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Voto de TOM REGAN:
8
7,3
6.450
Drama
Biopic del famoso pintor impresionista Vincent Van Gogh, que retrata su atormentada vida a partir de su obra, que no es más que un reflejo de la ansiedad, la sensación de fracaso y la soledad que lo llevaron, finalmente, a la locura. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
167/06(09/09/16) Notable y vibrante biopic dirigido por Vincente Minnelli sobre la vida del holandés pintor Vincent van Gogh, tributo a uno de los mayores artistas de la pintura, basado en la novela homónima (en su título original) de 1934 de Irving Stone (autor también de otro biopic sobre un aclamado artista, “El tormento y el éxtasis” sobre Miguel Angel y su obra de la Capilla Sixtina) y adaptada por Norman Corwin, ello con incisivos tintes poéticos, melancólicos, ayudado en una puesta en escena pasional apoyada en una fotografía fulgurante y alusiva a las diferentes etapas del pintor, asistido todo esto por un goteo constante de los epicúreos cuadros del genial impresionista, cuando no recreando con lujo la recreación in situ (en los mimos lugares que se gestaron). Es la introspección de un personaje convulso, ardiente, electrizante, irradiando una naturaleza humana amalgama de sentimientos multipolares, de la alegría vitalista, pasando por la ira y desembocando en la angustia existencial del vacío terrenal, mostrando a un protagonista que convivía con el sufrimiento y con la esperanza, en una lucha interna que se reflejaba en su obra pictórica, un hombre absorbido por la enfermedad mental y por su amor a la pintura. El guión se basa en las cartas que el pintor escribió a su hermano y mentor a lo largo de los años, cartas que muestran su temperamento pasional y su carácter enfermizo y neurótico, un estudio de personalidad que intenta auscultar el origen de las musas en el arte, de cómo puede llegar la inspiración y converger en el proceso creativo de una obra. Plagado de diálogos de gran sentido dramático, navegando por lo poético, con duelos actorales de latente tensión. Las interpretaciones rayan a una tremenda altura, destacando la que probablemente es la mejor de su dilatada carrera, la de un Titánico Kirk Douglas, que se transmuta en él pintor, tanto físicamente como espiritualmente, asimismo Anthony Quinn en su poco metraje en pantalla arrolla con su fuerte temperamento, tanto que ganó el Oscar (de secundario) por su actuación como amigo de Van Gogh, Paul Gauguin. Fue nominada a cuatro Oscar: Actor, guión de Norman Corwin, arte color decoración dirección-set para Cedric Gibbons, Hans Peters, y Preston Ames; Edwin B. Willis y F. Keogh Gleason, y el susodicho actor Anthony Quinn, el único que ganó.
Minnelli muestra a un Van Goch cubierto de un halo trágico de romanticismo del perdedor, complejo, hastiado, violento, irascible, colérico, inconformista, que llega a abrazar la pintura con la misma devoción que lo hace con su fe religiosa, buscando la perfección del color cual búsqueda del sentido de la vida, un asocial desarraigado en su tiempo, no parece a gusto entre la burguesía, estando en sintonía con la naturaleza, el campo, el cielo, el sol, el viento, la sencillez de lo cotidiano, y las clases bajas trabajadoras, tipo de emociones desatadas en todo, que en su delicada fragilidad anímica solo parece en paz y armonía absoluta cuando se encuentra pintando. Hombre con ansias de amar y sobre todo de ser amado, teniendo que convivir a causa de su complicado carácter en soledad mucho tiempo, esto le hacía caer en la agonía vital, y es que su alambicada personalidad chocaba con la hipocresía, la mediocridad, la mezquindad, las falsas apariencias impostadas de la época, esto le hacía caer en la frustración. Esto lo refleja con mordacidad manifiesta el realizador, con gran pulso narrativo, un drama punzante que te deja huella, sabiendo con inteligencia conjugar para el espectador el genio talentoso del artista con su gradual viaje a la locura. Una conmovedora obra que detalla con emoción y sensibilidad (que no sensiblería) la vida de un incomprendido en vida, lo hace impregnando los fotogramas de melancolía, de tristeza, y sobre todo de pesimismo, quedando un relato sombría y desesperanzador, donde sobresale la batalla interna de un efervescente pintor único. Minnelli expone a un tipo alejado de la tópica figura del bohemio, aunque llega a vivir en París entre artistas (Renoir, Pissarro, Monet, Degás, Gauguin...), donde conocerá el impresionismo y comenzará su odisea por captar la luz perfecta, pero no se siente a gusto en la urbe, su lugar parece estar en lo rural, entre campos agrícolas, entre trabajadores.
Cinta estructurada en las cuatro fases artísticas de Van Goch, en lo que es también su travesía vital: Su etapa de dibujos en blanco y negro en el distrito minero del Boringe, donde la evangelización del ministro cristiano Vincent chocará primero con la apatía de los obreros, y luego con la demagogia del alto clero; Los dibujos y pinturas de mano de obra rural en La Haya holandesa; Los paisajes impresionistas de París; Y los retratos y pinturas de la naturaleza en la Provenza gala (Sur de Francia). En este conclusivo tramo subyace la idea de que Vincent podría ser un homosexual viviendo en un mundo atávico, y que podría su desestabilización mental estar (por lo menos en parte) apoyado en su sentimiento gay de estar preso en el armario, esto se trasluce con la turbadora relación que se establece entre él y Gauguin, tanto que se dice que el holandés se cortó la oreja por que el pintor parisino le abandonó (blanco y en botella).
Minnelli muestra a un Van Goch cubierto de un halo trágico de romanticismo del perdedor, complejo, hastiado, violento, irascible, colérico, inconformista, que llega a abrazar la pintura con la misma devoción que lo hace con su fe religiosa, buscando la perfección del color cual búsqueda del sentido de la vida, un asocial desarraigado en su tiempo, no parece a gusto entre la burguesía, estando en sintonía con la naturaleza, el campo, el cielo, el sol, el viento, la sencillez de lo cotidiano, y las clases bajas trabajadoras, tipo de emociones desatadas en todo, que en su delicada fragilidad anímica solo parece en paz y armonía absoluta cuando se encuentra pintando. Hombre con ansias de amar y sobre todo de ser amado, teniendo que convivir a causa de su complicado carácter en soledad mucho tiempo, esto le hacía caer en la agonía vital, y es que su alambicada personalidad chocaba con la hipocresía, la mediocridad, la mezquindad, las falsas apariencias impostadas de la época, esto le hacía caer en la frustración. Esto lo refleja con mordacidad manifiesta el realizador, con gran pulso narrativo, un drama punzante que te deja huella, sabiendo con inteligencia conjugar para el espectador el genio talentoso del artista con su gradual viaje a la locura. Una conmovedora obra que detalla con emoción y sensibilidad (que no sensiblería) la vida de un incomprendido en vida, lo hace impregnando los fotogramas de melancolía, de tristeza, y sobre todo de pesimismo, quedando un relato sombría y desesperanzador, donde sobresale la batalla interna de un efervescente pintor único. Minnelli expone a un tipo alejado de la tópica figura del bohemio, aunque llega a vivir en París entre artistas (Renoir, Pissarro, Monet, Degás, Gauguin...), donde conocerá el impresionismo y comenzará su odisea por captar la luz perfecta, pero no se siente a gusto en la urbe, su lugar parece estar en lo rural, entre campos agrícolas, entre trabajadores.
Cinta estructurada en las cuatro fases artísticas de Van Goch, en lo que es también su travesía vital: Su etapa de dibujos en blanco y negro en el distrito minero del Boringe, donde la evangelización del ministro cristiano Vincent chocará primero con la apatía de los obreros, y luego con la demagogia del alto clero; Los dibujos y pinturas de mano de obra rural en La Haya holandesa; Los paisajes impresionistas de París; Y los retratos y pinturas de la naturaleza en la Provenza gala (Sur de Francia). En este conclusivo tramo subyace la idea de que Vincent podría ser un homosexual viviendo en un mundo atávico, y que podría su desestabilización mental estar (por lo menos en parte) apoyado en su sentimiento gay de estar preso en el armario, esto se trasluce con la turbadora relación que se establece entre él y Gauguin, tanto que se dice que el holandés se cortó la oreja por que el pintor parisino le abandonó (blanco y en botella).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Kirk Douglas compone con un vigor inusitado al artista tulipán, lo mimetiza, su metamorfosis es memorable, personaje que sirve para que de vía libre a su histrionismo, adecuado al personaje, combinando con encarnizada crudeza los pocos tramos de alegría (sobre todo al pintar donde su rostro se ilumina), con su histerismo de cuasi-demente, un alma abrumada por el peso de un mudo que lo margina, y esto lo refleja de modo magnífico el actor, de una intensidad doliente, exhibiendo mordientemente la complejidad del personaje, con un lenguaje gestual y de mirada atronador, penosamente perdió el Oscar frente a Yul Brynner en "The King and I", Douglas también nominado a actor por actor en "El Campeón" (1949) y "The Bad and the Beautiful" (1952), al final recibió un Oscar honorífico en 1995. Anthony Quinn recrea a un explosivo Gauguin, de una fuerza vital pavorosa, contrapunto a la sufriente personalidad de Vincent, y entre los dos hay una atronadora química, ganó el Oscar a actor secundario, su segundo galardón ("Viva Zapata" en 1952). James Donald encarna con ternura a Theo, el cariñoso hermano de Vincent, lo hace dejando patente su desinteresado amor de hermano.
La puesta en escena está en comunión con lo que Minnelli quiere expresar, con dirección artística fascinante a cargo de E. Preston Ames (“Un americano en París”), Cedric Gibbons (“El mago de Oz”), y Hans Peters (“El prisionero de Zenda”) rodando en los lugares naturales donde anduvo el artista, en Francia (en sus líricos campos de trigo en la Provenza filmados en el soleado verano, antes de la cosecha) , Bélgica (las tierras mineras) y Holanda, sumándose en orden cronológico un despliegue de vez en cuando de cuadros del pintor holandés, más de 200 ("La Noche Estrellada", "Los Girasoles", "Café de Nuit"...), esto atomizado por el fenomenal trabajo en la fotografía Metrocolor de Freddie Young (“Lawrence de Arabia”) y Russell Harlan (“Matar a un ruiseñor”), creando entre los dos un esquema de color diferente para cada una de las cuatro fases artísticas de Van Gogh intentando reflejar su alma: Para el tramo minero domina el gris; El segmento holandés predomina el verde azulado; En París sobresale color rojo brillante; En el bloque de la Provenza el fulgurante amarillo soleado. Hacienmdo estos alusión al lugar que estamos, emitiendo sensación por su luminosidad de estar en muchos casos ante la obra en movimiento de van Goch, con espléndidas panorámicas, sentidos primeros planos, sobresaliendo algunas secuencias en que se recrean en exteriores la generación de una famosa pintura, ello poniendo a Douglas-Van Goch en primer plano, vemos lo que pinta, y al fondo la realidad de lo que transfigura en el lienzo, creando una majestuosa sensación poética. Se suma la neurálgica música del húngaro Miklós Rózsa (“Ben-Hur”), que inquieta y solivianta en un efecto intenso con las imágenes y la historia.
"Un hombre o una mujer trabajando. Los surcos de un campo arado. Arenas amargas y cielos dorados. Estos son temas difíciles y, al mismo tiempo, tan hermosos... que vale la pena pasar toda una vida... tratando de capturar la poesía que hay oculta en ellos."
Hermana de Vincent: - No parece una muerte triste.
Vincent: - No, no lo es, hermana. Ocurre en pleno día... con el sol iluminándolo todo, con una luz de oro puro."
A causa de su depresión empeoró y el 27 de julio de 1890, a la edad de treinta y siete años, mientras paseaba por el campo, se disparó en el pecho con un revólver. No se dio cuenta de que su herida era mortal y volvió a la pensión Ravoux, donde murió en su cama dos días después, en brazos de su hermano Theo. Vincent fue enterrado en el cementerio de Auvers-sur-Oise.
Recomendable film a los que gusten de obras turbadoras que explora con bisturí emocional la vida de un genio en su obra y un tratornado mental en su vida íntima. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena está en comunión con lo que Minnelli quiere expresar, con dirección artística fascinante a cargo de E. Preston Ames (“Un americano en París”), Cedric Gibbons (“El mago de Oz”), y Hans Peters (“El prisionero de Zenda”) rodando en los lugares naturales donde anduvo el artista, en Francia (en sus líricos campos de trigo en la Provenza filmados en el soleado verano, antes de la cosecha) , Bélgica (las tierras mineras) y Holanda, sumándose en orden cronológico un despliegue de vez en cuando de cuadros del pintor holandés, más de 200 ("La Noche Estrellada", "Los Girasoles", "Café de Nuit"...), esto atomizado por el fenomenal trabajo en la fotografía Metrocolor de Freddie Young (“Lawrence de Arabia”) y Russell Harlan (“Matar a un ruiseñor”), creando entre los dos un esquema de color diferente para cada una de las cuatro fases artísticas de Van Gogh intentando reflejar su alma: Para el tramo minero domina el gris; El segmento holandés predomina el verde azulado; En París sobresale color rojo brillante; En el bloque de la Provenza el fulgurante amarillo soleado. Hacienmdo estos alusión al lugar que estamos, emitiendo sensación por su luminosidad de estar en muchos casos ante la obra en movimiento de van Goch, con espléndidas panorámicas, sentidos primeros planos, sobresaliendo algunas secuencias en que se recrean en exteriores la generación de una famosa pintura, ello poniendo a Douglas-Van Goch en primer plano, vemos lo que pinta, y al fondo la realidad de lo que transfigura en el lienzo, creando una majestuosa sensación poética. Se suma la neurálgica música del húngaro Miklós Rózsa (“Ben-Hur”), que inquieta y solivianta en un efecto intenso con las imágenes y la historia.
"Un hombre o una mujer trabajando. Los surcos de un campo arado. Arenas amargas y cielos dorados. Estos son temas difíciles y, al mismo tiempo, tan hermosos... que vale la pena pasar toda una vida... tratando de capturar la poesía que hay oculta en ellos."
Hermana de Vincent: - No parece una muerte triste.
Vincent: - No, no lo es, hermana. Ocurre en pleno día... con el sol iluminándolo todo, con una luz de oro puro."
A causa de su depresión empeoró y el 27 de julio de 1890, a la edad de treinta y siete años, mientras paseaba por el campo, se disparó en el pecho con un revólver. No se dio cuenta de que su herida era mortal y volvió a la pensión Ravoux, donde murió en su cama dos días después, en brazos de su hermano Theo. Vincent fue enterrado en el cementerio de Auvers-sur-Oise.
Recomendable film a los que gusten de obras turbadoras que explora con bisturí emocional la vida de un genio en su obra y un tratornado mental en su vida íntima. Fuerza y honor!!!