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Voto de TOM REGAN:
7
7,1
7.651
Drama
Eve, una mujer que ha sido abandonada por su marido, se reúne con sus tres hijas para tratar de afrontar la situación. Ella se encuentra en un momento crítico, pero sus hijas también tienen sus propios problemas, algunos de ellos derivados del poco cariño que han recibido de su madre. Las emociones se desbordan cuando el marido se presenta en la casa familiar acompañado de la mujer con la que quiere casarse. (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
54/11(14/03/15) En su octavo film Woody Allen dio un cambio radical a su cine, lo despojo del mejor de sus dones, el humor, acercándose a su admirado realizador Ingmar Bergman, con una obra con claras referencias a este. Allen dirige y guioniza un relato seco, árido, cuasi-teatral, en ambientes cerrados, con gran uso de la fotografía para emitir la claustrofobia de los personajes, a través de la radiografía de algo ya muy manejado por el autor neoyorkino, la introspección de una familia de Nueva York, acomodada, culta, de neuróticos protagonistas, inseguros, acomplejados y con evidentes taras de cariño. El coral elenco actoral es una de las mejores bazas del relato. Se me hace una historia demasiado dura, sin remansos, ni oasis alguno en el que reposar tanta intensidad, extenuante tanto nivel de aires trágicos, film muy bien rodado, con narración que al no ser extensa en tiempo no llega a hacerse pesada, pero lo roza. Lo terrible es que Dios bendijo a Woody Allen con el Don de la vis cómica, la mordacidad, la ironía, el desmenuzar a nuestra sociedad con ingenio y sarcasmo, aquí esto brilla por su ausencia, gran error privarnos de estos elementos, con lo que la cinta se queda en un drama asfixiante, de hondura, pero sin posibilidad de trascendencia.
Gira en torno a las 3 hijas de Arthur (EG Marshall), acomodado abogado, y la introvertida Eva (Geraldine Page), decoradora de interiores. Son Renata (Diane Keaton), poeta de éxito casada con Frederick (Richard Jordan), profesor universitario, la menor es Flyn (Kristin Griffith), actriz de películas de baja calidad, y la tercera es la indecisa Joey (Mary Beth Hurt), mantiene una relación con Mike (Sam Waterston), no puede mantener un trabajo, resentida, cree su madre favorece a Renata. Cuando Arthur cumple 60 años anuncia inesperadamente quiere la separación de su esposa, que quiere vivir solo.Eva, en plena depresión y mentalmente inestable, intenta suicidarse. Este acontecimiento provoca un terremoto entre las hermanas, aumentado cuando su padre regresa de un viaje a Grecia con una novia, Pearl (Maureen Stapleton), mujer extrovertida que pone a las hermanas en zozobra.
El drama se adentra en temas de profundidad psicológica, como la soledad, frustraciones vitales, relaciones familiares frías, celos, envidias, complejos, la necesidad de cariño, el egoísmo, la incomunicación, la muerte como acto escapista, el sentido de la vida, el sentido de la culpa, la infidelidad, los matrimonios desavenidos, ello con una espléndida construcción de personajes, con diálogos de calado emocional, con la edificación de un mundo cerrado, gracias a su teatral ambientación, emitiendo claustrofobia, la de los personajes, apresados en sí mismos, personajes fríos, parecen asentimentales, guardan en su interior su sufrimiento, sus miedos, sus angustias, su tormento, sus dudas, su odio, un arduo retrato de caracteres en un estilo marcadamente intimista, con multitud de silencios que hablan, con miradas fijas que evocan deseos de libertad, sobre todo las simbólicas por las ventanas, son cautivos voluntarios de la infelicidad, el nuevo personaje entra en la historia como un soplo de aire fresco, ser ajeno a este viciado microuniverso, los descoloca a todos, su superficialidad y alegría por disfrutar de la vida los coloca frente a un espejo, su vitalidad es contrapuesta a su melancólica existencia de envidias y rencores malsanos, no pueden soportar las hijas que la nueva pareja de su padre sea tan diferente a su deprimente madre. Allen al contrario de la mayoría de su filmografía, la neurosis típica de sus personajes es manejada de modo seco y adusto, no hay lugar al cinismo y mordacidad, nos muestra un submundo de personajes insatisfechos por naturaleza, reclusos de su inconformismo, de sus inseguridades, de sus altas pretensiones.
Con todo lo bueno dista de ser perfecta, alardea de una pretenciosidad cargante, excesivamente solemne, demasiado seria, se equivoca Allen al privarnos de su vis cómica, el humor da humanidad, y puede ser más patético que tanta recome de tristeza que termina por hastiar, es de una auto-impuesta intensidad que por momentos sobrepasa, no tienen aristas los personajes, son lineales desde la primer vez que los vemos, avanzan hacia la nada, sin evolución, el rumbo se denota deprimente y sin salida, a esto se añaden monólogos y diálogos buenos, pero al redundar en esta permanente profundidad se sienten pomposos, cayendo en lo que no quiere Woody, en lo hueco, tampoco los personajes ayudan, mutilados en la empatía mínima para sentir algo por ellos, unos petulantes que encuentran en su intelectualidad la razón de ser de su patetismo.
La puesta en escena es un pilar robusto sobre el que se cimienta la transmisión de emociones, casi todo lugares interiores, excepto la playa de Southampton, manejada de modo soberbio, su hostil oleaje es una clara alegoría de los tormentosos sentimientos de los personajes, en interiores con paredes desnudas, decoración minimalista, ambientes sombríos, amenazantes, opresivos en penumbra esto gracias a la extraordinaria fotografía de Gordon Willis (“El padrino” o “Manhattan”), surte los fotogramas de frialdad, no se ve el sol, los planos en el exterior son siempre nubosos, tomas simétricas, tonos entre grisáceos, ocres, verdosos y azules apagados, todo tristón, jugando con las sombras y la oscuridad en la que sume a muchos personajes, en contraste con la exposición que hace de Pear, un torbellino de colorido, con suaves movimientos de cámara, bellos travellings, con toma-voyeur excepcional como la de la conversación de las hermanas en la playa y la cámara las sigue tras una valla a modo simbólico de encerrarlas, con sibaritas primeros planos ultraexpresivos, o captando la ira de la naturaleza, todo contribuye a que nos llegue el pesimismo que se respira. La música es un elemento casi extirpado, sólo dos temas, ambos durante la boda, "Wolverine Blues" y "Keeping Out Of Mischief Now". (continua en spoiler)
Gira en torno a las 3 hijas de Arthur (EG Marshall), acomodado abogado, y la introvertida Eva (Geraldine Page), decoradora de interiores. Son Renata (Diane Keaton), poeta de éxito casada con Frederick (Richard Jordan), profesor universitario, la menor es Flyn (Kristin Griffith), actriz de películas de baja calidad, y la tercera es la indecisa Joey (Mary Beth Hurt), mantiene una relación con Mike (Sam Waterston), no puede mantener un trabajo, resentida, cree su madre favorece a Renata. Cuando Arthur cumple 60 años anuncia inesperadamente quiere la separación de su esposa, que quiere vivir solo.Eva, en plena depresión y mentalmente inestable, intenta suicidarse. Este acontecimiento provoca un terremoto entre las hermanas, aumentado cuando su padre regresa de un viaje a Grecia con una novia, Pearl (Maureen Stapleton), mujer extrovertida que pone a las hermanas en zozobra.
El drama se adentra en temas de profundidad psicológica, como la soledad, frustraciones vitales, relaciones familiares frías, celos, envidias, complejos, la necesidad de cariño, el egoísmo, la incomunicación, la muerte como acto escapista, el sentido de la vida, el sentido de la culpa, la infidelidad, los matrimonios desavenidos, ello con una espléndida construcción de personajes, con diálogos de calado emocional, con la edificación de un mundo cerrado, gracias a su teatral ambientación, emitiendo claustrofobia, la de los personajes, apresados en sí mismos, personajes fríos, parecen asentimentales, guardan en su interior su sufrimiento, sus miedos, sus angustias, su tormento, sus dudas, su odio, un arduo retrato de caracteres en un estilo marcadamente intimista, con multitud de silencios que hablan, con miradas fijas que evocan deseos de libertad, sobre todo las simbólicas por las ventanas, son cautivos voluntarios de la infelicidad, el nuevo personaje entra en la historia como un soplo de aire fresco, ser ajeno a este viciado microuniverso, los descoloca a todos, su superficialidad y alegría por disfrutar de la vida los coloca frente a un espejo, su vitalidad es contrapuesta a su melancólica existencia de envidias y rencores malsanos, no pueden soportar las hijas que la nueva pareja de su padre sea tan diferente a su deprimente madre. Allen al contrario de la mayoría de su filmografía, la neurosis típica de sus personajes es manejada de modo seco y adusto, no hay lugar al cinismo y mordacidad, nos muestra un submundo de personajes insatisfechos por naturaleza, reclusos de su inconformismo, de sus inseguridades, de sus altas pretensiones.
Con todo lo bueno dista de ser perfecta, alardea de una pretenciosidad cargante, excesivamente solemne, demasiado seria, se equivoca Allen al privarnos de su vis cómica, el humor da humanidad, y puede ser más patético que tanta recome de tristeza que termina por hastiar, es de una auto-impuesta intensidad que por momentos sobrepasa, no tienen aristas los personajes, son lineales desde la primer vez que los vemos, avanzan hacia la nada, sin evolución, el rumbo se denota deprimente y sin salida, a esto se añaden monólogos y diálogos buenos, pero al redundar en esta permanente profundidad se sienten pomposos, cayendo en lo que no quiere Woody, en lo hueco, tampoco los personajes ayudan, mutilados en la empatía mínima para sentir algo por ellos, unos petulantes que encuentran en su intelectualidad la razón de ser de su patetismo.
La puesta en escena es un pilar robusto sobre el que se cimienta la transmisión de emociones, casi todo lugares interiores, excepto la playa de Southampton, manejada de modo soberbio, su hostil oleaje es una clara alegoría de los tormentosos sentimientos de los personajes, en interiores con paredes desnudas, decoración minimalista, ambientes sombríos, amenazantes, opresivos en penumbra esto gracias a la extraordinaria fotografía de Gordon Willis (“El padrino” o “Manhattan”), surte los fotogramas de frialdad, no se ve el sol, los planos en el exterior son siempre nubosos, tomas simétricas, tonos entre grisáceos, ocres, verdosos y azules apagados, todo tristón, jugando con las sombras y la oscuridad en la que sume a muchos personajes, en contraste con la exposición que hace de Pear, un torbellino de colorido, con suaves movimientos de cámara, bellos travellings, con toma-voyeur excepcional como la de la conversación de las hermanas en la playa y la cámara las sigue tras una valla a modo simbólico de encerrarlas, con sibaritas primeros planos ultraexpresivos, o captando la ira de la naturaleza, todo contribuye a que nos llegue el pesimismo que se respira. La música es un elemento casi extirpado, sólo dos temas, ambos durante la boda, "Wolverine Blues" y "Keeping Out Of Mischief Now". (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Geraldine Page realiza una gran interpretación, muy sentida y de hondura dramática, contenida, mesurada, sobria, magnífica, de pose regia, impoluta, de apariencia de cuasi-estatua, no casual, Woody quiso para el rol a Ingrid Bergman, a la que le ofreció el personaje, rehusó para rodar “Sonata de Otoño” de Ingmar Bergman, junto a Liv Ullmann en Noruega, curiosamente tanto Geraldine como Ingrid fueron nominadas al Oscar por papeles parecidos, al final el premio se lo llevó Jane Fonda por “Coming Home” de Hal Ashby. Mary Beth Hurt es Joey, resentida desorientada, busca chivos expiatorios para su mezquindad, estupenda su cruda actuación. Diane Keaton vive en un mundo de aprente felicidad, todo impostado, espléndida labor. Kristin Griffith es una actriz insatisfecha que anhela salir de la espiral de mediocridad de un trabajo que no la llena, buen trabajo el suyo. EG Marshall es el patriarca de la familia, hombre que encuentra en su separación y posterior unión a su nueva mujer nuevos bríos para lo que era una deprimente vida, el único personaje que evoluciona en la historia, emite sentirse a gusto y feliz con Pearl, muy bueno. Maureen Stapleton es Pearl, la cuña que desarbola esta macilenta familia, la que la sacude, expone gran vitalidad, espontaneidad, todo lo contrario que Eve, es por ello que ha encandilado a Arthur, brillante en su actuación.
La ambientación es claramente deudora del realizador sueco Bergman, con movimientos de cámara similares, con composiciones estéticas y estáticas parecidas, con sus sentidos primeros planos de rostros que se superponen, tomas contemplativas, el tema de la exploración de la psique femenina, son marcas de Ingmar, siendo el mayor referente de su filmografía “Gritos y susurros” (1972), aunque paradójicamente Allen dijo que se inspiraba más en el dramaturgo Eugene O’Neill que en el director escandinavo, por lo del espíritu teatral del film.
Momentos recordables: El intento de suicidio de Eve, muy flemático, sereno y angustioso a la vez, como sella ventanas y puertas, con el sonido desgarrador de la cita, enciende el gas y se sienta plácidamente a que le llegue el gran sueño, perturbador; La cena de Pearl y Arthur, con Renata y Flyn, la tensión se masca, la contraposición de caracteres con Pearl es doliente; El epicúreo plano-secuencia de las hermanas Renata y Flyn paseando por la playa, las seguimos a modo de mirones, en la distancia, en primer plano unos juncos y valla que las oprimen, sublime; Durante la celebración en la casa de la playa de la boda Pearl-Arthur, Pearl desbocada baila alegremente, como en realidad es ella, vivaraz, extrovertida y optimista, entonces, sin querer, tira un jarrón de Morandi de Eve, alegoría de cómo el pasado se destroza ante los ojos de las hijas, Joey no se reprime y arremete oral pero violentamente contra ella, la humilla en público, desgarrador momento; Las muchas miradas por las ventanas, como la primera de Renata evocando la niñez, al parecer único memento de felicidad; El estremecedor tramo en que Eve llega como una sombra a la casa de la playa y habla apesadumbrada en la oscuridad con la hija, tras lo que Eve decide que todo se acabó, y se lanza al tormentoso mar, con grandes olas se la traga mientras intentan salvarla, tremebundo; El enervador plano en que las hijas depositan una rosa blanca sobre el féretro de su madre; El plano icono del film, es el final, las tres hermanas superpuestas una a otra miran por la ventana, anhelando la libertad que no hayan, desesperanzador.
Me queda un buen drama que podría haber dado más de sí, si Woody hubiera dado algo de matices y restado sequedad al abrupto film. Fuerza y honor!!!
La ambientación es claramente deudora del realizador sueco Bergman, con movimientos de cámara similares, con composiciones estéticas y estáticas parecidas, con sus sentidos primeros planos de rostros que se superponen, tomas contemplativas, el tema de la exploración de la psique femenina, son marcas de Ingmar, siendo el mayor referente de su filmografía “Gritos y susurros” (1972), aunque paradójicamente Allen dijo que se inspiraba más en el dramaturgo Eugene O’Neill que en el director escandinavo, por lo del espíritu teatral del film.
Momentos recordables: El intento de suicidio de Eve, muy flemático, sereno y angustioso a la vez, como sella ventanas y puertas, con el sonido desgarrador de la cita, enciende el gas y se sienta plácidamente a que le llegue el gran sueño, perturbador; La cena de Pearl y Arthur, con Renata y Flyn, la tensión se masca, la contraposición de caracteres con Pearl es doliente; El epicúreo plano-secuencia de las hermanas Renata y Flyn paseando por la playa, las seguimos a modo de mirones, en la distancia, en primer plano unos juncos y valla que las oprimen, sublime; Durante la celebración en la casa de la playa de la boda Pearl-Arthur, Pearl desbocada baila alegremente, como en realidad es ella, vivaraz, extrovertida y optimista, entonces, sin querer, tira un jarrón de Morandi de Eve, alegoría de cómo el pasado se destroza ante los ojos de las hijas, Joey no se reprime y arremete oral pero violentamente contra ella, la humilla en público, desgarrador momento; Las muchas miradas por las ventanas, como la primera de Renata evocando la niñez, al parecer único memento de felicidad; El estremecedor tramo en que Eve llega como una sombra a la casa de la playa y habla apesadumbrada en la oscuridad con la hija, tras lo que Eve decide que todo se acabó, y se lanza al tormentoso mar, con grandes olas se la traga mientras intentan salvarla, tremebundo; El enervador plano en que las hijas depositan una rosa blanca sobre el féretro de su madre; El plano icono del film, es el final, las tres hermanas superpuestas una a otra miran por la ventana, anhelando la libertad que no hayan, desesperanzador.
Me queda un buen drama que podría haber dado más de sí, si Woody hubiera dado algo de matices y restado sequedad al abrupto film. Fuerza y honor!!!