358/04/05/10/21) Entretenido cuarto capítulo de la revisada e icónica serie de “Alfred Hitchcock presenta”, que en 1962 pasó a llamarse “La hora de Alfred Hitchcock”, pasando de los 25 minutos a los 50, eso sí, manteniendo la misma entradilla con la silueta del realizador de la gran papada, adornado esto por “La marcha fúnebre para una marioneta’ de Charles Ground, con la presentación humorística del mítico director de “La ventana indiscreta”, siendo este el único que dirigiría el director londinense en esta reentré (había dirigido 17 en el anterior formato), según IMDb también última vez que dirigió en televisión. El programa se desarrolló con 93 episodios hasta junio de 1965.

Hitch adapta el guión de Henry Slesar (de las series “La Dimensión Desconocida” o “Batman”), no es este un capítulo de mucha tensión o intriga, entra más bien en el sub género de films judiciales, donde gran parte del metraje transcurre en una sala de un juzgado durante el juicio al protagonista, un escritor (encarnado por John Forsythe, el que años antes Hitchcock dirigió en “Quien mató a Harry?”) que se defiende así mismo de no haber parado en stop, y con ello ser el causante de un accidente mortal.

Arranca de modo impactante, yendo al meollo de inicio, ello cuando vemos a cinco testigos asistir in situ a observar el accidente, congelando el fotograma de modo singular para enfatizar la mirada, y realmente en ello dándonos la respuesta, sí realmente vieron o no frenar en la señal. Tras una rápida presentación de protagonista que nos enteramos que tiene a su mujer a punto de dar a luz en el hospital. Lo tenemos a él en la corte rebatiendo los interrogatorios a los testigos con los suyos, donde intenta hacer ver (y con ello al espectador) que la visión y lo que uno percibe siempre están condicionados por lo que piensa en ese momento o por sus propios prejuicios, recordándome en cierta medida a lo que ocurre en “12 hombre sin piedad”, en cómo deben desmontar a los testigos con ingenio.

Para tener el clímax cuando el protagonista decide subir al estrado, donde parece querer escurrir el bulto, con argucias oratorias, dejando al espectador con la mosca tras la oreja. Pero en realidad el modo de resolverse todo me ha resultado metido con calzador, pues (sin querer entrar en spoiler), todo es fruto del azar del encuentro en una fiesta juvenil, me ha resultado de gran torpeza, que siendo el epicentro el juicio, para un lado u otro dependa de un sarao. Como también me ha resultado inverosímil la actitud del protagonista, al que no parece afectarle la gravedad de lo que está acusado, parece un nihilista que no muestra dilemas morales, dudas o padecimiento alguno, esto resta conexión emocional con el relato. Y luego tenemos una revelación final que en realidad, lo que hace es poner en la picota todos los testigos.

Introducción de Alfred Hitchcock: "Buenas noches. Estoy organizando un "club llave" (lo dice con una gran llave en sus manos), parece ser lo que hay que hacer. Para los no iniciados, un" club llave" es aquel en el que los miembros pueden ingresar solo si procesan una clave. Estos clubes son terriblemente exclusivos, ya que la membresía está limitada a hombres. Mi club es completamente diferente, es para mujeres. Dentro del club hay todo lo que una mujer podría desear... incluyéndome a mí! Verás, soy el único conejito del club. La historia de esta noche no se trata de " clubes clave". Se trata de un hombre que se encuentra en una situación única y se llama" Lo vi todo". Si desea verlo todo, le sugiero que observe este lugar de cerca durante los próximos sesenta minutos".

Ameno capítulo, donde me cruje la actuación ataráxica del mencionado protagonista. Fuerza y honor!!!