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Voto de TOM REGAN:
6
7,2
9.503
Drama
El victorioso general Julio César se ve obligado a visitar Egipto para evitar la guerra civil provocada por la falta de entendimiento entre Cleopatra y su hermano Tolomeo, que comparten el poder en Egipto. César, cautivado por la inteligencia y belleza de la joven, la proclama reina indiscutible de Egipto, y tras el nacimiento de su hijo, Cesarión, la convierte en su esposa. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
118/14(11/04/21) Con motivo del reciente 10º aniversario del fallecimiento de Liz Taylor (Elizabeth Rosemond Taylor, 27/02/1932- 23/03/2011) he revisionado su quizás papel más emblemático, no es su mejor actuación, pero si la más icónica, la que hizo en plenitud de su belleza. Film maldito por todos los problemas que hubo durante su rodaje, hicieron multiplicar su presupuesto, protagonizada además de la diva londinense, por Rex Harrison (Julio César) y Richard Burton (Marco Antonio). Drama histórico épico en formato péplum dirigido por Joseph L.Mankiewicz, que guioniza el director junto a Ranald MacDougall (“Alma en suplicio”) y Sidney Buchman (“Caballero sin espada”), adaptan el libro de 1957 “The Life and Times of Cleopatra” de Carlo Maria Franzero, mezclado con historias de Plutarco, Suetonius y Appian, narra las luchas de Cleopatra, la joven reina de Egipto, para resistir las ambiciones imperiales de Roma.
La película alcanzó notoriedad durante su producción por sus enormes sobrecostos y problemas de producción, incluyendo cambios de director (inicio el rodaje Rouben Mamoulian) y elenco (Peter Finch y Stephen Boyd comenzaron y dejaron sus papeles a Rex Harrison y Richard Burton), un cambio de lugar de filmación (de Inglaterra a Italia), escenarios que tuvieron que construirse dos veces, etcétera. Recibió nueve nominaciones en los 36 Premios de la Academia, incluida la de Mejor Película, y ganó cuatro: Mejor Dirección de Arte (Color), Mejor Fotografía (Color), Mejores Efectos Visuales y Mejor Diseño de Vestuario (Color).
Esta es una de esas películas megalómanas que casi devoran al estudio Fox y a todo lo que le cruza, hecha rebufo del éxito de “Ben-Hur” (1959), esta con 15 millones $, siendo más que doblada la cantidad por “Cleopatra” con 31 millones. Donde el gasto de dinero se convirtió en una huida hacia adelante, solo se podría intentar recuperar lo gastado invirtiendo más y más. Pero aun luciendo lo gastado, me ha resultado una cinta envejecida. Ejemplo es su recato a la hora de mostrar la violencia, casi siempre modosita o fuera de plano; o la escena en que vemos a Cleopatra bañarse desnuda, que parece rodada por monjita mojigatas en comparación con otra rodada 31 años antes en “El signo de la cruz” (1932), cuando la emperatriz Poppea se baña en una bañera con leche de burra aunque en cambio muestran un cuasi desnudo dorsal de Liz Taylor, solo tapada mientras la masajean con una toallita su traserito.
Está algo enmohecida en sus diálogos pretenciosos, en sus situaciones rebuscadas, con elipsis un tanto metidas con fórceps, con el par de romances que te meten atropellada y apresuradamente, sin dar gradualidad alguna, cual imperativo del guión, con unas espectaculares escenas de acción con escenarios grandilocuentes, un enorme despliegue de extras, pero sin embargo les falta garra y credibilidad en las pocas que hay (espectacular la defensa de Alejandría, dominando la estrategia Julio César, pero grave que se note tanto es en un estudio), parecen propias de un docudrama, siendo el remate un estilo kitsch que la hace por momentos una autoparodia, me refiero a algunos números que parecen representaciones de musicales de Broadway, epítome por supuesto la Homérica entrada de Cleopatra a Roma, visualmente apoteósico, pero que nadie con dedos de luces puede creer pasó así. Como también reseñable el epicúreo vestuario de Liz Taylor, 65 trajes divinos de la muerte, con algunos escotes que desafían a la gravedad, pero que resultan muy anacrónicos en su función de emitir la pompa de la reina egipcia (aparte de que tenga una doncella rubia en Egipto ¿?).
Cinta que adolece de personajes profundos, son arquetipos que tal los vemos son hasta el final, seres pétreos sin capacidad de desarrollo. Y no pueden decir que hay que ponerla en el contexto temporal, pues ya se habían hecho “Quo Vadis”, “Ben-Hur” o “Spartacus”, que resultan eternas y frescas, mostrando contexto sociopolítico alejado del manierismo simplista de esta, y con personajes que evolucionan. El guión extirpados sus michelines de poca garra de intrigas políticas, queda reducido en su sustancia a la historia de una mujer poderosa manipulando a dos amantes, donde hay dos marcadas partes (con una clásica ‘Intermision’ de pelis épicas), donde la primera está dedicada a Julio César y Cleopatra y la segunda a Marco Antonio y la Reina de Egipto.
Esta “Cleopatra” parece por fiarlo todo a su visualidad, a sus decorados, a su capacidad para mover miles de extras, al armario de atuendos de Cleopatra, al carisma de sus intérpretes, y al divismo de la Taylor. Y con ello dejar de lado la hondura dramática, y eso que la versión que he visto es de 4 horas, la teatral fue de tres. Tampoco suman demasiado las actuaciones con un Richard Burton desubicado, creyéndose interpretar a Shakespeare con frases low cost, con una Liz Taylor que tengo la sensación la enfermedad que contrajo en Inglaterra (y que hizo parar la producción tiempo) la hizo componer un rol apático, cual si solo estuviera allí para lucir palmito y poder cobrar la millonada (la actriz mejor pagada hasta entonces con un millón de dólares por contrato, pero que al final por los retrasos y por porcentajes de taquilla multiplicó por 7). Solo Rex Harrison aporta algo de nervio a su papel de Julio César, con gran expresividad, y gran carisma.
En la parte inicial conoceremos a Julio Cesar, sus gestas en batallas, con ese arranque en un campo de batalla (en Almería) atestado de cadáveres por todas partes y heridos en un panorama dantesco. Y lo vemos entrar en Alejandría, capital de Egipto, allí entraremos en las intrigas entre hermanos por el trono del Reino norteafricano, ello con la entrada en acción de Cleopatra que aparece desplegada dentro de una alfombra, y comienza su cortejo sutil al jerarca romano, lo espía y cuasi-radiografía, asistiendo a sus complejos al compararse con Alejandro Magno, esto potenciado con la visita de este a la tumba del macedonio, (sigo en spoiler)
La película alcanzó notoriedad durante su producción por sus enormes sobrecostos y problemas de producción, incluyendo cambios de director (inicio el rodaje Rouben Mamoulian) y elenco (Peter Finch y Stephen Boyd comenzaron y dejaron sus papeles a Rex Harrison y Richard Burton), un cambio de lugar de filmación (de Inglaterra a Italia), escenarios que tuvieron que construirse dos veces, etcétera. Recibió nueve nominaciones en los 36 Premios de la Academia, incluida la de Mejor Película, y ganó cuatro: Mejor Dirección de Arte (Color), Mejor Fotografía (Color), Mejores Efectos Visuales y Mejor Diseño de Vestuario (Color).
Esta es una de esas películas megalómanas que casi devoran al estudio Fox y a todo lo que le cruza, hecha rebufo del éxito de “Ben-Hur” (1959), esta con 15 millones $, siendo más que doblada la cantidad por “Cleopatra” con 31 millones. Donde el gasto de dinero se convirtió en una huida hacia adelante, solo se podría intentar recuperar lo gastado invirtiendo más y más. Pero aun luciendo lo gastado, me ha resultado una cinta envejecida. Ejemplo es su recato a la hora de mostrar la violencia, casi siempre modosita o fuera de plano; o la escena en que vemos a Cleopatra bañarse desnuda, que parece rodada por monjita mojigatas en comparación con otra rodada 31 años antes en “El signo de la cruz” (1932), cuando la emperatriz Poppea se baña en una bañera con leche de burra aunque en cambio muestran un cuasi desnudo dorsal de Liz Taylor, solo tapada mientras la masajean con una toallita su traserito.
Está algo enmohecida en sus diálogos pretenciosos, en sus situaciones rebuscadas, con elipsis un tanto metidas con fórceps, con el par de romances que te meten atropellada y apresuradamente, sin dar gradualidad alguna, cual imperativo del guión, con unas espectaculares escenas de acción con escenarios grandilocuentes, un enorme despliegue de extras, pero sin embargo les falta garra y credibilidad en las pocas que hay (espectacular la defensa de Alejandría, dominando la estrategia Julio César, pero grave que se note tanto es en un estudio), parecen propias de un docudrama, siendo el remate un estilo kitsch que la hace por momentos una autoparodia, me refiero a algunos números que parecen representaciones de musicales de Broadway, epítome por supuesto la Homérica entrada de Cleopatra a Roma, visualmente apoteósico, pero que nadie con dedos de luces puede creer pasó así. Como también reseñable el epicúreo vestuario de Liz Taylor, 65 trajes divinos de la muerte, con algunos escotes que desafían a la gravedad, pero que resultan muy anacrónicos en su función de emitir la pompa de la reina egipcia (aparte de que tenga una doncella rubia en Egipto ¿?).
Cinta que adolece de personajes profundos, son arquetipos que tal los vemos son hasta el final, seres pétreos sin capacidad de desarrollo. Y no pueden decir que hay que ponerla en el contexto temporal, pues ya se habían hecho “Quo Vadis”, “Ben-Hur” o “Spartacus”, que resultan eternas y frescas, mostrando contexto sociopolítico alejado del manierismo simplista de esta, y con personajes que evolucionan. El guión extirpados sus michelines de poca garra de intrigas políticas, queda reducido en su sustancia a la historia de una mujer poderosa manipulando a dos amantes, donde hay dos marcadas partes (con una clásica ‘Intermision’ de pelis épicas), donde la primera está dedicada a Julio César y Cleopatra y la segunda a Marco Antonio y la Reina de Egipto.
Esta “Cleopatra” parece por fiarlo todo a su visualidad, a sus decorados, a su capacidad para mover miles de extras, al armario de atuendos de Cleopatra, al carisma de sus intérpretes, y al divismo de la Taylor. Y con ello dejar de lado la hondura dramática, y eso que la versión que he visto es de 4 horas, la teatral fue de tres. Tampoco suman demasiado las actuaciones con un Richard Burton desubicado, creyéndose interpretar a Shakespeare con frases low cost, con una Liz Taylor que tengo la sensación la enfermedad que contrajo en Inglaterra (y que hizo parar la producción tiempo) la hizo componer un rol apático, cual si solo estuviera allí para lucir palmito y poder cobrar la millonada (la actriz mejor pagada hasta entonces con un millón de dólares por contrato, pero que al final por los retrasos y por porcentajes de taquilla multiplicó por 7). Solo Rex Harrison aporta algo de nervio a su papel de Julio César, con gran expresividad, y gran carisma.
En la parte inicial conoceremos a Julio Cesar, sus gestas en batallas, con ese arranque en un campo de batalla (en Almería) atestado de cadáveres por todas partes y heridos en un panorama dantesco. Y lo vemos entrar en Alejandría, capital de Egipto, allí entraremos en las intrigas entre hermanos por el trono del Reino norteafricano, ello con la entrada en acción de Cleopatra que aparece desplegada dentro de una alfombra, y comienza su cortejo sutil al jerarca romano, lo espía y cuasi-radiografía, asistiendo a sus complejos al compararse con Alejandro Magno, esto potenciado con la visita de este a la tumba del macedonio, (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
..., además de enterarse la reina de la patología que sufre Julio Cesar, epilepsia (misma que padecía Alejandro Magno). De estas debilidades se surte Cleopatra para seducirlo (de modo demasiado rápido), se puede ver como amor, cariño, condescendencia, yo lo veo como espíritu de supervivencia por su parte, esto con el zenit del triunfo para ella de casarse (aunque Cesar estaba casado, la poligamia era legal) y tener un hijo de él, Cesarion. Esto punteado con saltos a Roma, donde el senado discute la relación de Julio Cesar con Cleopatra, su encaprichamiento con ella, y como esto puede afectar al Imperio. Saltamos a centrar la acción en la Ciudad Eterna cuando Julio César y Cleopatra viajan a la ciudad (con la escena de la opulenta entrada en la urbe de la Reina egipcia). Esto mientras César se vuelve cada vez más arrogante y endiosado, hasta llegar a ser nombrado Dictador (un palabro tan repudiado, y justamente, en nuestros días). Esto provoca la inquina de los que creen que tanta acumulación de poder es mala para Roma, para llegar al mítico apuñalamiento de Julio César en los Idus de Marzo. Visto ingeniosamente por Cleopatra a través de visiones con una sacerdotisa egipcia. Y con esto acaba la primera parte. Que se alarga demasiado, con reiteraciones y estiramientos, y aun con su metraje exceso resulta que no se explica bien el porqué del magnicidio. Y también achacable que Marco Antonio resulta demasiado al fondo de marco.
La segunda parte arranca ya con protagonismo para Marco Antonio, ha dejado de estar a la sombra de Julio César, y de la nada se ha enamorado de Cleopatra, siendo esto grave con tantísimo minutaje. Marco Antonio ha perseguido a los asesinos de su amigo César para matarlos y tras ello vuelve a sus deberes por Roma. Viaja a Egipto para negociar con Cleopatra por abastecimiento de trigo. Hay un divertido juego del gato y el ratón entre ellos, hasta que llega el esperado romance entre ambos, lo malo es que no veo química entre ellos, quizás porque sus actuaciones me resultan cumplidoras simplemente. Tras esto debe haber un conflicto, y este se produce porque Marco Antonio es obligado por el senado a casarse con una mujer romana, y esto enfurece a Cleopatra, chirriándome esto, pues Julio César estaba casado y no le importó al jerarca egipcia.
Como muestra de lo kitsch de la cinta está a la vez la formidable escena de la entrada de Cleopatra en Roma (nueve minutos) para presentarse ante Julio Cesar, y también un espectáculo fuera de lugar, se nota que quiere expresar el embrujo de Cleopatra sobre la capital del Imperio, pero resulta de una pompa y coreografía propias de un desatado Busby Berkeley. Por si sola es una escena sublime en su espectáculo absorbente, con esa llegada final de la reina sobre una gigantesca esfinge dorada tirada por centenares esclavos negros despechados, sobre ella una pirámide, esta se abre y aparece Cleopatra sentada en su trono con su hijo Cesarion, ella ataviada con un traje de oro cual águila, sondeada por decenas de bailarines, con trompetistas. Desciende la ‘Diosa’ de la esfinge y junto a su hijo se postra ante Julio Cesar, al que furtivamente le guiña un ojo.
Con todo el metraje me resulta estridente que no se desarrollen mínimamente los secundarios, como el que encarna Martin Landau, el consejero de Cleopatra al que da vida Hume Cronyn, o el Bruto ahijado de Julio César, todos roles a medio trazar, cerrando el foco sobre el romance y nada más, no dando la lección que por ejemplo dio Kubrick en su también péplum “Spartacus”. Como tampoco se desarrolla ni un poco la relación materno-filial entre Cleopatra y su hijo Cesarión, algo metido con calzador. Todo esto resta bastante. Y encima su rush final me resulta antre aoresurado y de vergüenza ajena.
No es que sea mala, dista de serlo, es que gastándose lo que se gastaron debería haber sido muchísimo más. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/04/cleopatra.html
La segunda parte arranca ya con protagonismo para Marco Antonio, ha dejado de estar a la sombra de Julio César, y de la nada se ha enamorado de Cleopatra, siendo esto grave con tantísimo minutaje. Marco Antonio ha perseguido a los asesinos de su amigo César para matarlos y tras ello vuelve a sus deberes por Roma. Viaja a Egipto para negociar con Cleopatra por abastecimiento de trigo. Hay un divertido juego del gato y el ratón entre ellos, hasta que llega el esperado romance entre ambos, lo malo es que no veo química entre ellos, quizás porque sus actuaciones me resultan cumplidoras simplemente. Tras esto debe haber un conflicto, y este se produce porque Marco Antonio es obligado por el senado a casarse con una mujer romana, y esto enfurece a Cleopatra, chirriándome esto, pues Julio César estaba casado y no le importó al jerarca egipcia.
Como muestra de lo kitsch de la cinta está a la vez la formidable escena de la entrada de Cleopatra en Roma (nueve minutos) para presentarse ante Julio Cesar, y también un espectáculo fuera de lugar, se nota que quiere expresar el embrujo de Cleopatra sobre la capital del Imperio, pero resulta de una pompa y coreografía propias de un desatado Busby Berkeley. Por si sola es una escena sublime en su espectáculo absorbente, con esa llegada final de la reina sobre una gigantesca esfinge dorada tirada por centenares esclavos negros despechados, sobre ella una pirámide, esta se abre y aparece Cleopatra sentada en su trono con su hijo Cesarion, ella ataviada con un traje de oro cual águila, sondeada por decenas de bailarines, con trompetistas. Desciende la ‘Diosa’ de la esfinge y junto a su hijo se postra ante Julio Cesar, al que furtivamente le guiña un ojo.
Con todo el metraje me resulta estridente que no se desarrollen mínimamente los secundarios, como el que encarna Martin Landau, el consejero de Cleopatra al que da vida Hume Cronyn, o el Bruto ahijado de Julio César, todos roles a medio trazar, cerrando el foco sobre el romance y nada más, no dando la lección que por ejemplo dio Kubrick en su también péplum “Spartacus”. Como tampoco se desarrolla ni un poco la relación materno-filial entre Cleopatra y su hijo Cesarión, algo metido con calzador. Todo esto resta bastante. Y encima su rush final me resulta antre aoresurado y de vergüenza ajena.
No es que sea mala, dista de serlo, es que gastándose lo que se gastaron debería haber sido muchísimo más. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/04/cleopatra.html