32/09(26/02/13-18/10/20-10/09/21-23/01/24) Los hermanos Coen y su gran Obra Maestra, punto de inflexión que me hizo cruzar una nueva frontera en el Cine, traspasar una dimensión a través de un Monolito de ‘2001’. Clásico con todos los ingredientes en su punto álgido, la ambientación, las actuaciones, el guión, la música, su ritmo, su increscendo dramático, y un final apoteósico. Viéndola siento lo que es ‘El Síndrome Stendhall’. Definirla es limitarla, es un universo, a cada visionado se expande, ANTOLÓGICA. El argumento me lo ahorro por falta de espacio.

El tercer largo de los Coen, productores, guionistas y directores, es una DESCOMUNAL radiografía de la Condición Humana. Elegante, rebosa ingenio, sarcasmo, cinismo, humor, acción, escenas de estremecedora intensidad, guión alambicado simplemente perfecto, las situaciones y los diálogos fluyen en cascada, personajes maravillosamente construidos, hay veces que el cine toca techo, esta obra lo destroza y se pierde en el infinito.

Los Coen se inspiraron libremente en novelas noir-boiled de Dashiell Hammett , y deconstruyeron el cine negro con su particular filtro, dotaron al relato de un antihéroe elegiaco, una femme fatale, villanos de hondura, y lo rodearon de melancolía, nostalgia, amargura, frustración, patetismo, abordando temas universales desde una perspectiva TRÉMULA, como la amistad, el fatalismo, la lealtad, la traición, el poder, el honor, el sacrificio, la dignidad, las ansias de sobrevivir, la ética, la ambición, el egoísmo, el maquiavelismo, el individualismo, el elemento azar, la ambigüedad moral, el amor verdadero, ello en un marco sombrío, denso, oscuro. Obra reflexiva por su riqueza en matices. Uno de los Coen le comentó a un escritor que la raíz de la historia está en la imagen de un sombrero negro que se posa en el suelo de un bosque y después levanta el vuelo impulsado por el viento, curioso.

Engancha ya desde su Poderoso inicio, la primera imagen son unos cubitos de hielo cayendo en un vaso de whisky, vemos a Jon Polito disertar sobre la ética, una charla rebosante de una hipocresía excelente, luego vienen los ESPLÉNDIDOS títulos de crédito, la cámara mira hacia arriba en un bosque, mientras se suceden los protagonistas sobreimpresionados, de fondo la hermosa música, la cámara baja a ras de suelo, un sombrero cae al mismo arrastrado por el viento, se para y sobre el ‘MILLER´S CROSSING’ (el título de Miller es un guiño a su montador habitual Michael R. Miller), el viento lo vuelve a agitar empujándolo hasta perderse entre los árboles, fundido en negro y vemos a TOM REAGAN tumbado tras una resaca, impresionante sutilidad y sofisticación.

Hay un elenco SUBLIME de interpretaciones que sobrepasan el sobresaliente, se mimetizan con sus personajes, dotan a sus roles de humanidad, de empatía, de hondura, excepcionales. GABRIEL BYRNE es el Emperador entre los reyes que son los demás, MAJESTUOSO desde su primera aparición bebiendo whisky es un imán, su penetrante mirada, la soltura con que se mueve le hace cuasi-flotar, su extraordinario dominio gestual, su sonrisa pícara, a nadie le ha quedado el sombrero de medio lado ensombreciéndole el rostro mejor, lo grandioso que es sabe edificar una coraza de frialdad por la que nos deja ver rendijas de fragilidad, las emociones que transmite son arrebatadoras, es la INDIVIDUALIDAD en persona, la forma en que dialoga con los demás es de una superioridad moral escalofriante, es una serpiente cobra insensible que se desliza por la pantalla sabiendo estar al límite, Bogart hubiera bordado este rol, pero jamás habría llegado a las cotas de ambigüedad de Byrne, loar lo suficiente a Gabriel me haría pasar del límite de caracteres. Tom Reagan pasa por ser el mejor personaje que ha dado el Séptimo Arte, el más carismático, el más empático, el más inteligente, el más humano, COLOSAL.

Albert Finney demuestra que es un portentoso actor, es el complemento ideal de Byrne, entre los dos brota una química especial, GLORIOSO en la mítica escena del tiroteo en su casa, moviéndose con una sencillez asombrosa. Marcia Gay Harden nunca ha estado mejor, el rol de mujer fatal le sienta como un anillo, es una leona que intenta sobrevivir entre depredadores, la química con Byrne es de soltar chispazos, su dulce mirada la sabe conjugar con la fiereza del odio, estupenda.

Jon Polito, desaprovechado en el cine, compone a un mafioso con personalidad ardiente, un tipo con ética, derrocha carácter, sarcasmo, cinismo y rabia, grande. Morgan E. Freeman nos espetas una labor magistral, su tipo duro es la némesis de Reagan, su pose de rudo y violento aterroriza, su viril modo de hablar, mordacidad, agudeza, sobrecoge, espectacular en la escena que va a interrogar a Verna y se produce un baleo, yo hubiera hecho un spin-off de su carismático personaje. John Turturro maravilloso, su amoralidad y gelidez asustan, tiene cuatro ententes con Byrne perturbadores, un duelo actoral apasionante, el vencedor el espectador. Atronador en la Mítica secuencia del bosque, conmovedor tramo que pone el vello de punta. Hay más pero el puñetero límite de caracteres…

Hay BIG-BANG de escenas de calado, la charla en casa de Tom entre este y Leo que busca a Verna, con sorpresa final, la divertida de un niño encontrando un muerto, le quita el bisoñé y después los mafiosos especulan sobre la desaparición del postizo, Tom contándole su sueño a Verna, la primera aparición de Bernie, de una elegancia epicúrea, la mítica de Leo y el tiroteo en su casa contra los sicarios que han ido a matarle, MAGNA, con una coreografía EXCELSA, movimientos de cámara, muertes operísticas, el mejor uso que se ha visto en el cine de una metralleta Thompson, se suma de fondo el tema irlandés ‘Danny Boy’, visualmente MAGNA, y por supuesto una de las mejores escenas de la Historia del Cine, y están los tres paseos por el bosque de Miller, dos de una intensidad dramática asfixiante y el último un epílogo vibrante, … (continua en spoiler por falta de espacio)