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Voto de TOM REGAN:
7
6,6
5.461
Serie de TV. Thriller
Serie de TV (2018). 10 episodios. En Nueva York, a finales del siglo XIX, un periodista especializado en crímenes, John Moore (Luke Evans), se unirá al psicólogo Dr. Laszlo Kreizler (Daniel Brühl) para investigar los crímenes de un asesino en serie que mata a prostitutas. A ellos se les unirá Sara Howard, una impetuosa secretaria de la Policía. (FILMAFFINITY)
16 de julio de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
141/23(26/06/18) Atractiva serie creada por Cary Joji Fukunaga (“True Detective”), potente thriller psicológico ambientado en la gótica Nueva York del SXIX, desarrolla juego de la caza del gato al ratón, siendo la atmósfera uno de sus puntos sólidos. Adaptación del best-seller homónimo de Caleb Carr de 1994, relato mezcla de diferentes series como “Sherlock”, "Penny Dreadful", "The Knick", "True Detective", "From Hell" "Ripper Street", “Hannibal”, o "Mindhunter", y alguna más que me dejaré. Por lo que original no es, pero encuentra su propio espacio, para con serenidad narrar un relato que te engancha en su dualidad social, la opulencia de la alta sociedad, híper-iluminada, con sus barrocas residencias, óperas, restaurantes de lujo, atuendos emperifollados, y en el otro lado el patio trasero de las grandes ciudades (aquí Nueva York), donde residen los marginados, la podredumbre humana, la amoralidad, penurias por las que se hace de todo para poder sobrevivir, y donde los aprovechados y depredadores hacen de las suyas, donde los niños deben travestirse y prostituirse para poder comer, viviendo entre la mugre, en decrépitas casas, cuando no en los callejones asquerosos, entre oscuridad, inmundicia, el basurera de la condición humana. Ello surtido por personajes matizados, con sus propias cicatrices anímicas, que los hacen tridimensionales, entrando en temas universales como la marginación social, la lucha de clases, el despotismo, la corrupción de los poderosos, el caciquismo de estos, la intolerancia religiosa, el machismo imperante, lo complicado que es romper barreras autoimpuestas por la sociedad conservadora con temor al progreso. Interesante ver cómo estamos en los albores de la ciencia forense, con las autopsias, huellas dactilares, estudio de armas asesinas, psicología criminal, vías en pañales en aquel tiempo. El director Jakon Verbruggen (“House of carsds”) es el encargado en sus tres primeros capítulos de marcar el tono gótico de la serie, poniendo el listón alto para los que le seguirán, entre ellos el sevillano Paco Cabezas (“Penny Dreadful”), realiza el sexto y séptimo. La serie incorpora figuras históricas, como Theodore Roosevelt (Presidente USA 1901-1909), o el millonario JP Morgan.
La serie marca su tonalidad desde su inicio atmosféricamente transmisor del ánimo requerido, mostrando un Nueva York de época oscuro, lúgubre, donde con una cámara levitando por la decadente urbe y acercándonos al en construcción Puente Williamsburg, sobre él hay un cuerpo asesinado, un niño vestido de mujer, eviscerado y con las cuencas de sus ojos vacías, la cámara hace una toma turbadora introduciéndose por estos huecos. A partir de entonces entramos en un submundo donde los más inocentes, son las víctimas de una sociedad que los exprime a su gusto, cual carne sin alma que devorar, llegando a denominarlos un policía como “eso… qué otra cosa llamarías un degenerado que se viste de niña para el placer de los hombres adultos?", esta pseudo-antesala del Averno es oteada con mimo por el detalle, pero adoleciendo de falta profundidad, mostrando a veces con asepsia emocional, primando lo estético sobre la hondura.
Posee ritmo lento, deja las situaciones calen, pero a veces se estanca, con un desarrollo típico de thrillers de misterio donde está salpicada de pistas no siempre buenas, que hacen que el espectador se involucre, con momentos de tensión punzantes, sorteado de diálogos jugosos, con picos de intensidad muy bien trazados, me viene a la mente el tramo en que intentan atrapar al asesino una noche en el prostíbulo, con el “anzuelo” del chaval que vive con Laszlo, manejando diferentes niveles, entrelazando los escenarios con dramatismo incisivo. Entre las taras, además de las ya mencionadas está el desaprovechamiento que ese hace del asesino, ausente del metraje cuasi-todo el metraje, con el jugo que hubiera dado verlo actuar, se convierte en una sombra fuera de foco, un fallo no dar relieve a esta antagonista; También me queda en un esbozo como el alcalde por las presiones de las fuerzas vivas de la ciudad (JP Morgan) intenta manipular la verdad a su antojo, como epítome de cómo las autoridades son maleables por poderes económicos; Y ya que estoy en los defectos, me ha faltado un clímax más trabajado y no tan anticlimático.
El protagonista es Laszlo Kreizler, pseudo-Sherlock Holmes, alienista, con sus propios demonios internos, obsesivo, taciturno, hierático, cree que para dar con el criminal ha de penetrar en su mente, para dar con sus motivaciones y con ello hallar el patrón de su sociópata conducta para poder adelantarse a sus movimientos, llega a decir "Sólo si me convierto en él…si le corto la garganta al niño, si atravieso el cuerpo indefenso con mi cuchillo y arranco los ojos inocentes de una cara horrorizada, solo entonces comprenderé realmente lo que soy". En esto no es original, sin ir más lejos me recuerda al Will Graham (Hugh Dancy) de la serie “Hannibal”, se mimetizaba aún más desgarradoramente en el cerebro enfermo-asesino. Daniel Brühl encarna a Laszlo emitiendo mucho mundo interior, con laconismo, frialdad, pero dejando entrever sus debilidades, sus sufrimiento psíquico que le hacen cuasi-misántropo, tipo al que le cuesta relacionarse, siempre a la defensiva, siempre arrogante en su inteligencia, y a la vez no juzga, solo analiza las diferentes situaciones. Su romance me llega un tanto forzado, estorba al rol; Junto al Dr. se forma un equipo especie de “Intocables”, determinados a dar con el criminal, liderados por Theodore Roosevelt, el comisionado destinado allí para acabar con la corrupción imperante en la policía neoyorkina (esto es real, como el propio Roosevelt), el actor Brian Geraghty lo encarna falto de carisma, desangelado, pusilánime, no te crees esa persona cuatro años después fuera el majestuoso presidente de los USA, un error de casting que gotea cual gota malaya en cada una de sus apariciones;… (sigue en spoiler)
La serie marca su tonalidad desde su inicio atmosféricamente transmisor del ánimo requerido, mostrando un Nueva York de época oscuro, lúgubre, donde con una cámara levitando por la decadente urbe y acercándonos al en construcción Puente Williamsburg, sobre él hay un cuerpo asesinado, un niño vestido de mujer, eviscerado y con las cuencas de sus ojos vacías, la cámara hace una toma turbadora introduciéndose por estos huecos. A partir de entonces entramos en un submundo donde los más inocentes, son las víctimas de una sociedad que los exprime a su gusto, cual carne sin alma que devorar, llegando a denominarlos un policía como “eso… qué otra cosa llamarías un degenerado que se viste de niña para el placer de los hombres adultos?", esta pseudo-antesala del Averno es oteada con mimo por el detalle, pero adoleciendo de falta profundidad, mostrando a veces con asepsia emocional, primando lo estético sobre la hondura.
Posee ritmo lento, deja las situaciones calen, pero a veces se estanca, con un desarrollo típico de thrillers de misterio donde está salpicada de pistas no siempre buenas, que hacen que el espectador se involucre, con momentos de tensión punzantes, sorteado de diálogos jugosos, con picos de intensidad muy bien trazados, me viene a la mente el tramo en que intentan atrapar al asesino una noche en el prostíbulo, con el “anzuelo” del chaval que vive con Laszlo, manejando diferentes niveles, entrelazando los escenarios con dramatismo incisivo. Entre las taras, además de las ya mencionadas está el desaprovechamiento que ese hace del asesino, ausente del metraje cuasi-todo el metraje, con el jugo que hubiera dado verlo actuar, se convierte en una sombra fuera de foco, un fallo no dar relieve a esta antagonista; También me queda en un esbozo como el alcalde por las presiones de las fuerzas vivas de la ciudad (JP Morgan) intenta manipular la verdad a su antojo, como epítome de cómo las autoridades son maleables por poderes económicos; Y ya que estoy en los defectos, me ha faltado un clímax más trabajado y no tan anticlimático.
El protagonista es Laszlo Kreizler, pseudo-Sherlock Holmes, alienista, con sus propios demonios internos, obsesivo, taciturno, hierático, cree que para dar con el criminal ha de penetrar en su mente, para dar con sus motivaciones y con ello hallar el patrón de su sociópata conducta para poder adelantarse a sus movimientos, llega a decir "Sólo si me convierto en él…si le corto la garganta al niño, si atravieso el cuerpo indefenso con mi cuchillo y arranco los ojos inocentes de una cara horrorizada, solo entonces comprenderé realmente lo que soy". En esto no es original, sin ir más lejos me recuerda al Will Graham (Hugh Dancy) de la serie “Hannibal”, se mimetizaba aún más desgarradoramente en el cerebro enfermo-asesino. Daniel Brühl encarna a Laszlo emitiendo mucho mundo interior, con laconismo, frialdad, pero dejando entrever sus debilidades, sus sufrimiento psíquico que le hacen cuasi-misántropo, tipo al que le cuesta relacionarse, siempre a la defensiva, siempre arrogante en su inteligencia, y a la vez no juzga, solo analiza las diferentes situaciones. Su romance me llega un tanto forzado, estorba al rol; Junto al Dr. se forma un equipo especie de “Intocables”, determinados a dar con el criminal, liderados por Theodore Roosevelt, el comisionado destinado allí para acabar con la corrupción imperante en la policía neoyorkina (esto es real, como el propio Roosevelt), el actor Brian Geraghty lo encarna falto de carisma, desangelado, pusilánime, no te crees esa persona cuatro años después fuera el majestuoso presidente de los USA, un error de casting que gotea cual gota malaya en cada una de sus apariciones;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
…Está el fiel amigo del Dr., el ilustrador del New York Times, John Moore, este rol representa nuestros visión en la historia, sus preguntas son las nuestras, y las explicaciones que tiene son proyectadas hacia nosotros, filtra los hechos desde un prisma simplista. Luke Evans lo encarna lejos de un héroe, es inseguro, atormentado por que su mujer lo dejó, alcohólico, intenta ser útil, leal a su amigo, incluso cuando este le es arisco, buena actuación; Se une a ellos Sarah Howard, representa al feminismo pujante, la primera mujer que trabajo en el departamento de policía de Nueva York, le granjea grandes oposiciones en el cuerpo, la ven como intrusa debiera ocupar el lugar preestablecido para las féminas, amas de casa y floreros ante machos “alfa”, alguien que con su inteligencia y seguridad en sí misma pelea contra los prejuicios del tiempo. Dakota Fanning la encarna con fuerte carácter, con alma, con autoconfianza, te la crees en sus escenas de reafirmarse en su condición de luchadora contra la discriminación de los hombres. Aunque flaquea cuando se involucra en subtramas románticas, chirría sin química con su partenaire (no quiero spoilear); Se suman los dos hermanos Marcus y Lucius Isaacson, reflejan otra clase de discriminación, en este caso por religión, son judíos, y esto estaba muy mal visto, sobre todo si se dedicaban a la labor forense, cuasi-brujería en aquel tiempo. Encarnados por Douglas Smith y Matthew Shear, aportan dosis de humor desengrasante, pero adolecen de falta de fondo, demasiado esquemáticos, añadiendo a destiempo una escena que desvía la atención de una joven que discute con uno de ellos por un supuesto affair, como si esto hubiera sido recortado; David Wilmott como el capitán de policía Connor da un rendimiento muy plano, un malo malísimo superficial, sin fondo alguno, cercano a la caricatura.
Puesta en escena fulgente en su expresionismo gótico propio de una superproducción, inmersión sobresaliente en este tiempo y lugar, escenarios que parecen anclados en ese año de 1896, gracias al diseño de producción de Mara LePere-Schloop (“Django desencadenado”), recreando en Hungría (Budapest y Korda Studios en Etyek) con un mimo por el detalle sibarita los duales diferentes lares, burdeles de lujo frente a deprimentes tugurios donde ejercen la prostitución los niños, residencias de los pudientes, recargadas de oropeles, mobiliario resplandeciente frente a edificios sucios , la infernal prisión donde los protagonistas visitan a un salvaje asesino, o las mugrientas calles donde se hacinan las miserias de las clases bajísimas, calles empedradas, detalles que realzan la veracidad como los carruajes, paredes desconchadas, óxido, nieve, el impresionante vestuario obra de Michael Kaplan (“Blade Runner”); Todo enaltecido por la fascinante fotografía de PJ Dillon (“Penny Dreadful”), en los primeros episodios marca nivel para el resto, bebiendo del expresionismo alemán, jugando con sombras, semi-oscuridad, niebla, claroscuros, picados y contrapicados, angulaciones singulares, sobresaliendo patinados grises, proyectando mencionada dualidad ambiental tan clasista, dando lustre a los recargados interiores de las clases altas, y otorgando sordidez a los barrios-cloacas, con un trabajo de cámara espectacular, con tomas cenitales, hábiles travellings, excelente labor. Esto en miscelánea con los f/x supervisados por Paul Stephenson (“G.O.T.”), eficaces en su labor de no parecerlos; Música de Rupert Gregson-Williams (“Wonder Woman”), nada intrusiva, solo marcando sus huellas en los créditos iniciales, de resonancias disonantes, acordes con lo siniestro del argumento.
En conjunto me queda una entretenida propuesta que conjuga el misterio, el thriller, la acción, el drama, la crítica social, no siempre equilibradamente, pero muy bien sobrellevada por su extraordinaria puesta en escena. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/07/el-alienista.html
Puesta en escena fulgente en su expresionismo gótico propio de una superproducción, inmersión sobresaliente en este tiempo y lugar, escenarios que parecen anclados en ese año de 1896, gracias al diseño de producción de Mara LePere-Schloop (“Django desencadenado”), recreando en Hungría (Budapest y Korda Studios en Etyek) con un mimo por el detalle sibarita los duales diferentes lares, burdeles de lujo frente a deprimentes tugurios donde ejercen la prostitución los niños, residencias de los pudientes, recargadas de oropeles, mobiliario resplandeciente frente a edificios sucios , la infernal prisión donde los protagonistas visitan a un salvaje asesino, o las mugrientas calles donde se hacinan las miserias de las clases bajísimas, calles empedradas, detalles que realzan la veracidad como los carruajes, paredes desconchadas, óxido, nieve, el impresionante vestuario obra de Michael Kaplan (“Blade Runner”); Todo enaltecido por la fascinante fotografía de PJ Dillon (“Penny Dreadful”), en los primeros episodios marca nivel para el resto, bebiendo del expresionismo alemán, jugando con sombras, semi-oscuridad, niebla, claroscuros, picados y contrapicados, angulaciones singulares, sobresaliendo patinados grises, proyectando mencionada dualidad ambiental tan clasista, dando lustre a los recargados interiores de las clases altas, y otorgando sordidez a los barrios-cloacas, con un trabajo de cámara espectacular, con tomas cenitales, hábiles travellings, excelente labor. Esto en miscelánea con los f/x supervisados por Paul Stephenson (“G.O.T.”), eficaces en su labor de no parecerlos; Música de Rupert Gregson-Williams (“Wonder Woman”), nada intrusiva, solo marcando sus huellas en los créditos iniciales, de resonancias disonantes, acordes con lo siniestro del argumento.
En conjunto me queda una entretenida propuesta que conjuga el misterio, el thriller, la acción, el drama, la crítica social, no siempre equilibradamente, pero muy bien sobrellevada por su extraordinaria puesta en escena. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/07/el-alienista.html