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Voto de TOM REGAN:
6
5,1
10.787
Thriller
Nick (Elijah Wood) se considera un chico con suerte porque va a conocer a Jill Goddard (Sasha Grey), la actriz más excitante del momento. Jill está promocionando su última película, y Nick ha ganado una cena con ella en un concurso on-line. Poco antes de salir, un tal Chord le comunica que la caprichosa actriz ha cancelado la cita. Para compensarlo, le ofrece a Nick la posibilidad de espiar a Jill durante la noche desde su portátil. (FILMAFFINITY) [+]
13 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
182/04(07/12/14) Prometedor film en su idea central este tercer largometraje del director y guionista cántabro Nacho Vigalondo, ejercicio de estilo que bebe del más genuino Hitchcock de “La ventana indiscreta”, los tiempos han avanzado y la ventana es la del monitor de un ordenador y a través de él el mundo es infinito, las posibilidades no tienen fin, asistimos a toda la acción de este thriller por la pantalla de un pc, esta se multiplica de vez en cuando en varias subventanas a modo de la serie “24”, esto acentúa la tensión y zozobra del espectador, Vigalondo aprovecha irregularmente las posibilidades del proyecto, pues tras este fundamento debía estar un argumento que sostuviera la idea y esta solo aguanta poco más de media hora, en cuanto el protagonista sale del hotel la historia sufre una evidente falta de recursos narrativos¡, cayendo en lo inverosímil y solo se puede sobrellevar haciendo suspensión del raciocinio, pues el realizador nos monta en una suerte de montaña rusa sin sistema de seguridad cayendo una y otra vez en despropósito tras despropósito, añadiendo tanto giro de guión que termina por darte igual lo que les pase a sus insulsos protagonistas, derivando en un clímax final sensiblemente mejorable siendo muy benévolo. Vigalondo dice haberse inspirado en el film de Mike Nichols “Closer”.
Nick (correcto Elijah Wood) es un fan de la popular y bella actriz Jill Goddard (correcta Sasha Grey), tras un concurso gana una cena con ella, mientras espera en el hotel a que llegue la hora, le llaman para cancelar la cita, es un tal Chord que se dice su jefe publicitario. Tras esto Chord le propone vengarse de ella espiándola a través de webscam hackeadas. Al principio acepta por curiosidad pero conforme avanza la situación se vuelve retorcida y se ve involucrado en una trama que lo lleva a ser un títere.
Vigalondo que con su primer film “Los cronocrimenes” fue un soplo de aire fresco, demostrando que atesora buenas ideas, con se segundo largo, “Extraterrestre”, me hizo un zasca, pues me fue una decepcionante comedia, insulsa, sin gracia y sin alma, con su tercera obra mis sensaciones son encontradas, pues por un lado hay que agradecerle su osadía y valentía al afrontar la difícil misión de hacer un film en tiempo real y en un solo plano-secuencia (falseado por supuesto), teniendo que apoyarse en el montaje, sabe meternos de lleno en la acción, atraparnos en su red voyeurista, pero a medida que avanza el metraje sus débiles costuras se van deshilachando y dejan a la luz sus enclenques pilares. Nacho intenta hacer una crítica a los peligros de las nuevas tecnologías, algo creado para hacernos más fácil la vida y que puede ser manejado en nuestra contra, cual episodio de la gran serie “Black Mirror”, nos habla de nuestra fragilidad de privacidad ante esta nueva avalancha de modernidad en la que estamos sumergidos, esto queda bien expuesto en el film, sobre todo en su primera parte, donde nos bombardean imágenes de webscam, cámaras de video, de móviles, de vigilancia callejera, y más, pero esto acaba por meternos en un torbellino en el que al director se le va la historia de las manos y se convierte en un troll que le devora la cinta mediante recursos endebles, lagunas mil, arrastrando en su marea a unos personajes livianos y sin fuerza de empatía.
Vigalondo eso sí, construye un film trepidante y entretenido (si no piensas demasiado), con un arranque atractivo con el tráiler falso de un film, para después descolocarnos congelándose imágenes en una premiere de un film, ejercicio de cine dentro del cine, para después torpedearnos con un tsunami de información que hace queramos saber las respuestas a las muchas incógnitas que aparecen, estableciendo una hábil intriga, situándonos en el papel de mirón, en un ejercicio cercano a la interacción con el protagonista, involucrándonos en una suerte de juego donde las mentiras se mezclan con verdades, y donde nada es lo que parece, esto que en un principio resulta sugestivo se convierte en una losa con el abuso de sorpresas y contrasorpresas, dedica nada de tiempo a personajes, con lo que nos llegan megaplanos.
La cinta adolece de que en cuanto al espectador le dé por utilizar el cerebro se cae el débil castillo de naipes que es el relato, con más agujeros que un queso gruyere, agarrándose a casualidades, giros increíbles, una artificiosidad que un simple soplo echa al suelo, tampoco tiene su fuerte en unos diálogos que van de lo inane a lo ridículo, situaciones tan forzadas como chirriantes, personajes que no se entienden que pintan, ejemplo claro y sonrojante son los hackers gabachos, auténtico pegote sinsentido alguno, persecución de coches penosa, policía que aparece y desaparece sin saber porque, quedando la sensación de que Vigalondo es un tramposo y trilero, y lo peor es que se le ven las cartas en la manga.
(Continua en spoiler)
Nick (correcto Elijah Wood) es un fan de la popular y bella actriz Jill Goddard (correcta Sasha Grey), tras un concurso gana una cena con ella, mientras espera en el hotel a que llegue la hora, le llaman para cancelar la cita, es un tal Chord que se dice su jefe publicitario. Tras esto Chord le propone vengarse de ella espiándola a través de webscam hackeadas. Al principio acepta por curiosidad pero conforme avanza la situación se vuelve retorcida y se ve involucrado en una trama que lo lleva a ser un títere.
Vigalondo que con su primer film “Los cronocrimenes” fue un soplo de aire fresco, demostrando que atesora buenas ideas, con se segundo largo, “Extraterrestre”, me hizo un zasca, pues me fue una decepcionante comedia, insulsa, sin gracia y sin alma, con su tercera obra mis sensaciones son encontradas, pues por un lado hay que agradecerle su osadía y valentía al afrontar la difícil misión de hacer un film en tiempo real y en un solo plano-secuencia (falseado por supuesto), teniendo que apoyarse en el montaje, sabe meternos de lleno en la acción, atraparnos en su red voyeurista, pero a medida que avanza el metraje sus débiles costuras se van deshilachando y dejan a la luz sus enclenques pilares. Nacho intenta hacer una crítica a los peligros de las nuevas tecnologías, algo creado para hacernos más fácil la vida y que puede ser manejado en nuestra contra, cual episodio de la gran serie “Black Mirror”, nos habla de nuestra fragilidad de privacidad ante esta nueva avalancha de modernidad en la que estamos sumergidos, esto queda bien expuesto en el film, sobre todo en su primera parte, donde nos bombardean imágenes de webscam, cámaras de video, de móviles, de vigilancia callejera, y más, pero esto acaba por meternos en un torbellino en el que al director se le va la historia de las manos y se convierte en un troll que le devora la cinta mediante recursos endebles, lagunas mil, arrastrando en su marea a unos personajes livianos y sin fuerza de empatía.
Vigalondo eso sí, construye un film trepidante y entretenido (si no piensas demasiado), con un arranque atractivo con el tráiler falso de un film, para después descolocarnos congelándose imágenes en una premiere de un film, ejercicio de cine dentro del cine, para después torpedearnos con un tsunami de información que hace queramos saber las respuestas a las muchas incógnitas que aparecen, estableciendo una hábil intriga, situándonos en el papel de mirón, en un ejercicio cercano a la interacción con el protagonista, involucrándonos en una suerte de juego donde las mentiras se mezclan con verdades, y donde nada es lo que parece, esto que en un principio resulta sugestivo se convierte en una losa con el abuso de sorpresas y contrasorpresas, dedica nada de tiempo a personajes, con lo que nos llegan megaplanos.
La cinta adolece de que en cuanto al espectador le dé por utilizar el cerebro se cae el débil castillo de naipes que es el relato, con más agujeros que un queso gruyere, agarrándose a casualidades, giros increíbles, una artificiosidad que un simple soplo echa al suelo, tampoco tiene su fuerte en unos diálogos que van de lo inane a lo ridículo, situaciones tan forzadas como chirriantes, personajes que no se entienden que pintan, ejemplo claro y sonrojante son los hackers gabachos, auténtico pegote sinsentido alguno, persecución de coches penosa, policía que aparece y desaparece sin saber porque, quedando la sensación de que Vigalondo es un tramposo y trilero, y lo peor es que se le ven las cartas en la manga.
(Continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Más agujeros: En la habitación de hotel de Nick se enciende la luz y a cientos de metros la pareja de Jill se fija en la ventana de este, se supone que los hoteles los huéspedes encienden la luz, pero es que además el acompañante de Jill cual lince detecta una cámara que les graba, menudo artificio; Una llamada telefónica Jill a emergencias y aparecen en su casa un equipo de asalto policial enorme, menuda exageración; El inverosímil tramo en que ayudan a Jill atrapada en un maletero mediante una geolocalización en 3D; La traca final es de mear y no echar gota, cuando Chord desvela su verdadera identidad los desmanes se amontonan cual castell, describir todos los desvarios que tienen que ver con este bloque me da pereza, solo decir que tendría perdón si es que estaba muy, pero muy fumao, a lo que supongo Vigalondo esperaría el espectador también lo estuviera, para su desgracia estaba sobrio cuando la vi.
La puesta en escena tiene su pilar más sólido en un montaje espectacular y vibrante de Bernat Vilaplana (“El laberinto del fauno”, “Lo imposible” o “Hellboy II”), una labor draconiana que trasluce energía y vigor, agilizando con adrenalina las más de 70 horas rodadas por el director, haciendo que los diferentes saltos entre ventanas se vena con veracidad y sin imposturas.
Elijah Wood realiza una interpretación desangelada, sin poder de simpatía hacia el espectador, me resulta frío. Sasha Grey en otro intento de alejarse del cine para adultos (eufemismo del porno) realiza otro papel naif, mero elemento decorativo, siendo graciosa la escena en que enseña un pecho, intentando ella emitir vergüenza, con la de cosas que ha enseñado y hecho en pantalla.
Al final me queda un desequilibrado film que le doy algo más de puntuación por el coraje del director al querer hacer algo difícil y valiente, aunque en su desarrollo se le escurre de los dedos con fuegos artificiales que devoran muchas cosas buenas que tiene este film. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena tiene su pilar más sólido en un montaje espectacular y vibrante de Bernat Vilaplana (“El laberinto del fauno”, “Lo imposible” o “Hellboy II”), una labor draconiana que trasluce energía y vigor, agilizando con adrenalina las más de 70 horas rodadas por el director, haciendo que los diferentes saltos entre ventanas se vena con veracidad y sin imposturas.
Elijah Wood realiza una interpretación desangelada, sin poder de simpatía hacia el espectador, me resulta frío. Sasha Grey en otro intento de alejarse del cine para adultos (eufemismo del porno) realiza otro papel naif, mero elemento decorativo, siendo graciosa la escena en que enseña un pecho, intentando ella emitir vergüenza, con la de cosas que ha enseñado y hecho en pantalla.
Al final me queda un desequilibrado film que le doy algo más de puntuación por el coraje del director al querer hacer algo difícil y valiente, aunque en su desarrollo se le escurre de los dedos con fuegos artificiales que devoran muchas cosas buenas que tiene este film. Fuerza y honor!!!