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Voto de TOM REGAN:
7
7,5
7.797
Western
Las tribus indias planean unirse para una guerra total contra los blancos. Brittles, un veterano capitán de caballería, recibe la orden de evitar las concentraciones de indios, al tiempo que debe escoltar a la esposa y a la sobrina de su comandante. Además, ha de impedir que un traficante venda una partida de armas a los indios. Esta triple misión será la última del capitán antes de su jubilación. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
165/04(05/09/16) Segunda película de la "Trilogía de la Caballería", del maestro John Ford, tras “Fort Apache” (1948) y que cerraría en 1950 con “Rio Grande”, en lo que fue un homenaje del realizador a la caballería estadounidense de la segunda mitad del SXIX, la que ayudaba a construir el país tras la guerra de Secesión, la que lo agranda y ensancha, la que ayudó a cicatrizar las heridas entre los dos bandos al tener que luchar contra el enemigo juntos, explotando sus constantes, la camaradería varonil, el patriotismo, el sacrificio por el sentido del deber, el trabajo en equipo, el valor de la familia, la de sangre y la del ejército, el humor de borrachines (Victor McLaglen casi siempre), ensalzando la integridad y el orgullo de los pueblos indios, la valentía, loando a la mujer como pilar unificador, como sufridora, como abnegada madre y amante esposa, y como no, el escenario favorito del realizador, el Monument Valley. Bajo mi modesto punto de vista esta es la más débil de las tres, paradójicamente es la más bella por su brillante puesta en escena, pero falla el guión de de Frank S. Nugent (“Centauros Del Desierto”, “Fort Apache”) y Laurence Stallings (“Tres Padrinos”, “Paso Al Noroeste”), se basa en el relato "War Party" de James Warner Bellah, hierra en orgánicamente, se siente como un puñado de viñetas regularmente cosidas una a otra, flojea en su desarrollo que discurre en picos de sierra, aunque en lo bueno resulta maravilloso, como es el estudio del personaje Nathan Brittles, tratado con gran cariño y encarnado de modo extraordinario por John Wayne, Ford hasta este film (habían hecho varios juntos) no lo consideró actor. El título original “She Wore a Yellow Ribbon”, está tomado de la segunda estrofa del himno militar que acompaña los créditos iníciales, hace referencia a la cinta amarilla usada por las mujeres cuando sus amores fueron enviados a la guerra. Obtuvo el Oscar a la mejor fotografía en color de Winton Hoch.
La acción se sitúa en 1876, unos meses después de la derrota de Custer, en territorio castigado por los indios. Al borde de su retiro en el Fuerte Starke, un puesto de caballería, el envejecido Capitán de caballería de los EEUU Nathan Brittles (John Wayne) tiene una última misión: llevar a su tropa y hacer frente a una huida de la reserva de Cheyennes y Arapahoes tras la derrota de George Armstrong Custer en la batalla del Little Big Horn . La misión se complica por ser forzado al mismo tiempo para entregar esposa y sobrina de su oficial al mando, Abby Allshard (Mildred Natwick) y Olivia Dandridge (Joanne Dru), en una posta de diligencias al este y por la necesidad de evitar una nueva guerra india . Sus oficiales de tropas, 1er teniente Flint Cohill (John Agar) y el segundo teniente Ross Pennell (Harry Carey, Jr.), por su parte compiten por el afecto de la señorita Dandridge. Ayudándole con su misión está el Jefe Scout sargento. Tyree (Ben Johnson), oficial de caballería confederado. También tendran importancia en el relato el primer sargento Quincannon (Victor McLaglen); y el Mayor Allshard (George O'Brien).
Un bello film que trata entre otros temas ya referido fordianos, sobre el paso implacable del tiempo, sobre la soledad, sobre la amargura de tener que dejar lo que quieres, sobre el otoño de la vida, resultando por momentos un poema precioso en imágenes, un relato embestido de nostalgia y melancolía, esto potenciado por la crepuscular fotografía, quedando en algunos tramo una narración bañada de elegía, de las que te toca la fibra, ejemplo notorio son las visitas de Nathan a la tumba de su esposa. Esto lo hace en una historia eminentemente ensalzando lo cotidiano, la vida castrense, apenas hay escenas de acción o tiroteos, no hay batallas, en este sentido es de alabar el espíritu pacifista que recorre el metraje reflejado formidablemente en el diálogo del protagonista Nathan con el anciano jefe indio, "Somos viejos para hacer la guerra, pero podemos impedirla", dice Brittles a Caballo Loco, los dos ajados guerreros saben que su tiempo ha pasado, que los jóvenes los empujan, pero aún así apuestan por la paz. Asimismo es otro toque de Ford el contrastar la tranquila y mesurada veteranía, frente al ímpetu y energía de la juventud, la osadía frente a la reflexión. Hay momentos en que la épica cobra vida con la visión de la marcha del batallón por el infinito Monument Valley, con el funeral, con sus líricos bailes, etc.
La cinta cojea en varios aspectos, primero en su sensación de desarrollo en base a set-pieces, tiene un hilo argumental muy flojo, no hay increscendo dramático, aunque si momentos intensos, dando la impresión que el relato es una nimia excusa para mostrar la beldad en color del Monumental Valle, y sobre todo para exponer evocadoras postales del ocaso de un veterano soldado que representa a una nación cambiante. Otrra tara y esta muy notoria es la subtrama romántica, un triángulo amoroso metido con calzador, un lastre chirriante que roza la vergüenza ajena, con situaciones que dan grima entre los tres, una chica jugando con dos pretendientes oficiales, de una liviandad penosa, una calienta... jugando con dos enchochaos sin personalidad. Y es que la cinta también adolece de secundarios de apoyo que refuercen la historia, toda la fuerza la asume un Titánico John Wayne, solo aguanta el tipo un apoteósico Victor MacLaglen, el resto son figuras de personalidad intercambiable. Hay también una escena que parece un gag fuera de lugar, es la pelea en la cantina del fuerte, divertida, pero no encaja, chirría, además de notarse artificiosa.
La acción se sitúa en 1876, unos meses después de la derrota de Custer, en territorio castigado por los indios. Al borde de su retiro en el Fuerte Starke, un puesto de caballería, el envejecido Capitán de caballería de los EEUU Nathan Brittles (John Wayne) tiene una última misión: llevar a su tropa y hacer frente a una huida de la reserva de Cheyennes y Arapahoes tras la derrota de George Armstrong Custer en la batalla del Little Big Horn . La misión se complica por ser forzado al mismo tiempo para entregar esposa y sobrina de su oficial al mando, Abby Allshard (Mildred Natwick) y Olivia Dandridge (Joanne Dru), en una posta de diligencias al este y por la necesidad de evitar una nueva guerra india . Sus oficiales de tropas, 1er teniente Flint Cohill (John Agar) y el segundo teniente Ross Pennell (Harry Carey, Jr.), por su parte compiten por el afecto de la señorita Dandridge. Ayudándole con su misión está el Jefe Scout sargento. Tyree (Ben Johnson), oficial de caballería confederado. También tendran importancia en el relato el primer sargento Quincannon (Victor McLaglen); y el Mayor Allshard (George O'Brien).
Un bello film que trata entre otros temas ya referido fordianos, sobre el paso implacable del tiempo, sobre la soledad, sobre la amargura de tener que dejar lo que quieres, sobre el otoño de la vida, resultando por momentos un poema precioso en imágenes, un relato embestido de nostalgia y melancolía, esto potenciado por la crepuscular fotografía, quedando en algunos tramo una narración bañada de elegía, de las que te toca la fibra, ejemplo notorio son las visitas de Nathan a la tumba de su esposa. Esto lo hace en una historia eminentemente ensalzando lo cotidiano, la vida castrense, apenas hay escenas de acción o tiroteos, no hay batallas, en este sentido es de alabar el espíritu pacifista que recorre el metraje reflejado formidablemente en el diálogo del protagonista Nathan con el anciano jefe indio, "Somos viejos para hacer la guerra, pero podemos impedirla", dice Brittles a Caballo Loco, los dos ajados guerreros saben que su tiempo ha pasado, que los jóvenes los empujan, pero aún así apuestan por la paz. Asimismo es otro toque de Ford el contrastar la tranquila y mesurada veteranía, frente al ímpetu y energía de la juventud, la osadía frente a la reflexión. Hay momentos en que la épica cobra vida con la visión de la marcha del batallón por el infinito Monument Valley, con el funeral, con sus líricos bailes, etc.
La cinta cojea en varios aspectos, primero en su sensación de desarrollo en base a set-pieces, tiene un hilo argumental muy flojo, no hay increscendo dramático, aunque si momentos intensos, dando la impresión que el relato es una nimia excusa para mostrar la beldad en color del Monumental Valle, y sobre todo para exponer evocadoras postales del ocaso de un veterano soldado que representa a una nación cambiante. Otrra tara y esta muy notoria es la subtrama romántica, un triángulo amoroso metido con calzador, un lastre chirriante que roza la vergüenza ajena, con situaciones que dan grima entre los tres, una chica jugando con dos pretendientes oficiales, de una liviandad penosa, una calienta... jugando con dos enchochaos sin personalidad. Y es que la cinta también adolece de secundarios de apoyo que refuercen la historia, toda la fuerza la asume un Titánico John Wayne, solo aguanta el tipo un apoteósico Victor MacLaglen, el resto son figuras de personalidad intercambiable. Hay también una escena que parece un gag fuera de lugar, es la pelea en la cantina del fuerte, divertida, pero no encaja, chirría, además de notarse artificiosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La puesta en escena resulta prodigiosa, con una fenomenal dirección artisitica de James Basevi (“Al este del Edén” o “Centauros del desierto”), rodándose gran parte en el incomparable “Ford Country”, o sea, el Monument Valley (Utah), para el fuerte se construyó el Kanab Movie Fort (Utah), en el desierto Moab (Utah), en el Mexican hat (Utah), y en Kayenta, Reserva Navajo (Arizona), e interiores en los estudios Pathe en Hollywood, todo esto atomizado por la extraordinaria fotografía en radiante color de Winton Hoch (“El hombre tranquilo” o "Centauros del desierto"), inspirándose para la composición de las tomas, de los planos y del cromatismo en imágenes de pinturas y esculturas del artista estadounidense Frederic Remington (1861-1909), evocando postales que parecen salidas por el colorida y las situaciones del pincel del referido pintor que tanto gustaba de recrear estampas del Oeste americano, provocando una hermosa estética naturalista en el film, con preciosas tomas paisajistas de los agrestes y terrosos lugares por los que surca el batallón, alternando con líricas secuencias crepusculares fundiéndose con el personaje, esas homéricas puestas de sol en contra, o esas escenas elegiacas del protagonista junto a la tumba de su esposa, maravillosas las escenas de la tormenta, por la que se pelearon Hoch y Ford, o las poéticas del desierto nevado, ello en refulgentes destacados de rojos intensos y de marrones acentuados, una lección de cómo hacer de la fotografía un pilar por el que merece la mena ver un film.
Sobresale la historia en su argumento por el estudio de personalidad del protagonista, Natahn Brittles, el ejemplo del sentido del deber, de la razón, de la comprensión, de la reflexión, del que vela por la seguridad de su gente, y ello lo vemos mientras está al borde de dejar el cargo que daba sentido a su vida, mientras día a día tacha en un almanaque las fechas para su próxima jubilación tras 40 años de servicio, tipo de carácter fuerte que deja traslucir tristeza latente, es potencialmente los estados Unidos, un símbolo. Ello encarnado de modo vibrante por un gran John Wayne, en una actuación formidable, la mejor hasta entonces, haciendo creíble un personaje de 60 (teniendo 42), gracias a un espléndido maquillaje que lo arruga y encanece, y sobre todo a su interpretación majestuosa, aportando un brillante carisma, una mirada cansada, una sonrisa lacónica, su oratoria pausada y pensativa, Regio.
Spoiler:
"En el cuello llevaba una cinta amarilla. Se la ponía en invierno y en el alegre mes de mayo. Cuando le pregunté por qué llevaba la cinta amarilla...Me dijo que era para su amor, que estaba en caballería. ¡Caballería! ¡Caballería! Dice que es para su amor, que está en caballería. ¡Caballería! ¡Caballería! Dice que es para su amor, que está en la caballería de EEUU. Me siento solo desde que crucé la colina, el páramo y el valle. La tristeza invade mi corazón desde que me separé de mi Sally. Ya no encuentro alegría, porque todo me recuerda lo rápido que pasaba el tiempo con la chica que dejé."
Al final de La legión invencible, el narrador le dice al público: "Así que aquí están. Los soldados con cara de perro, los clientes habituales, los cincuenta centavos un día a caballo profesionales de los puestos de avanzada de una nación. Desde Fort Reno a Fort Apache ... de Sheridan a Stockton ... eran todos iguales. Los hombres en camisa azul sucio ... y solamente una página en frío en los libros de historia para marcar su paso. Pero dondequiera que se levantaron y lo que buscaban, que se convirtió en lugar de los Estados Unidos "
Al final, sumado lo bueno y regular le voy a dar un siete, por el buen regusto que me ha dejado, que me hace olvidar sus defectos. Fuerza y honor!!!
Sobresale la historia en su argumento por el estudio de personalidad del protagonista, Natahn Brittles, el ejemplo del sentido del deber, de la razón, de la comprensión, de la reflexión, del que vela por la seguridad de su gente, y ello lo vemos mientras está al borde de dejar el cargo que daba sentido a su vida, mientras día a día tacha en un almanaque las fechas para su próxima jubilación tras 40 años de servicio, tipo de carácter fuerte que deja traslucir tristeza latente, es potencialmente los estados Unidos, un símbolo. Ello encarnado de modo vibrante por un gran John Wayne, en una actuación formidable, la mejor hasta entonces, haciendo creíble un personaje de 60 (teniendo 42), gracias a un espléndido maquillaje que lo arruga y encanece, y sobre todo a su interpretación majestuosa, aportando un brillante carisma, una mirada cansada, una sonrisa lacónica, su oratoria pausada y pensativa, Regio.
Spoiler:
"En el cuello llevaba una cinta amarilla. Se la ponía en invierno y en el alegre mes de mayo. Cuando le pregunté por qué llevaba la cinta amarilla...Me dijo que era para su amor, que estaba en caballería. ¡Caballería! ¡Caballería! Dice que es para su amor, que está en caballería. ¡Caballería! ¡Caballería! Dice que es para su amor, que está en la caballería de EEUU. Me siento solo desde que crucé la colina, el páramo y el valle. La tristeza invade mi corazón desde que me separé de mi Sally. Ya no encuentro alegría, porque todo me recuerda lo rápido que pasaba el tiempo con la chica que dejé."
Al final de La legión invencible, el narrador le dice al público: "Así que aquí están. Los soldados con cara de perro, los clientes habituales, los cincuenta centavos un día a caballo profesionales de los puestos de avanzada de una nación. Desde Fort Reno a Fort Apache ... de Sheridan a Stockton ... eran todos iguales. Los hombres en camisa azul sucio ... y solamente una página en frío en los libros de historia para marcar su paso. Pero dondequiera que se levantaron y lo que buscaban, que se convirtió en lugar de los Estados Unidos "
Al final, sumado lo bueno y regular le voy a dar un siete, por el buen regusto que me ha dejado, que me hace olvidar sus defectos. Fuerza y honor!!!