Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Drama. Intriga Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a Inglaterra, a la mansión de Manderley, residencia habitual de Maxim. La nueva señora De Winter se da cuenta muy pronto de que todo allí está impregnado del recuerdo de Rebeca. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
203/08(24/12/13) Brillante debut de Hitchcok en Hollywood con el megalómano productor David O. Selznick, es un sugestivo drama psicológico basado en el libro homónimo de Daphne Du Maurier de 1938. El orondo realizador demuestra su maestría con un desarrollo atractivo en el que juega con el espectador, en el marco de una obra rebosante de goticismo y mezclando géneros de modo equilibrado.

El guión es de Joan Harrison, pulido por el premio Pulitzer Robert E. Sherwood (‘Los Mejores Años De Nuestra Vida’), se basan en una adaptación del libro de Philip MacDonald y Michael Hogan, muy fiel a la novela, pero obligados a cambiar algo importante por mor de el Código de Producción de Hollywood (spoiler). Toca con pericia drama, misterio, romance, celos, necrofilia, lesbianismo soterrado, intriga, complejos de inferioridad, la obsesión mórbida o la inocencia. Hitch es fiel a la novela en el atrayente inicio, un brumoso prado de la campiña inglesa, avanza la cámara un neblinoso bosque, sobreimpresionado el título, ‘Rebeca’, acaban los títulos y aparece la luna medio-escondida tras nubes nocturnas, en un travelling la cámara cruza una verja de hierro, de fondo la voz en off de Joan Fontaine con una frase mítica <Last night I dreamt I went to Manderley again> (<Anoche soñé que volvía a Manderley>), se interna en un sendero serpenteante abandonado, Joan nos cuenta su sueño, y admiramos las ruinas de una mansión, visión siniestra, para retroceder en el flash-back que es la historia. El guión juega con mordacidad con la dualidad de las 2 Sras. De Winter, la Segunda (Fontaine) no tiene nombre, desposeída de personalidad, busca su sitio, intenta usurpar un lugar que no le corresponde, es apocada, inocentona, asustadiza, timorata, y está Rebeca, su nombre resuena como una tormenta por toda Manderley, un eco atronador reflejado en la omnipresente R, presencia nula en cuanto a imágenes, pero constante en el espíritu colectivo, mujer descrita como hermosa, fría, sofisticada, autosuficiente, elegante, pérfida, personaje presente por medio de la visión que proyectan quienes la conocieron, consiguen que casi la veamos cual fantasma, Colosal este modo de afrontar Hitch un personaje ausente, su aura envuelve la cinta haciéndolo el más importante del relato sin aparecer.

Es una cinta partida en 3. En la primera en Monte Carlo el tono navega entre la comedia sofisticada y el romanticismo, un amorío rápido entre un pomposo aristócrata inglés y una asistente de una ricachona. Lo mejor aquí es un diálogo revelador de la personalidad de él y de ella: Ella <Ojalá hubiera un invento que embotellase los recuerdos y no se esfumasen, y cuando yo quisiese abrir la botella y revivirlos>….Él <A veces en esas botellas hay demonios que asoman cuando más quieres olvidarlos>. El segundo tramo comienza con la llegada a Manderley en que Alfred crea al más grande protagonista de un film sin aparecer, ni tan siquiera su imagen en una foto, pero su hálito sobrevuela cada fotograma, presente por toda la mansión, su espíritu asfixia a la Segunda, Manderley es Rebeca y Rebeca es Manderley, en este tramo el tenebrismo, la claustrofobia psicológica y el cuasi-terror con ecos a Edgar Allan Poe lo inundan todo. En el tercero cae en una investigación policial ramplona y que es la parte más floja del film, con un giro final cogido con pinzas. Para Hitchcock su film tenía 3 estilos literarios, cuento de hadas romántico, cuento de misterio e intriga, y cuento policial.

Laurence Olivier borda su rol de noble gélido, atormentado por un fantasma del pasado, altivo tipo que parece ni sentir ni padecer, arrogante de sofisticado comportamiento, solo en el tramo final deja entrever emociones, brillante contándole a la Segunda lo que le pasó a Rebeca, expone lo gran actor que es. Selznick impuso a Laurence Olivier con el que ya había trabajado en ‘Cumbres Borrascosas’ (1939). Joan Fontaine da con el carácter apocado de su rol, emite ternura, delicadeza, cariño, fragilidad, insignificancia, inseguridad, complejos por estar fuera de lugar, maximizado por el ingenioso recurso de despojarla de nombre para anularle la identidad, estremecedora en la escena que Danvers la conmina a lanzarse al vacío. Para su papel Olivier trató de imponer a su esposa Vivien Leigh, había trabajado con Selznick en la grandiosa ‘Lo que el viento se llevó’, el productor eligió a una desconocida Joan, tenía 21 años, prácticamente única americana en el reparto, además de teniendo en contra a Olivier hacia que Fontaine se sintiera extraña entre el equipo con lo que remarcaba la sensación de estar fuera de sitio que anhelaba Hitch. Fontaine es el apellido que su madre utilizó en su periplo como actriz, se llamaba realmente Joan de Beauvoir de Havilland, hermana de Olivia De Havilland, enemistadas desde la niñez, y con una rivalidad enconada.

Uno de los pilares sobre los que se sustenta la espectral Rebeca es la escalofriante actuación de Judith Anderson, fuerza arrolladora con Imperial carisma, villana aterradora por su poder de acomplejar y empequeñecer, su lenguaje corporal acongoja, achica, dotada de penetrante mirada, no parpadea y fulmina. Hitch le da un toque tenebroso, vestida de impoluto negro hasta los pies, siempre cogiéndose las manos en pose monacal, no se le ven los pies en la mayoría de escenas para instalarnos la diabólica sensación de que cuasi levitando, nunca se le ve entrar en las habitaciones, para imprimirnos que se materializa de la nada. Incluso hizo un trabajo de iluminación específico para ella, contrapicada y luz que aumentaba su demoniaca sombra. Hitch le regala una situación que no estaba en el libro, cuando le enseña a la segunda Sra. De Winter el Impresionante dormitorio de Rebeca y le muestra de modo turbador la lencería mimándola, diciéndole que fue hecha por monjas de clausura, esto atomiza la impresión de lesbianismo y necrofilia de la Sra. Danvers, explotando con sutilidad su retorcida personalidad... (Continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow