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Voto de TOM REGAN:
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Drama
Después de la muerte de su marido, Bernarda somete a sus cinco hijas a una disciplina inquisitorial que equivale, en la práctica, a un enterramiento en vida. La aparición de un hombre, Pepe el Romano, que parece tener intención de casarse con Angustias, la hija mayor, desencadena una serie de acontecimientos que desembocan en un inesperado final. (FILMAFFINITY)
6 de noviembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
378/31(29/10/21) Notable adaptación de Mario Camus, fiel a la obra teatral de 3 actos de Federico García Lorca finalizada de escribir el 19/06/1936 (dos meses antes de la muerte de Lorca el 18 de agosto de 1936), la última escrita por el granadino, no pudo ser estrenada ni publicada hasta 1945, en Buenos Aires y gracias a la iniciativa de Margarita Xirgu. Cuenta la historia de Bernarda Alba, tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, decide vivir siguientes ocho años en riguroso luto en su hogar con sus 5 hijas adultas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela), convirtiendo la casa en pseudo-prisión. Con este pretexto Lorca describe la España profunda de principios del S.XX, caracterizada por una sociedad ultrareligiosa, gobernada por el hetero-patriarcado, cerrada, y muy machista, donde el rol de la mujer es marginal. También reflejo de cómo reinaba la represión sexual (‘Deja en paz a tu hermana y si Pepe el Romano te gusta te aguantas’, le dice Poncia a Adela), la hipocresía de las falsas apariencias, prejuicios de clase, costumbrismo de lo cotidiano como prisión del tedio más absoluto en este claustro, donde los dimes y diretes, rumores, secretos, envidias, egoísmo campan a sus anchas alienando el aire hasta hacerlo irrespirable. Y todo esto enaltecido por unas sensacionales actuaciones.
Todo expuesto con gran sentido dramático gracias al buen quehacer del director Camus (que guioniza también junto a Antonio Larreta [“El maestro de esgrima”]), sabiendo adaptarse a la escenografía lorquiana, haciendo de la casa un ente que se va asfixiando poco a poco a sus habitantes, esto potenciado por el modo en que vemos las paredes al inicio blancas y conforme avanza la trama se van oscureciendo hacia el azulado (color de la tristeza), ello epítome el patio, con ese Pepe el romano que es el reflejo del ancho que nunca se llega a ver, es un fantasma que altera este gallinero, ello en consonancia con la idea de Lorca. Además regando toda la historia de simbología, como lo es el bastón de mando de Bernarda (elemento de claras reminiscencias fálicas), el vestido verde (esperanza) de Adela, las menciones al agua (para Lorca simbolizaba "libertad"), el caballo alterado como alegoría de la presencia de un semental, las perlas del anillo (lágrimas), o la Luna como reflejo de la pasión desatada.
En el tramo inicial queda marcado el tono en que quedará este hogar cuasi-maldito cuando la madre Bernarda (grandiosa Irene Gutiérrez Caba) reúne a las hijas y la vemos abanicarse enérgicamente, las retoñas la observan inquietas, entonces la matriarca sentencia lapidariamente (y nunca mejor dicho): ‘En ocho años que dure el luto en esta casa no ha de entrar ni el viento de la calle. Haceros cuentas que hemos tapiado con ladrillos, puertas y ventanas...’. Las hijas se sobrecogen ante tal sentencia a presidio.
Relato sórdido donde se recrea un ecosistema opresivo, cargado de corrientes soterradas, por donde fluyen inquinas, frustraciones sexuales femeninas, donde el hombre es un ente provocador, especie de veneno para la sororidad, el deseo por él crea diferencias insalvables. Donde se llega a decir (cual mantra de esta España cerril) que es un castigo nacer mujer, pero donde paradójicamente es una mujer en esta jerarquía la que impera en este recinto abúlico (le siguen sus hijas, como reina no regente la demente abuela María Josefa a la que da vida Rosario García Ortega, y en el nivel más bajo de convidadas de piedra que asisten con estupor a este cuasi-averno, las criadas, comandadas por una carismática Prudencia encarnada por una sensacional Florinda Chico, que intenta mediar y poner cordura, como digo, intenta) una mujer la que manda y sojuzga a sus ‘subalternas’. Las envidias se desatan sobre todo en cómo hay una de las hermanas (Angustias encarnada por Enriqueta Carballeira) que tiene cierta libertad para citarse (con una reja de por medio) con su prometido (Pepe el Romano), ya que no era hija del muerto, si no del marido anterior, por ello tiene parte de la herencia de este, con lo que es apetecible como potencial esposa con su gran dote, esto alimenta la toxicidad entre ellas que en este clima tan irrespirable hace que todo se atomice con el único ‘gallo’ que se acerca al ‘gallinero’. Esta envidia ejemplificada en Martirio (Vicky Peña) y Adela (Ana Belén), envidian lo que le está ocurriendo a su hermana.
Se podría entender incluso el relato como una alegoría de las dictaduras, donde el estado comandado por un Tirano, en este caso Bernarda, gobierna con puño de hierro (su bastón de mando), tiene encerrada a su población bajo dogmas creados por ella misma, que dice lo que está bien y lo que está mal. Impide que su gente salga al exterior para poder tener libertad, la tiene en régimen de servilidad ciega a su régimen autoritario, y donde hay alguno que tiene algún privilegio, en este caso Angustias y esto (comprensiblemente) desata el odio de las demás.
La historia la elevan un elenco formidable de interpretaciones y caracterizaciones incisivas y cargadas de intensidad dramática. Bernarda es embestida por una fenomenal Irene Gutiérrez Caba, derrocha majestuosidad, solemnidad, adustez, rigidez, antes rota que doblá, es la ‘alcaide’ de este penal, cuando habla sienta dogmas y anatemas, es la vigilante de un puritanismo rancio que estrangula a sus hijas impidiéndoles ser libres, Homérica su actuación; Angustias es la hija mayor, la que por la rendija del privilegio de tener dinero propio intenta salir de esta cárcel’ cuasi-comprando a un hombre, notable la encarnación que hace de esta Enriqueta Carballeira; Martirio es el patito feo del hogar, con chepa, no agraciada de físico, claramente acomplejada, tiene fuertes sentimientos de represión sexual, que explotan en una cruda escena en que se masturba a la luz de la Luna en el patio mientras escucha una escena de sexo. Mantiene un tira y afloja con la hermana menor Adela, excelente Vicky Peña en este complejo rol;... (sigo en spoiler)
Todo expuesto con gran sentido dramático gracias al buen quehacer del director Camus (que guioniza también junto a Antonio Larreta [“El maestro de esgrima”]), sabiendo adaptarse a la escenografía lorquiana, haciendo de la casa un ente que se va asfixiando poco a poco a sus habitantes, esto potenciado por el modo en que vemos las paredes al inicio blancas y conforme avanza la trama se van oscureciendo hacia el azulado (color de la tristeza), ello epítome el patio, con ese Pepe el romano que es el reflejo del ancho que nunca se llega a ver, es un fantasma que altera este gallinero, ello en consonancia con la idea de Lorca. Además regando toda la historia de simbología, como lo es el bastón de mando de Bernarda (elemento de claras reminiscencias fálicas), el vestido verde (esperanza) de Adela, las menciones al agua (para Lorca simbolizaba "libertad"), el caballo alterado como alegoría de la presencia de un semental, las perlas del anillo (lágrimas), o la Luna como reflejo de la pasión desatada.
En el tramo inicial queda marcado el tono en que quedará este hogar cuasi-maldito cuando la madre Bernarda (grandiosa Irene Gutiérrez Caba) reúne a las hijas y la vemos abanicarse enérgicamente, las retoñas la observan inquietas, entonces la matriarca sentencia lapidariamente (y nunca mejor dicho): ‘En ocho años que dure el luto en esta casa no ha de entrar ni el viento de la calle. Haceros cuentas que hemos tapiado con ladrillos, puertas y ventanas...’. Las hijas se sobrecogen ante tal sentencia a presidio.
Relato sórdido donde se recrea un ecosistema opresivo, cargado de corrientes soterradas, por donde fluyen inquinas, frustraciones sexuales femeninas, donde el hombre es un ente provocador, especie de veneno para la sororidad, el deseo por él crea diferencias insalvables. Donde se llega a decir (cual mantra de esta España cerril) que es un castigo nacer mujer, pero donde paradójicamente es una mujer en esta jerarquía la que impera en este recinto abúlico (le siguen sus hijas, como reina no regente la demente abuela María Josefa a la que da vida Rosario García Ortega, y en el nivel más bajo de convidadas de piedra que asisten con estupor a este cuasi-averno, las criadas, comandadas por una carismática Prudencia encarnada por una sensacional Florinda Chico, que intenta mediar y poner cordura, como digo, intenta) una mujer la que manda y sojuzga a sus ‘subalternas’. Las envidias se desatan sobre todo en cómo hay una de las hermanas (Angustias encarnada por Enriqueta Carballeira) que tiene cierta libertad para citarse (con una reja de por medio) con su prometido (Pepe el Romano), ya que no era hija del muerto, si no del marido anterior, por ello tiene parte de la herencia de este, con lo que es apetecible como potencial esposa con su gran dote, esto alimenta la toxicidad entre ellas que en este clima tan irrespirable hace que todo se atomice con el único ‘gallo’ que se acerca al ‘gallinero’. Esta envidia ejemplificada en Martirio (Vicky Peña) y Adela (Ana Belén), envidian lo que le está ocurriendo a su hermana.
Se podría entender incluso el relato como una alegoría de las dictaduras, donde el estado comandado por un Tirano, en este caso Bernarda, gobierna con puño de hierro (su bastón de mando), tiene encerrada a su población bajo dogmas creados por ella misma, que dice lo que está bien y lo que está mal. Impide que su gente salga al exterior para poder tener libertad, la tiene en régimen de servilidad ciega a su régimen autoritario, y donde hay alguno que tiene algún privilegio, en este caso Angustias y esto (comprensiblemente) desata el odio de las demás.
La historia la elevan un elenco formidable de interpretaciones y caracterizaciones incisivas y cargadas de intensidad dramática. Bernarda es embestida por una fenomenal Irene Gutiérrez Caba, derrocha majestuosidad, solemnidad, adustez, rigidez, antes rota que doblá, es la ‘alcaide’ de este penal, cuando habla sienta dogmas y anatemas, es la vigilante de un puritanismo rancio que estrangula a sus hijas impidiéndoles ser libres, Homérica su actuación; Angustias es la hija mayor, la que por la rendija del privilegio de tener dinero propio intenta salir de esta cárcel’ cuasi-comprando a un hombre, notable la encarnación que hace de esta Enriqueta Carballeira; Martirio es el patito feo del hogar, con chepa, no agraciada de físico, claramente acomplejada, tiene fuertes sentimientos de represión sexual, que explotan en una cruda escena en que se masturba a la luz de la Luna en el patio mientras escucha una escena de sexo. Mantiene un tira y afloja con la hermana menor Adela, excelente Vicky Peña en este complejo rol;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
... Adela es la más joven, la que tiene el empuje de las ansias de libertad, anhela sentimientos de rebeldía, no se pone barreras, intenta transgredir los muros que impone su madre (ejemplo cuando se pone el vestido de color), siente los picores sexuales y no se reprime, les da salida, ‘... por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca (¿?)” (Llega a decir), Ana Belén le da vida con una electricidad y sensualidad arrolladora, todo un volcán en erupción, espléndida; Poncia es la voz de la cordura, la mirada con perspectiva que intenta apaciguar y mediar en disputas, pero a la que siempre ven como una amenaza cuando no apoya con la que habla, pero ella tiene su fuerte personalidad (‘No me desafíes Adela, no me desafíes. Porque yo puedo dar voces, encender luces y hacer que toquen las campanas’, le dice a Adela), Florinda Chico (alejada del encasillamiento cómico) da una lección de contención y fortaleza dramática; En el lado negativo está el tratamiento que se da a las otras dos hijas, Magdalena encarnada por Aurora Pastor y Amelia a la que da vida Mercedes Lezcano, meras comparsas sin carácter alguno, están pero sin sentirse.
La puesta en escena resulta potente dramáticamente hablando, muy buena para proyectar un estado de ánimo. Con una gran dirección artística de Rafael palmero (Ay, Carmela!), donde destaca este hogar típico andaluz por el que no entra la luz exterior, todo blanco, con muros insalvables, una enorme puerta del patio, cual cancela de la Libertad, donde las rejas de las ventanas son los barrotes del presidio; Esto realzado por la maravillosa cinematografía de Fernando Arribas (“Pasodoble”), que gradualmente va ensombreciendo este ‘hogar’ hasta envolverlo cuasi en sombras, donde destaca la luz de la Luna, donde el calor nos hace sudar, lo cálido como metáfora del sexo a flor de piel.
Spoiler:
Gran momento cuando Adela rompe enfurecida el bastón de mando de su madre Bernarda, reflejo de la Revolución cerniente en este reino de la tiranía.
‘Los nombres de los personajes: Bernarda (masculina y significa “con fuerza de oso”), Angustias (oprimida y deprimente), Martirio (atormentada), Magdalena (nombre bíblico y como el dicho de llorar como una Magdalena), Amelia (significa “sin miel”), Adela (significa de “naturaleza noble” aunque también puede proceder del verbo “adelantarse”), María Josefa (María significa la madre de Jesús y José significa el padre de Jesús; simboliza la edad del personaje), y La Poncia (nombre relacionado con "Poncio Pilatos", personaje bíblico que envió a crucificar a Jesús)’.
La obra tuvo varias interpretaciones, cuyas adaptaciones cinematográficas incluyen: ¨Casa De Bernarda Alba¨¨ (1972) con Rosenda Monteros, Ofelia Medina, Diana Bracho; ¨La Casa Bernarda Alba¨ (1982) con Amparo Rivelles, Rosanda Monteros, Laura Cepeda, Magda Guzmán; y su película inglesa para televisión The House of Bernarda Alba (1991) de Stuart Burge y Nuria Espert con Glenda Jackson, Deborah Findlay, Suzanna Hamilton, Gillian Hanna, Joan Plowright; 1991 Película india dirigida por Govind Nihlani, Rukmavati ki Haveli. En 2006, la obra fue adaptada en forma musical, bajo el título Bernarda Alba, se inauguró en el Lincoln Center Theatre el 6 de marzo de 2006, protagonizada por Phylicia Rashad en el papel principal.
Sugestivo film que he visto con motivo del reciente fallecimiento del director y guionista Mario Camus. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena resulta potente dramáticamente hablando, muy buena para proyectar un estado de ánimo. Con una gran dirección artística de Rafael palmero (Ay, Carmela!), donde destaca este hogar típico andaluz por el que no entra la luz exterior, todo blanco, con muros insalvables, una enorme puerta del patio, cual cancela de la Libertad, donde las rejas de las ventanas son los barrotes del presidio; Esto realzado por la maravillosa cinematografía de Fernando Arribas (“Pasodoble”), que gradualmente va ensombreciendo este ‘hogar’ hasta envolverlo cuasi en sombras, donde destaca la luz de la Luna, donde el calor nos hace sudar, lo cálido como metáfora del sexo a flor de piel.
Spoiler:
Gran momento cuando Adela rompe enfurecida el bastón de mando de su madre Bernarda, reflejo de la Revolución cerniente en este reino de la tiranía.
‘Los nombres de los personajes: Bernarda (masculina y significa “con fuerza de oso”), Angustias (oprimida y deprimente), Martirio (atormentada), Magdalena (nombre bíblico y como el dicho de llorar como una Magdalena), Amelia (significa “sin miel”), Adela (significa de “naturaleza noble” aunque también puede proceder del verbo “adelantarse”), María Josefa (María significa la madre de Jesús y José significa el padre de Jesús; simboliza la edad del personaje), y La Poncia (nombre relacionado con "Poncio Pilatos", personaje bíblico que envió a crucificar a Jesús)’.
La obra tuvo varias interpretaciones, cuyas adaptaciones cinematográficas incluyen: ¨Casa De Bernarda Alba¨¨ (1972) con Rosenda Monteros, Ofelia Medina, Diana Bracho; ¨La Casa Bernarda Alba¨ (1982) con Amparo Rivelles, Rosanda Monteros, Laura Cepeda, Magda Guzmán; y su película inglesa para televisión The House of Bernarda Alba (1991) de Stuart Burge y Nuria Espert con Glenda Jackson, Deborah Findlay, Suzanna Hamilton, Gillian Hanna, Joan Plowright; 1991 Película india dirigida por Govind Nihlani, Rukmavati ki Haveli. En 2006, la obra fue adaptada en forma musical, bajo el título Bernarda Alba, se inauguró en el Lincoln Center Theatre el 6 de marzo de 2006, protagonizada por Phylicia Rashad en el papel principal.
Sugestivo film que he visto con motivo del reciente fallecimiento del director y guionista Mario Camus. Fuerza y honor!!!