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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Comedia Pierre Brochant y sus amigos organizan todos los miércoles una cena que es una especie de apuesta: el que invite al idiota más extraordinario será el ganador. Una noche, Brochant está pletórico: ha encontrado una auténtica joya, un idiota integral. Se trata de François Pignon, un chupatintas del Ministerio de Finanzas con una gran pasion por las construcciones hechas a base de cerillas. Lo que Brochant ignora es que Pignon es un ... [+]
10 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
99/02(03/05/18) El galo Francis Veber creo hace veinte años una de las mejores comedias de las últimas dos décadas, uno de esos films que te ríes a carcajada limpia, y eso en mi es harto complicado, cinta desprovista de sentimentalismos pueriles, se ríe de nuestra sociedad narcisista y arrogante. Son 80 minutos delirantes en su encadenamiento de situaciones desternillantes, y lo mejor es que lo hace desde la naturalidad y fluidez, sin caer en absurdos o simplezas forzadas, todo discurre de modo verosímil. Veber adapta su propia obra de teatro del mismo nombre en la que Jacques Villeret desempeñó el mismo papel. Obra de un ritmo endiablado, donde los gags se desarrollan en un ambiente cuasi-teatral onde la fuerza la transmite la brillante química entre los co-protagonistas, Thierry Lhermitte como el arrogante tipo de la alta sociedad que mira a los demás por encima del hombreo, frente a él un mindundi feucho, regosrdrete, clavo, con su poco cabello enmarañado, un perdedor que no tiene consciencia de ella, entre los dos las chispas saltan a cada momento, a cada gesto, entrelazándose situaciones en un increscendo climático apabullante. Nominado seis veces durante la 24 ª ceremonia del César en 1999, ganó tres premios: mejor actor para Jacques Villeret, mejor actor de reparto por Daniel Prévost y Mejor Guión Original o Adaptado por Francis Veber. Con más de 9 millones de entradas, Le Dîner de Cons es el segundo en la taquilla francesa del año 1998 detrás de Titanic. El personaje encarnado por François Pignon es recurrente en las obras del realizador, es Jacques Brel en “L’Emmerdeur” (guioniza) de Edouard Molinaro, de Pierre Richard en “Los compadres” y “Dos fugitivos”, de Auteuil en el armario de Gad Elmaleh en Salir del armario”, así como Patrick Timsit en la nueva versión de “La Emmerdeur”. Se han hecho en todo el mundo varios remake, ninguno tan genuino y fresco como este.

Comedia ágil y muy dinámica que con unos pocos medios (prácticamente un solo escenario apenas cuatro actores) sabe explotarlos de modo majestuoso, manejando recursos como el enredo, la confusión de identidades, los equívocos, los diálogos con dobles sentidos, los latiguillos, donde se conjuga el humor inteligente con el hilarante, ello en un tour de forcé sensacional entre los personajes, de como el “idiota” cada vez que intenta ayudar al “listo” lo empeora, emponzoñándolo todo más y más, la bonhomía del “idiota” hace que nos caiga simpático, que nos compadezcamos de él, mientras la petulancia del “listo” nos hace querer que le vaya mal, el “idiota” es un torbellino que arrasa con la vida del anfitrión. Un relato lleno de sencillez pero que evoluciona de modo endiabladamente jocoso, siendo un humor apta a todos los públicos, sin necesidad de caer en la sal gorda, sus bazas son el ingenio con el contraste entre los supuestamente inteligentes idiotas, donde el realizador consigue hacer difusa esta línea que los separa.

Jacques Villeret como François Pignon es el alma de la película, el que hace que todo el humor solaz cobre sentido, su rostro de perdedor transpira humanidad, ser de una bondad solo equiparable con su candidez, es un elefante en cacharrería para el anfitrión, su nobleza y buen corazón no van acompañados de sagacidad y picardía, es un desastre con patas, su naturalidad e ingenuidad ante lo que sucede alrededor provoca genuino humor; Thierry Lhermitte encarna a Pierre Brochant, un displicente, egocéntrico, narcisista y soberbio tipo, de apariencia triunfador, un editor de clase alta, vive en un lujoso apartamento, un pretencioso que encuentra la horma de su zapato en Pignon, al que cree dominar y manipula, pero que cuanto más marionetiza más se pone él mismo contra el reflejo de sus defectos y debilidades humanas. Mantiene el actor con Villeret una química arrolladora en su diferencia de caracteres.
Francis Huster da un buen perfil como Just LeBlanc, el que era el mejor amigo de Brochant, especie de ojo del espectador en este vodevil que se encuentra Pierre, con esa risa contagiable que es prácticamente la nuestra; Daniel Prévost como el auditor de hacienda Lucien Cheval es todo un repunte sabiamente incluido en el rush final para dar aún más ritmo, derivando en situaciones ácidamente divertidas.

La puesta en escena resulta marcadamente teatral (fiel a su origen), con diseño de producción de Hugues Tissandier (“Juan de Arco de Luc Beson” o “Valerian y la ciudad de los mil planetas”), siendo el elitista apartamento recreado en los Studios Eclair-Seine-Saint-Denis (Francia); La fotografía es de Luciano Tovoli, (“El reportero” o “Suspiria”), llenando de colorido y luminidad acorde con el estado de ánimo vitalista requerido; El score es obra de Vladimir Cosma (“La Diva” o “El animal”), de poca relevancia en el desarrollo, aunque llamativo el tema de los créditos iniciales escrito e interpretado por Georges Brassens, “Le temps ne fait rien à l'affaire”, que ya impregna de ese aire distendido la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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