fuerte y desenvuelta; Jeanne Crain buena en su rol de acomplejada e insegura ante su nueva vida, su rostro y mirada es modulada de modo que nos toca la fibra; Linda Darnell es probablemente la que deja más huella con su papel de cazadotes, con un lenguaje gestual extraordinario, de pícara manipuladora; Kirk Douglas está muy bien en su papel de marido que intenta mantenerse firme ante su marujona esposa, muestra gran personalidad imponiéndose con sus orgullosos criterios; Jeffrey Lynn sin más en un personaje que el guión no le da cancha;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Paul Douglas está estupendo en su rol de “playboy”, con el anzuelo de su dinero es un mujeriego, pero encuentra su horma en Lora, vibrante su química con los tira y afloja; Como secundaria ( no acreditada) brilla la exuberante personalidad carismática de Thelma Ritter, aporta su adusta y divertida personalidad crítica.
Puesta en escena rezuma elegancia, con buena dirección artística de J. Russell Spencer (“El Gran dictador”), Lyle R. Wheeler (“Lo que el viento se llevó”), rodando en el estado de Nueva York (Cold Spring, Lake Mahopac, Hook Mountain), y en Los ángeles (Beverly Hills y en los estudios de la Fox), recreando esta bucólica ciudad residencial, ayudando el exquisito vestuario diseñado por Kay Nelson (“Que el cielo la juzgue”). Filtrado por la fotografía en glorioso b/n de Arthur C. Miller (“Que verde era mi valle”), cuidada en detalles, con planos en interiores donde se da cancha para los actores interactúen varios, en algo muy teatral y emitiendo realismo actoral, siendo vital el vibrante montaje de J. Watson Webb Jr. (“Yo creo en ti”), que dota de naturalidad narrativa a los diferentes flash-back y las elipsis temporales. La música es obra de Alfred Newman (“Las uvas de la ira”), en una labor poco marcada.
Momentos recordables: Cuando en pleno baile de Deborah con su esposo a esta se le desprende la fachosa flor que lleva cosida en el vestido, yendo a parar a la mesa de otra pareja que ve perpleja lo sucedido, quedando Deborah desolada por su ridículo; La discusión entre Rita y George cuando esta le echa en cara que no quiera aspirar a un trabajo mejor remunerado y este le espeta que no vende su felicidad por plata; El juego de seducción que mantiene Lora con su pretendiente Porter, primero haciéndole ver sus esbeltas piernas con la excusa de una carrera (echa adrede por ella) en las medias, luego haciéndole que se fije distraídamente en su trasero, luego dándole un beso desprevenido que lo pone verraco, ejemplo que enciende con el mechero del coche un cigarrillo alterado, y a continuación tira el mechero por la ventana; Hay más...
Diferencias entre la novela y el cine: La novela era "Carta a cinco esposas”, dos mujeres se perdieron en la adaptación. En un momento dado, la película se llama Carta a cuatro esposas. Al presentar el guión adaptado de la 20th Century-Fox jefe Darryl F. Zanuck , Joseph L. Mankiewicz mencionó que le resultaba demasiado tiempo y le preguntó si le parecía bien a de Zanuck acortar la película, este le respondió que anulara a una de las esposas. Originalmente, se le ofreció a Anne Baxter como Martha (la cuarta esposa). Zanuck no sentía el segmento de Baxter tan fuerte como los otros tres, por lo que se cortó; Todos los personajes principales difieren sustancialmente entre la novela y la película, y la naturaleza de los problemas con su matrimonio también. En la novela, Lora de May (no Lora Mae) es menos una buscona que una mujer que siempre ha estado dominada por su marido rico; Rita está tratando de tener éxito en un segundo matrimonio con un hombre por el que nunca ha sentido pasión; y Deborah es una ex-solterona simple y tranquila cuyo "captura" de un marido ha decepcionado en su falta de éxito en la sociedad; En cuanto a las otras dos mujeres, Martha y su marido se enfrentó por cuestiones de crianza de niños, mientras que Geraldine estaba dedicando demasiado tiempo y dinero para su carrera de cantante con pocos resultados; La novela no indicación de que ninguna de las parejas va a funcionar a través de sus problemas (la película, a pesar de las ambigüedades, tiene un decididamente final feliz), y la identidad del errante marido es diferente (aunque no su razón de ser); Joan Crawford y Ida Lupino fueron considerados para el papel de Addie, que al final no aparece en pantalla más que físicamente su hombro izquierdo.
En conjunto queda una notable cinta que radiografía con finura crítica la sociedad burguesa acomodada de la posguerra estadounidense. Fuerza y honor!!!
Puesta en escena rezuma elegancia, con buena dirección artística de J. Russell Spencer (“El Gran dictador”), Lyle R. Wheeler (“Lo que el viento se llevó”), rodando en el estado de Nueva York (Cold Spring, Lake Mahopac, Hook Mountain), y en Los ángeles (Beverly Hills y en los estudios de la Fox), recreando esta bucólica ciudad residencial, ayudando el exquisito vestuario diseñado por Kay Nelson (“Que el cielo la juzgue”). Filtrado por la fotografía en glorioso b/n de Arthur C. Miller (“Que verde era mi valle”), cuidada en detalles, con planos en interiores donde se da cancha para los actores interactúen varios, en algo muy teatral y emitiendo realismo actoral, siendo vital el vibrante montaje de J. Watson Webb Jr. (“Yo creo en ti”), que dota de naturalidad narrativa a los diferentes flash-back y las elipsis temporales. La música es obra de Alfred Newman (“Las uvas de la ira”), en una labor poco marcada.
Momentos recordables: Cuando en pleno baile de Deborah con su esposo a esta se le desprende la fachosa flor que lleva cosida en el vestido, yendo a parar a la mesa de otra pareja que ve perpleja lo sucedido, quedando Deborah desolada por su ridículo; La discusión entre Rita y George cuando esta le echa en cara que no quiera aspirar a un trabajo mejor remunerado y este le espeta que no vende su felicidad por plata; El juego de seducción que mantiene Lora con su pretendiente Porter, primero haciéndole ver sus esbeltas piernas con la excusa de una carrera (echa adrede por ella) en las medias, luego haciéndole que se fije distraídamente en su trasero, luego dándole un beso desprevenido que lo pone verraco, ejemplo que enciende con el mechero del coche un cigarrillo alterado, y a continuación tira el mechero por la ventana; Hay más...
Diferencias entre la novela y el cine: La novela era "Carta a cinco esposas”, dos mujeres se perdieron en la adaptación. En un momento dado, la película se llama Carta a cuatro esposas. Al presentar el guión adaptado de la 20th Century-Fox jefe Darryl F. Zanuck , Joseph L. Mankiewicz mencionó que le resultaba demasiado tiempo y le preguntó si le parecía bien a de Zanuck acortar la película, este le respondió que anulara a una de las esposas. Originalmente, se le ofreció a Anne Baxter como Martha (la cuarta esposa). Zanuck no sentía el segmento de Baxter tan fuerte como los otros tres, por lo que se cortó; Todos los personajes principales difieren sustancialmente entre la novela y la película, y la naturaleza de los problemas con su matrimonio también. En la novela, Lora de May (no Lora Mae) es menos una buscona que una mujer que siempre ha estado dominada por su marido rico; Rita está tratando de tener éxito en un segundo matrimonio con un hombre por el que nunca ha sentido pasión; y Deborah es una ex-solterona simple y tranquila cuyo "captura" de un marido ha decepcionado en su falta de éxito en la sociedad; En cuanto a las otras dos mujeres, Martha y su marido se enfrentó por cuestiones de crianza de niños, mientras que Geraldine estaba dedicando demasiado tiempo y dinero para su carrera de cantante con pocos resultados; La novela no indicación de que ninguna de las parejas va a funcionar a través de sus problemas (la película, a pesar de las ambigüedades, tiene un decididamente final feliz), y la identidad del errante marido es diferente (aunque no su razón de ser); Joan Crawford y Ida Lupino fueron considerados para el papel de Addie, que al final no aparece en pantalla más que físicamente su hombro izquierdo.
En conjunto queda una notable cinta que radiografía con finura crítica la sociedad burguesa acomodada de la posguerra estadounidense. Fuerza y honor!!!