340/13(14/12/23) Entretenido film policiaco, fue la ópera prima del realizador heleno Costa-Gavras, más tarde conocido por sus cintas combativas políticamente, aquí se atiene a un producto ameno detectivesco que juega hábilmente con el ‘whodunit’. El propio director guioniza la novela “Compartiments tueurs” (1962), de Sébastien Japrisot (anagrama de Jean-Baptiste Rossi), siendo protagonizada en un reparto coral por un buen puñado de intérpretes reconocidos como protagonizada por Yves Montand (actor fetiche del director en films como Z, La Confesión, o Estado de sitio), Simone Signoret, Michel Piccoli, Jean-Louis Trintignant, Catherine Allégret. Pascale Roberts y Charles Denner, o Jacques Perrin. Obra que bajo una pátina de cine negro hace un collage de personajes con sus anhelos y frustraciones en el París de mediados de los 60, donde cual noir yanki hace gala de los avances del tiempo en la investigación policial, sobre todo el uso del teléfono en los autos.

Un ingenioso argumento que juega con la percepción del espectador, con jugosa intriga, buen suspense, algunos giros inteligentes que entran en aquella quimera del Crimen Perfecto, es posible o no? Thriller con buen ritmo, con personajes con alma, delineando unos seres con matices. Ello haciéndonos saborear una buena atmósfera en b/n gracias a la estupenda cinematografía de Jean Tournier (“El Tren” o “Chacal”), impregnando de dramatismo los fotogramas, jugando con las sugerencias propias del posterior giallo, ello en la forma en que aparecen criminales de modo velado.

Hay personajes con riqueza interior, como es René, actuado por un gran Michel Piccoli, un pervertido que seguimos un tiempo mientras oímos sus pensamientos retorcidos en off; Tenemos el fresco romance entre una joven Bambi y Daniel, todo un canto a la libertad juvenil, actuado respectivamente por una preciosa y encantadora Catherine Allégret y Jacques Perrin, buena su química; tenemos la de Eliane Darrès, una mujer de mediana edad, actriz que ve escapársele la juventud y crea poder retenerla junto a un joven, Éric Grandin. Ella ensalzada por una excelente Simone Signoret y él por Jean-Louis Trintignant, en un rol algo más apagado; Tenemos a un gran Yves Montand, inundando de carisma su rol de detective al mando de las pesquisas.

A todo ello, cabe sumar un inteligente uso del humo desengrasante, mayormente en los márgenes del relato son las alusiones de unos forenses a la arquitectura gótica del siglo XIII, o esos clientes de un bar que aprovechan el barullo para meter la boca en el grifo del barril de cerveza.

La cinta toma un twist cortante cuando comienza a haber asesinatos entre los que durmieron en el compartimento del tren. Acelerándose el ritmo, cuando el asesino comienza una vorágine criminal, hasta desembocar en un rush final enérgico, con tensión bien llevada, y al final con una persecución que acaba a orillas del Sena.

Pero todo esto bueno, es socavado por una labor de desarrollo un tanto caótica en varios aspectos. Como es la forma atropellada en que se presentan los protagonistas, sin nombres, lo que dificulta el seguimiento de la historia. Demasiados personajes se amontonan, cuando la historia no es tan complicada como el guion nos quiere hacer ver: Además utilizando de modo anárquico el recurso de la voz en off de los pensamientos de algún personaje, lo cual instintivamente nos leva a darle más importancia de la que en realidad tiene, desorientando al espectador (ósea yo). Y su tramo final combina buenos elementos con otros bastante forzados, como es la utilización de un civil como señuelo.