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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Thriller. Terror. Drama John Wayne Cleaver es un adolescente obsesionado con los asesinos en serie que, pese a sus tendencias sociópatas, hace todo lo posible para no convertirse en uno de ellos. Cuando el frío pueblo del Midwest americano donde vive se ve acechado por una ola de sangrientas muertes, John decide perseguir al culpable, bajo la amenaza de descubrir que él es mucho peor que su enemigo. (FILMAFFINITY)
11 de diciembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
240/09(09/12/16) Irregular cinta indie del irlandés Billy O'Brien, empieza bien pero a medida que avanza se despeña, provocando el alejamiento del espectador. El guión del propio director junto a Christopher Hyde se basa en la novela homónima de 2009 del escritor de terror y ciencia ficción Dan Wells, siendo esta la primera entrega de una trilogía (“John Wayne Cleaver”), seguida por “Mr. Monster”, y “I Don't Want To Kill You”. Historia que en su propuesta resulta atractiva un chico con dudas sobre su personalidad, se cree un sociópata que potencialmente puede llegar a ser un psicópata, esto sirve para analizar el despertar a la madurez, las complicadas relaciones familiares, el bullying escolar, ello mostrado con buen sentido del humor negro, pero en cuanto la trama discurre por el sendero de la investigación a lo “Terciopelo azul”, por lo de un joven indagando sobre un asesinato en su pequeña comunidad, descendiendo al Infierno que es el patio trasero de nuestra sociedad, pero esta parte, en que se pretende poner en paralelo al asesino en serie con el muchachos, queda atropellada, con momentos chirriantes, confusos, que te dejan gélido.


John Cleaver Wayne (Max records) es un joven diagnosticado como sociópata, capaz de reconocerse así como asesino en serie en potencia, motivo por el cual crea conjunto reglas le permiten estado de “normalidad”. Tener un único amigo con quien platicar sobre asesinos en serie, conversar con su terapeuta, el Dr. Neblin (Karl Geary) y ayudar a su madre April (Laura Fraser) en depósito cadáveres actividades le ayudan a mantener al margen sus instintos homicidas. Un día su equilibrio amenazado por llegada de asesino serial caracterizado por extirpar órganos de sus víctimas. John realizará investigación para dar con asesino y poner fin a su ola de terror, aunque para ello, deba romper sus reglas. Tendrá importancia en la historia un vecino anciano del chico, Crowley (Christopher Lloyd).

Cinta que nos habla de lo mencionado arriba y además de la vejez, de su marginalidad, de cómo sienten ellos el amor, asimismo hace una reflexión sobre los sacrificios por amor, y de cómo en casos extremos todos podemos sacar el monstruo que llevamos dentro. Es un thriller que roza lo gore, con dosis de humor oscuro, donde terminaran enfrentándose dos generaciones alejadas, la del adolescente en plena crisis existencial, con sus dilemas morales como pesada mochila (como metáfora subliminal del difícil tránsito a la madurez), y la del anciano, representando el otoño de la vida, el primero tiene como asidero de salvación a su madre y el segundo a su ajada esposa, los dos aman, y entre ellos hay un liviano juego del gato frente al ratón, dos antagonistas turbios enmarcados en un escenario bucólico, un nevado pueblo en plena Navidad.

El relato arranca de modo atractivo en la ágil y fresca presentación del complejo protagonista, su tierna relación con su madre, con su terapeuta, con su amigo, con sus cafres compañeros de clase, desplegando buenas ideas que sugieren podemos estar ante algo destacable, pero paradójicamente cuando descubre en impactante momento al asesino, la trama desbarra hacia lo efectista, adoleciendo de garra, de sugestión, introduciendo a empujones lo sobrenatural que chirría más que el Titanic cuando se parte, con situaciones regularmente hiladas, con desequilibrio, derivando en alejar el espectador (o sea yo), de una historia que deja de engancharte, a lo que no suman son sus diálogos banales y sin fuerza dramática alguna, sin poder extraer un momento perdurable de la cinta, si acaso una hábil sorpresa (la única del film). Y encima está un anticlimático clímax, con un momento sonrojante que demuestra que la sutilidad no es el fuerte del realizador (spoiler).

Max Records (aunque no lo parezca es su nombre real) deja buen sabor de boca en su actuación, dejando traslucir lleva un buen intérprete dentro, luciéndose en su nihilismo del primer tercio, lástima que el trascurso del metraje no le ayude a crecer y se estanque. Christopher Lloyd demuestra que siempre ha sido un gran actor, bordando incluso este sinuoso y difuso rol. Laura Fraser aporta dulzura y naturalidad en su relación con su hijo.

La puesta en escena es buena, con un buen diseño de producción de Jennifer Klide (“Take Shelter”), rodándose íntegramente en el estado de Minnesota, en Virginia, Minneapolis, St. Paul, Golden Valley y Hibbing, reflejando muy bien una pequeña comunidad del medio oeste USA, con sus nevados paisajes, esto filtrado por la fotografía Robbie Ryan (“Fish Tank” o “Philomena”), emitiendo gelidez ambiental, jugando con la luz tenue, con tonalidades grises apagadas, para trasladar al espectador la melancolía ambiental.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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