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Voto de TOM REGAN:
8
6,9
904
Drama
Guerra de los Cien Años. Tras una vida disoluta, Enrique V (1413-1422) hereda el trono de Inglaterra y toma conciencia de sus responsabilidades. En 1415 reúne un ejército de 30.000 hombres y reanuda la guerra contra los franceses. Ese mismo año los derrota en la batalla de Azincourt y, a continuación, ocupa Normandía y París. (FILMAFFINITY)
29 de junio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
232/32(18/06/21) Estupenda adaptación de la obra del bardo de Avon de 1599, primera dirección del mítico actor Laurence Olivier (de las 5 que hizo), además produciendo (también por vez primera), protagonizando (tercera actuación del actor nominada al Oscar y segunda aparición en una película de Shakespeare) y escribiendo, en este caso con ayuda de los no acreditados de Dallas Bower y Alan Dent (“Hamlet” o “Ricardo III”), ello con gran imaginación puesta al servicio del entretenimiento, desde ese magno inicio de la cámara flotando por el Londres isabelino y deteniéndose en el mítico Golden Globe donde se va a representar la obra shakesperiana, apoyándose esto en ilustraciones del libro, "Las muy ricas horas del Duque de Berry" (siglo XV), hermoso arranque homenaje al teatro (Los decorados interiores se construyeron en los Denham Studios en Buckinghamshire-Inglaterra), esto en miscelánea con las secuencias de la icónica batalla de Agincourt (Olivier estudió el episodio de la batalla del hielo en Alexander Nevsky de Eisenstein para inspirarse) en escenarios naturales (de Irlanda: Wicklow; Se filmó allí al ser terreno neutral durante la WWII), donde se produce una espectacular carga de caballería francesa, todo esto atomizado por la fulgente cinematografía en radiante technicolor (usando la única cámara Technicolor en Inglaterra en ese momento) de Robert Krasker (“El Tercer Hombre” o “El Cid”), con tomas de barrido, metiéndose en el meollo de la batalla, en miscelánea con la bella música de William Walton (“Hamlet” o “Ricardo III”). Aunque la fuerza de la película, es como la de la obra, en la palabra creada por William Shakespeare, en los discursos, en los diálogos, en este caso siendo arrolladora la actuación de Olivier (que ya había representado en teatro al personaje en 1937 y 1942), mimetizándose con el rey anglo, siendo homéricos sus enardecedores discursos. Todo esto mezclado con bastante humor, sobre todo en su primer tramo, así como algunas subtramas de secundarios que intentan reflejar a los soldados de a pie.
Supuestamente la producción cinematográfica británica más cara jamás realizada hasta ese momento. La película se hizo cerca del final de la Segunda Guerra Mundial y estaba destinada a estimular la moral de Gran Bretaña. En consecuencia, fue financiado en parte por el gobierno británico. La película estaba originalmente "dedicada a los 'comandos y tropas aerotransportadas de Gran Bretaña, el espíritu de cuyos antepasados se ha intentado humildemente recuperar' ". La película le valió a Olivier un premio honorífico de la Academia por "su destacado logro como actor, productor y director en llevar a Enrique V a la pantalla".
El Coro entra e implora al público que use su imaginación para visualizar el escenario de la obra. Luego se ve, en un balcón, a dos clérigos, el arzobispo de Canterbury y el obispo de Ely, discutiendo los asuntos actuales del estado. Entonces Henry entra y discute con sus nobles el estado de Francia. Henry recibe un regalo del delfín francés. El regalo resulta ser pelotas de tenis, una burla a la juventud e inexperiencia de Henry. Henry, ofendido, envía al embajador francés y se prepara para reclamar el trono francés, un trono que cree que es legítimamente suyo. Luego se muestran los personajes de las obras de Shakespeare Henry IV, el cabo Nym, Bardolph y Pistol. Estos personajes deciden unirse al ejército de Henry; sin embargo, antes de que lo hagan, Falstaff, otro personaje que regresa y uno de los antiguos mentores del Rey, muere. En este punto, la acción se traslada a Southampton y fuera del Globe.
La película llama la atención desde su impactante apertura (situándonos el primero de mayo de 1600) sobre el cielo de un Londres isabelino, vemos las edificaciones medievales cruzadas por el Támesis surcado por barcos del tiempo, pasando por la legendaria Torre de Londres, cruzando por el Puente de Londres, entonces una especie de Pontevecchio florentino en el hecho de que sobre él se asentaban edificaciones, una labor de maquetas maravillosa incluso con el paso de casi ochenta años desde su estreno, creados estos efectos especiales por W. Percy Day (“Napoleón” o “A vida o muerte”), llegando al teatro Golden Globe, donde un hombre iza una bandera (pone The Globe Playhouse) en señal de que van a realizar una obra. Entramos en el recinto circular, adentrándonos en el back stage de lo que será el debut ante el público de “Henry V”, sintiéndonos testigos de cómo se hacían entonces, siempre con tono de humor. En esto que se da una tormenta, y el maestro de ceremonias (Leslie Banks) exhorta al nutrido público a abrir su imaginación para disfrutar ampliamente de la obra. Para luego entrar en un primer acto engullido de humor, siendo el pico la perdida de papeles (y nunca mejor dicho) del Arzobispo con el Rey.
La cinta se enorgullece del tributo al teatro en lo falso de los fondos para representar castillos pintados sobre lonas, con murallas cartón piedra, donde si te fijas podrías ver las etiquetas. Todo en modo de crescendo dramático-bélico desde la afrenta del ‘insulto’ a Henry con las pelotas de tenis galas, tomándolo por un ‘niño’ al nuevo monarca, y tomándolo esto como una afrenta. Donde el Rey deberá ir cambiando la impresión que tanto sus enemigos como sus allegados tienen de él como alguien superficial y hedonista, teniendo de trabas en el camino desde las ofensas francesas a las traiciones entre los suyos, donde la visión que tiene de él fuera es al principio su mejor aliado, donde deberá moverse con fuerza pero justicia (ejemplo como procede con la ciudad sitiada, Harfleur; Donde da su primer vigoroso discurso a las tropas) para proyectar liderazgo, esto atomizado en sus vibrantes discursos pre-batallas. Monarca enfocado como cercano a sus soldados, preocupado por sus padecimientos, esto reflejado en el paseo nocturno ‘anónimo’ que el encapuchado Enrique se da en al víspera de la batalla climática, donde charla con ellos... (sigo en spoiler)
Supuestamente la producción cinematográfica británica más cara jamás realizada hasta ese momento. La película se hizo cerca del final de la Segunda Guerra Mundial y estaba destinada a estimular la moral de Gran Bretaña. En consecuencia, fue financiado en parte por el gobierno británico. La película estaba originalmente "dedicada a los 'comandos y tropas aerotransportadas de Gran Bretaña, el espíritu de cuyos antepasados se ha intentado humildemente recuperar' ". La película le valió a Olivier un premio honorífico de la Academia por "su destacado logro como actor, productor y director en llevar a Enrique V a la pantalla".
El Coro entra e implora al público que use su imaginación para visualizar el escenario de la obra. Luego se ve, en un balcón, a dos clérigos, el arzobispo de Canterbury y el obispo de Ely, discutiendo los asuntos actuales del estado. Entonces Henry entra y discute con sus nobles el estado de Francia. Henry recibe un regalo del delfín francés. El regalo resulta ser pelotas de tenis, una burla a la juventud e inexperiencia de Henry. Henry, ofendido, envía al embajador francés y se prepara para reclamar el trono francés, un trono que cree que es legítimamente suyo. Luego se muestran los personajes de las obras de Shakespeare Henry IV, el cabo Nym, Bardolph y Pistol. Estos personajes deciden unirse al ejército de Henry; sin embargo, antes de que lo hagan, Falstaff, otro personaje que regresa y uno de los antiguos mentores del Rey, muere. En este punto, la acción se traslada a Southampton y fuera del Globe.
La película llama la atención desde su impactante apertura (situándonos el primero de mayo de 1600) sobre el cielo de un Londres isabelino, vemos las edificaciones medievales cruzadas por el Támesis surcado por barcos del tiempo, pasando por la legendaria Torre de Londres, cruzando por el Puente de Londres, entonces una especie de Pontevecchio florentino en el hecho de que sobre él se asentaban edificaciones, una labor de maquetas maravillosa incluso con el paso de casi ochenta años desde su estreno, creados estos efectos especiales por W. Percy Day (“Napoleón” o “A vida o muerte”), llegando al teatro Golden Globe, donde un hombre iza una bandera (pone The Globe Playhouse) en señal de que van a realizar una obra. Entramos en el recinto circular, adentrándonos en el back stage de lo que será el debut ante el público de “Henry V”, sintiéndonos testigos de cómo se hacían entonces, siempre con tono de humor. En esto que se da una tormenta, y el maestro de ceremonias (Leslie Banks) exhorta al nutrido público a abrir su imaginación para disfrutar ampliamente de la obra. Para luego entrar en un primer acto engullido de humor, siendo el pico la perdida de papeles (y nunca mejor dicho) del Arzobispo con el Rey.
La cinta se enorgullece del tributo al teatro en lo falso de los fondos para representar castillos pintados sobre lonas, con murallas cartón piedra, donde si te fijas podrías ver las etiquetas. Todo en modo de crescendo dramático-bélico desde la afrenta del ‘insulto’ a Henry con las pelotas de tenis galas, tomándolo por un ‘niño’ al nuevo monarca, y tomándolo esto como una afrenta. Donde el Rey deberá ir cambiando la impresión que tanto sus enemigos como sus allegados tienen de él como alguien superficial y hedonista, teniendo de trabas en el camino desde las ofensas francesas a las traiciones entre los suyos, donde la visión que tiene de él fuera es al principio su mejor aliado, donde deberá moverse con fuerza pero justicia (ejemplo como procede con la ciudad sitiada, Harfleur; Donde da su primer vigoroso discurso a las tropas) para proyectar liderazgo, esto atomizado en sus vibrantes discursos pre-batallas. Monarca enfocado como cercano a sus soldados, preocupado por sus padecimientos, esto reflejado en el paseo nocturno ‘anónimo’ que el encapuchado Enrique se da en al víspera de la batalla climática, donde charla con ellos... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Para a la mañana siguiente dar ante su ejército su épico discurso del día de San Crispín. Y todo este liderazgo lo encarna con tremendo carisma Laurence Olivier, derrochando entusiasmo y enorme expresividad, en lo que en este caso aúna gran fisicidad en las secuencias de batallas.
Tan grande es su interpretación ‘More Tha Big Life’ que hace que los secundarios resulten opacados: Felix Aylmer da un divertido Arzobispo de Canterbury; Robert Newton da una buena labor como Ancient Pistol, un alivio cómico cumplidor; Renee Asherson es una entrañable princesa Katharine en su candor; Ivy St. Helier como la dama de compañía resulta agradable.
Batalla de Agincourt: De la que me falta la estrategia que siguió la tropa angla, lo sé por haber leído sobre ello, pero aquí al parecer se da por sobre entendido para el espectador. Se recrea de modo espectacular, sobre todo teniendo en cuenta el año (para mí mucho mejor que la que se da en el zenit de “Ricardo III” de Olivier 11 años después), vemos pormenorizado los movimientos de los diferentes estamentos, desde la infantería, los arqueros (impresionante el efecto especial con las flechas sobre el enemigo), o la carga de caballería, los enfrentamientos, el lodazal en que caen los franceses con sus pesadas armaduras, como los ingleses los van llevando a zonas angostas para que su superioridad se atenúe. Está él ataque vengativo de unos cuantos franceses contra el campamento inglés (me resulta chirriante no esté protegido), donde matan a niños, está como se lo toma Henry con ira, descargando su furia adrenalítica en un duelo contra un gerifalte galo. Todo maravillosamente desarrollado.
Se le puede achacar que los tiempos del teatro no son los del cine, que un espectador en una platea es diferente en su comunión con el actor presencial al espectador en su sillón frente a la pantalla (sea grande o pequeña), la oratoria que sobre un escenario resulta hipnótico, para una película puede exceder cuando el tiempo se alarga y con ello pierdes conexión emocional. Pero el cine es otro lenguaje, requiere de agilidad, de ritmo, de combinación de planos, y este cortocircuito hay veces que parece, ejemplo claro es en el tramo final cuando Henry ‘pela la pava’ con la princesa Katherine, se estira más que la visita de los suegros, más si tenemos en cuenta que el pescado está vendido antes de empezar, se van a casar o sí o sí da igual que la veje o bese.
Entre los defectos mencionar que cuando la historia pasa a los roles de a pie, los secundario que estaban alrededor de Falstaff (buen George Robey), unos cobardes trúhanes que no son más que un desengrasante elemento cómico que cada vez que los veo me son estridentes, como si pertenecieran a otra historia, es salir ellos y la narración cruje cual si le metieran un palo entre los radios, me sacan de lo interesante.
Donde (con el telón de fondo del Tratado de Troyes) se da una grácil escena con el discurso del Duque de Borgoña (notable) Valentine Dyall sobre el erial que es Francia tras la guerra, y la cámara hace un abrillante movimiento cruzando una ventana para hacer un barrido por la campiña gala (con fondo teatral) y volcar por donde salió. En los momentos finales, el mirador vuelve al Globe Theatre y la obra, donde los actores hacen reverencias. En los momentos finales, el mirador vuelve al Globe Theatre y la obra, donde los actores hacen reverencias. Y el maestro de ceremonias circularmente se despide del público.
Enrique V se quedó con media Francia y posteriormente quiso dar legitimidad a lo obtenido por las armas intentando heredar la totalidad de la corona francesa casándose con la menor de las hijas del rey francés, Catalina de Valois.
Me queda un notable film, con muchos elementos destacables que la hacen muy recomendable, aun con sus defectillos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/06/enrique-v.html
Tan grande es su interpretación ‘More Tha Big Life’ que hace que los secundarios resulten opacados: Felix Aylmer da un divertido Arzobispo de Canterbury; Robert Newton da una buena labor como Ancient Pistol, un alivio cómico cumplidor; Renee Asherson es una entrañable princesa Katharine en su candor; Ivy St. Helier como la dama de compañía resulta agradable.
Batalla de Agincourt: De la que me falta la estrategia que siguió la tropa angla, lo sé por haber leído sobre ello, pero aquí al parecer se da por sobre entendido para el espectador. Se recrea de modo espectacular, sobre todo teniendo en cuenta el año (para mí mucho mejor que la que se da en el zenit de “Ricardo III” de Olivier 11 años después), vemos pormenorizado los movimientos de los diferentes estamentos, desde la infantería, los arqueros (impresionante el efecto especial con las flechas sobre el enemigo), o la carga de caballería, los enfrentamientos, el lodazal en que caen los franceses con sus pesadas armaduras, como los ingleses los van llevando a zonas angostas para que su superioridad se atenúe. Está él ataque vengativo de unos cuantos franceses contra el campamento inglés (me resulta chirriante no esté protegido), donde matan a niños, está como se lo toma Henry con ira, descargando su furia adrenalítica en un duelo contra un gerifalte galo. Todo maravillosamente desarrollado.
Se le puede achacar que los tiempos del teatro no son los del cine, que un espectador en una platea es diferente en su comunión con el actor presencial al espectador en su sillón frente a la pantalla (sea grande o pequeña), la oratoria que sobre un escenario resulta hipnótico, para una película puede exceder cuando el tiempo se alarga y con ello pierdes conexión emocional. Pero el cine es otro lenguaje, requiere de agilidad, de ritmo, de combinación de planos, y este cortocircuito hay veces que parece, ejemplo claro es en el tramo final cuando Henry ‘pela la pava’ con la princesa Katherine, se estira más que la visita de los suegros, más si tenemos en cuenta que el pescado está vendido antes de empezar, se van a casar o sí o sí da igual que la veje o bese.
Entre los defectos mencionar que cuando la historia pasa a los roles de a pie, los secundario que estaban alrededor de Falstaff (buen George Robey), unos cobardes trúhanes que no son más que un desengrasante elemento cómico que cada vez que los veo me son estridentes, como si pertenecieran a otra historia, es salir ellos y la narración cruje cual si le metieran un palo entre los radios, me sacan de lo interesante.
Donde (con el telón de fondo del Tratado de Troyes) se da una grácil escena con el discurso del Duque de Borgoña (notable) Valentine Dyall sobre el erial que es Francia tras la guerra, y la cámara hace un abrillante movimiento cruzando una ventana para hacer un barrido por la campiña gala (con fondo teatral) y volcar por donde salió. En los momentos finales, el mirador vuelve al Globe Theatre y la obra, donde los actores hacen reverencias. En los momentos finales, el mirador vuelve al Globe Theatre y la obra, donde los actores hacen reverencias. Y el maestro de ceremonias circularmente se despide del público.
Enrique V se quedó con media Francia y posteriormente quiso dar legitimidad a lo obtenido por las armas intentando heredar la totalidad de la corona francesa casándose con la menor de las hijas del rey francés, Catalina de Valois.
Me queda un notable film, con muchos elementos destacables que la hacen muy recomendable, aun con sus defectillos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/06/enrique-v.html