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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Comedia Segunda entrega de la saga de los Leguineche precedida por "La Escopeta Nacional" y completada con "Nacional III". Tras la muerte de Franco (1975) y la restauración de la Monarquía, el marqués de Leguineche regresa a su palacio de Madrid. Después de treinta años de exilio voluntario en su finca Los Tejadillos, se propone acercarse al Rey para reanudar la vida cortesana de antaño. Sin embargo, no resulta nada fácil acceder a la Casa Real. (FILMAFFINITY) [+]
7 de marzo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
75/08(06/03/21) Ácida comedia del gran Luis García Berlanga, que cumple ahora 40 años desde su estreno (30/03/1981), que sin estar entre sus mejores trabajos (ni mucho menos, y es que hablamos del mayor cineasta español, con obras como “Bienvenido, Mr. Marshall!”, “Plácido” o “El verdugo”), si tiene buenos momentos que la hacen una película mordaz y divertida analizando con bisturí oxidado el post-franquismo desde la visión dela decadente aristocracia. Escrita por Berlanga junto al gran Rafael Azcona, trata sobre los primeros albores de joven democracia española, teniendo como epicentro de los épicos planos-secuencia (por mor de la cámara de Carlos Suárez) típicos del cineasta valenciano el Palacio de Linares en Madrid (en plena Plaza de Cibeles), entonces ofrecía aspecto decadente por su prolongado desuso. Fue esta la segunda parte de la llamada trilogía Nacional, secuela en este caso de “La Escopeta Nacional” (1978), donde la ácara familia de aristócratas Leguineche (se echa en falta a José Sazatornil, hay u guiño cuando vemos que en el Palacio de Oriente van a instalar porteros electrónicos), pasan de secundarios a protagonistas aquí, y suavizando con ello las aristas de la primigenia (donde está el fetichismo del marqués de coleccionar vello púbico femenino?), tuvo una tercera parte titulada Nacional III (1982), y estaba proyectada una cuarta entrega donde los Leguineche estarían emparentados con los Romanov rusos, pero no se llevó a cabo.

Comienza en Madrid, en la primavera de 1977. Con el fin del régimen franquista, el marqués de Leguineche (Luis Escobar) pone fin a su exilio voluntario y junto a su hijo Luis José (José Luis López Vázquez) regresa a su palacio de Madrid para intentar reanudar la esplendorosa vida cortesana de antaño. En el palacio habita su legítima esposa, Eugenia (Mary Santpere), condesa de Santagón, acérrima franquista vive en una cama con ruedas (a pesar de que anda perfectamente). Al principio no quiere dejarlos entrar, al final accede poniéndoles condiciones leoninas.

Un metraje donde Berlanga y Azcona vuelcan su mala baba contra la alta sociedad española, contra su decadencia moral, contra sus usos y costumbres, contra hedonismo, su pompa y falsas apariencias. Ello con los clásicos y mencionados planos-secuencia donde Berlanga crea situaciones que van y vienen, con acciones en segundo plano, con personajes entrando y saliendo, y todo ello surtido por personajes entrañables en sus defectos, sus fatuidades, muy humanos, rezuman humanidad en sus cicaterías y egoísmo, amenizado con diálogos punzantes y agudos donde el humor caustico está siempre presente, y todo ello desarrollado con un ritmo trepidante, donde el aparente caos de personajes en realidad es una coreografía maravillosamente fresca en la naturalidad con que se nos muestran.

Y en la cima de todo esto está el gran Luis Escobar componiendo con un carisma formidable al protagonista, impresionante su rostro cariacontecido cuando espera al Rey bajando de un helicóptero y se lleva el chasco; acompañándole un elenco sensacional de intérpretes patrios colosal con José Luis López Vázquez, en un rol descacharrante de hijo único crápula; Mary Santpere notable como una tremebunda matriarca condesa; Amparo Soler Leal estupenda como la esposa humillada de José Luis; Alfredo Mayo brillante como el amante de la marquesa; José Luis de Villalonga como el sobrino playboy flemático, grande; Luis Cíges arrollador como el criado vicioso de los Leguineche; Agustín González como el racial cura Calvo, un pendenciero capellán pensando siempre en el dinero; José Lifante muy divertido como el mayordomo amante de la marquesa; o Chus Lampreave en un papel algo desaprovechada de criada de la marquesa; todos derrochando una agria vis cómica.

Es una deconstrucción en modo sátira de una aristocracia ajada, que no sabe adaptarse a los nuevos tiempos de la democracia floreciente, donde priman los banqueros y politicuchos. Y donde no faltan los dardos contra la Iglesia representada en ese bufo capellán encarnado por un delirante Agustín González.

Se le puede achacar la dispersión de su argumento que parece discurrir en modo set-pieces, se le puede achacar que algunos chistes se estiran demasiado pasándose de vueltas, se le puede achacar cierto tipo de humor burdo de brocha gorda (ejemplo claro es el pedo por el walky), el guión adolece de solidez en un microcosmos donde nunca empatizamos con personaje gañán alguno que son todos. Pero tampoco es una cinta de altas pretensiones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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