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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Western. Comedia Jack (Henry Fonda) es un mítico pistolero que, cansado de la fama, decide abandonar Estados Unidos y viajar a Europa para enterrar la leyenda que se había forjado. En Nueva Orleáns, conoce a un misterioso forastero apodado "Ninguno" (Terence Hill), que decide acompañarle en su viaje. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
27/04(06/02/20) Decepcionante spagueti western, una coproducción ítalo-alemana con más pretensiones que atractivo. Me atrajo de él que estaba basado en una historia del gran Sergio Leone, además el romano era el productor y codirector (no acreditado), esto con el añadido del protagonismo de Henry Fonda, pero lo que me he encontrado es una mezcolanza ridícula entre los peores vicios del género mencionado sumado a los bufos films de la pareja Bud Spencer & Terence Hill, esto merced al co-protagonismo del segundo. Puede que la leyenda que corría sobre este film fuera cierta, y es que se decía que harto del encasillamiento forzado de Sergio Leone, que no quieran producirle otros proyectos que no fueran del oeste decidió hacer una mala película, para así no le hicieran volver más a los pistoleros. La película está dirigida por Tonino Valerii (ayudante de dirección de Leone en “Por un puñado de dólares”), que tuvo muchos problemas con Leone, no queriendo trabajar más con él. En 1973 el veneciano Terence Hill (verdadero nombre es Mario Girotti) ya una estrella del cine gracias a sus éxitos con el napolitano Bud Spencer (nombre real Carlo Pedersoli), comedias de acción banales que recibieron grandes dividendos en todo el mundo, entre ellos estaba “Le llamaban Trinidad” (1970) y su secuela, dos cintas que recurrían al spagueti western para hacer humor chusco de peleas risibles, por ello se le pudo emparejar en el cartel al gran Henry Fonda, pero este binomio resulta estridente en cada entente, agua y aceite. Hill está insufrible, pasado de vueltas está en una película diferente a su partenaire, un Fonda que seguro no vería el momento de abandonar la producción, tanto fue así que nunca más volvió al género del western. Ello en una película que me huele a “El hombre que mató a Liberty Valance”, por lo de querer hacer leyenda del salvaje oeste, pero esto filtrado por un relato que se mueve a empujones, teniendo elementos esperanzadores en ese inicio sugestivo, primero con la música en los créditos iniciales del maestro Morricone, y luego con ese enfrentamiento del rol encarnado por Fonda en una barbería, minutos sin palabras que pueden recordar al arranque de “Hasta que llegó su hora”, pero en cuanto entra en pantalla Terence Hill todo descarrila, en una sucesión arrítmica de escenas que van entre lo petulante por cómo se habla de forjar una leyenda, y luego con las penosas secuencias protagonizadas por Girotti, pura bazofia de descartes del sub-género Hill & Spencer (La pesca en el río; el duelo de puntería en el bar; La feria con las tartas; la pelea con el muñeco de brazos en cruz; y más mediocridades), llámense cámaras rápidas, efectos de sonido, malos idiotas. Un relato con la pretenciosidad de querer ser una carta de amor al oeste crepuscular, emparejando a un maduro pistolero de vuelta con un joven advenedizo símbolo de los nuevos tiempos (ya sí nos ha ido), pero que más parece una novela (mala) del oeste de dos centavos. Fue una de las pocas películas relacionadas con Sergio Leone, donde el 80% de las escenas al aire libre fueron filmadas en los Estados Unidos. La filmación tuvo lugar en Acoma Pueblo, el pueblo fantasma de Cabezón, la misión de San Esteban del Rey en Nuevo México y en las dunas de tiza en White Sands, además de en España (La Calahorra-Granada para las escenas del tren).

Se puede ver la película también como una especie de revisión (penosa) de la gran “El pistolero” (1950) de Henry King, donde un pistolero legendario siempre será buscado por un aspirante al trono de la leyenda para acabar con él y de este ser el objetivo para otro aspirante en una rueda sin fin, reflejado esto en el clímax delo duelo final, pero esto me queda atrofiado en un desarrollo confuso y difuso. Ejemplo claro es la inserción de un Grupo Salvaje que aparece y desaparece cual fantasma, una amalgama de decenas jinetes que no se sabe porque persiguen a Beauregard, simbolizando el gran reto al que este debe hacer frente para entrar en el Panteón delas Leyendas (puaj!), esto además resulto de modo aparatoso y arbitrario, con un exceso de ralentí y congelados que dan grima. Aunque para grima se lleva la palma Terence Hill con su irritante rol payasesco no tengo nada contra los payasos, pero en esta historia no pega), personaje de una bonhomía y carácter insoportable.

La puesta en escena resulta efectiva, con una notable cinematografía de Armando Nannuzzi (“El incomprendido”), y Giuseppe Ruzzolini (“Agáchate, maldito!”), jugando hábilmente con los reflejos en espejos y objetivos, cual alegoría de que lo que ves no siempre es lo que parece (en este sentido es reseñable el homenaje a “La dama de Shaghai” de Welles con la escena de tiroteos en un salón de espejos de feria), sabiendo crear bellas tomas generales (del White Sands National Monument- New Mexico o el Woods Canyon Lake-Arizona); Pero sobre todo queda es la singular música (que escucho mientras escribo) creada por el genial Ennio Morricone (“Erase una vez en América” “La Misión”), un extraño coctel de música festiva con intensa y trascendental en otros temas (la del duelo final), siendo remarcable la versión electrónica de 'Ride of the Valkyries' de Wagner cada vez que vemos a la tropa Wild Bunch cabalgar (hacia no se sabe dónde, cual ente despersonalizado), en un recurso que seguro Francis Ford Coppola vio y posteriormente reversionó a su modo en la famosa escena de los helicópteros surcando el cielo al ritmo de este popular tema clásico.

Me queda una película por momentos bochornosa, donde prima el tono disparatado del espíritu de las ya muy mencionados Hill & Spencer sobre cualquier interés sesudo sobre el ocaso del oeste reflejado en su protagonista Beauregard (epítome es el la carta en off que oímos de él al final). Al final me queda film olvidable. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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