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Voto de TOM REGAN:
5
5,4
5.352
Aventuras. Drama. Fantástico
Pete Sandich, un temerario piloto que se dedica a la extinción de incendios, muere en acto de servicio tras salvarle la vida a un amigo. En el cielo, se encuentra con un ángel femenino que lo conmina a regresar a la Tierra para proteger la vida y convertir en un experto piloto al novato Ted Baker. El único problema es que Ted está enamorado de la antigua novia de Pete. (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
152/09(13/09/19) Fallido drama romántico de Steven Spielberg, inane, ligero, de hondura nula, y cayendo en lo cursi en muchos casos. Remake del film de 1943 “A Guy Named Joe” (en España titulada “Dos en el cielo”), guionizado por el gran Dalton Trumbo, ambientado durante la Segunda Guerra Mundial, siendo un producto de propaganda de guerra. La principal alteración de la película de 1943 es la configuración de la WWII a la de una operación moderna de lucha contra incendios aéreos. La película, sin embargo, sigue la misma trama básica: el espíritu de un piloto experto recientemente muerto es mentor de un piloto más nuevo, mientras lo ve enamorarse de la novia que dejó atrás, nombres de los cuatro personajes principales de la película anterior son todos iguales, con excepción del personaje de Ted Randall, se llama Ted Baker en la nueva versión, y el apellido de Pete es Sandich en lugar de Sandidge. Spielberg y su guionista Jerry Belson, retoman este argumento de corte sobrenatural, narrada en tono de comedia dramática, trasladando la historia a finales de los 80, tiene como protagonistas a un grupo de ex pilotos convertidos en bomberos aéreos que se dedican a apagar incendios forestales. Relato con notorias influencias del film de Howard Hawks “Solo los ángeles tiene alas” (1939), donde se trataba la fuerte amistad masculina en el marco de un grupo de aviadores que se dedicaban a repartir paquetes en lugares inhóspitos. Se tratan temas como la pérdida, el pasar página (al parecer esto influenciado por el reciente divorcio de Spielberg de Amy Irving), la solidaridad, el altruismo, pero en un marcado tono sensiblero y maniqueo, no hay frescura más que en el prometedor arranque (con esa chispeante química screw-ball entre la Hunter y Dreyfuss), pero tarda poco en caer en una historia de fantasía que te deja frío. Destaca sobre el naif argumento las escenas de aviación (aunque en algún caso híper-realistas en el modo en que los hidroaviones pueden chocar con árbles en vuelo y no pasar nada), y las actuaciones de una eléctrica Holly Hunter, y a modo de despedida Audrey Hepburn en su última aparición en un largometraje a sus 60 años, murió cuatro años después.
Tiene un prólogo a modo de guiño spielbergiano a su “Jaws”, y es que esa tranquila pareja de pescadores en un botecito que son asustados por un enorme hidroavión que recoge agua junto a ellos, no puede verse por menos que un emulo del tiburón blanco que acosa a incautos en las playas de la Amity Island. Luego tiene un sugerente inicio con la presentación de protagonistas en este aeropuerto de bomberos forestales, mostrando su lado salvaje en vuelo, y posteriormente la compenetración entre Holly Hunter y Richard Dreyfuss es formidable, con réplicas y contrarréplicas constantes, con un regalo incisivo (un vestido blanco que parece otro guiño spielbergiano al que llevaba en el tramo final de “En busca del Arca perdida” Karen Allen), lucha de sexos que promete algo bueno, desgraciadamente es un falso espejismo, pues tarda poco en caer en lo sentimentaloide, en lugares comunes rebosantes de tanto azúcar que debe estar prohibida su visión a diabéticos. Donde las dosis de humor (lo de que tiren el sucedáneo de “apaga fuegos” sobre el instructor Al Yackey es de un humor inteligente genial. Lo dicho es ataque de cinismo!) no provocan más allá de una mueca.
Con una representación del cielo un tanto kitsch, con un bosque quemado y en medio un especie de pequeño oasis verde con un arbolito, donde cuando llegas lo primero que te hacen es cortarte el cabello (¿?), teniendo (se agradece) como maestra de ceremonias a Audrey Hepburn como Hap (de blanco, con suéter de lana, y pantalones), que alecciona al recién llegado en su función redentora de ángel de la guarda, guiando a su protegidos insistiéndole en algo (¿?). Para en su misión el protagonista caer en mil y un tópicos sin que llegue a tocarte la fibra (por lo menos a mí). Y es que todo se siente sin profundidad, muy superficial, tanto que su metraje termina por hacerse tedioso. En la película original los protagonistas se sacrificaban en combate, se sacrificaban por amigos acosados por enemigos, pero aquí los riesgos son por apagar incendios, con lo que los niveles de intensidad resultan mucho más bajos y artificiosos.
Holly Hunter como Dorinda, controladora de tráfico aéreo, es la luz de este film, radiante en su rol de extrovertida, vibrante, muy expresiva, derrochando vitalidad, coraje, brillante. Una pena que su papel esté al servicio de un producto tan insípido; Richard Dreyfuss como Pete Sandich cumple sin poder hacer mucho con un rol un tanto plano de Pepito Grillo, que solo se eleva al inicio con la gran mezcla que hace con la Hunter; John Goodman como Al Yackey, el mejor amigo de Pete, vuelve a dar una lección de actor grande infravalorado; Brad Johnson como Ted Baker, hace su debut en un largometraje, y demuestra que es un actor plano, apocado, un galán definido por el personaje de Dorinda, “Es tan hermoso que se parece a alguien que gané en un sorteo”, pero aparte de su porte queda un intérprete mediocre que las décadas posteriores lo han colocado en medio de la nada; Sobresale la presencia de Audrey Hepburn como Serafín del cielo, dota a su rol de placidez y gracilidad, con ese cuerpecito enjuto y de apariencia frágil que desprende ternura en cada mueca de sonrisa, maravillosa.
Tiene un prólogo a modo de guiño spielbergiano a su “Jaws”, y es que esa tranquila pareja de pescadores en un botecito que son asustados por un enorme hidroavión que recoge agua junto a ellos, no puede verse por menos que un emulo del tiburón blanco que acosa a incautos en las playas de la Amity Island. Luego tiene un sugerente inicio con la presentación de protagonistas en este aeropuerto de bomberos forestales, mostrando su lado salvaje en vuelo, y posteriormente la compenetración entre Holly Hunter y Richard Dreyfuss es formidable, con réplicas y contrarréplicas constantes, con un regalo incisivo (un vestido blanco que parece otro guiño spielbergiano al que llevaba en el tramo final de “En busca del Arca perdida” Karen Allen), lucha de sexos que promete algo bueno, desgraciadamente es un falso espejismo, pues tarda poco en caer en lo sentimentaloide, en lugares comunes rebosantes de tanto azúcar que debe estar prohibida su visión a diabéticos. Donde las dosis de humor (lo de que tiren el sucedáneo de “apaga fuegos” sobre el instructor Al Yackey es de un humor inteligente genial. Lo dicho es ataque de cinismo!) no provocan más allá de una mueca.
Con una representación del cielo un tanto kitsch, con un bosque quemado y en medio un especie de pequeño oasis verde con un arbolito, donde cuando llegas lo primero que te hacen es cortarte el cabello (¿?), teniendo (se agradece) como maestra de ceremonias a Audrey Hepburn como Hap (de blanco, con suéter de lana, y pantalones), que alecciona al recién llegado en su función redentora de ángel de la guarda, guiando a su protegidos insistiéndole en algo (¿?). Para en su misión el protagonista caer en mil y un tópicos sin que llegue a tocarte la fibra (por lo menos a mí). Y es que todo se siente sin profundidad, muy superficial, tanto que su metraje termina por hacerse tedioso. En la película original los protagonistas se sacrificaban en combate, se sacrificaban por amigos acosados por enemigos, pero aquí los riesgos son por apagar incendios, con lo que los niveles de intensidad resultan mucho más bajos y artificiosos.
Holly Hunter como Dorinda, controladora de tráfico aéreo, es la luz de este film, radiante en su rol de extrovertida, vibrante, muy expresiva, derrochando vitalidad, coraje, brillante. Una pena que su papel esté al servicio de un producto tan insípido; Richard Dreyfuss como Pete Sandich cumple sin poder hacer mucho con un rol un tanto plano de Pepito Grillo, que solo se eleva al inicio con la gran mezcla que hace con la Hunter; John Goodman como Al Yackey, el mejor amigo de Pete, vuelve a dar una lección de actor grande infravalorado; Brad Johnson como Ted Baker, hace su debut en un largometraje, y demuestra que es un actor plano, apocado, un galán definido por el personaje de Dorinda, “Es tan hermoso que se parece a alguien que gané en un sorteo”, pero aparte de su porte queda un intérprete mediocre que las décadas posteriores lo han colocado en medio de la nada; Sobresale la presencia de Audrey Hepburn como Serafín del cielo, dota a su rol de placidez y gracilidad, con ese cuerpecito enjuto y de apariencia frágil que desprende ternura en cada mueca de sonrisa, maravillosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La producción tuvo lugar en el noroeste de Montana en el Bosque Nacional Kootenai, con algunas escenas filmadas en Libby y sus alrededores. Unos 500 de sus residentes fueron reclutados para la película como extras para actuar como bomberos forestales. Las escenas en las que el avión vuela sobre el lago al principio y aterriza en el lago al final de la película fueron filmadas en Bull Lake, al sur de Troya. Las escenas ambientadas en "Flat Rock, Colorado ", fueron filmadas en y alrededor del aeropuerto de Ephrata en el este de Washington. La escena donde Pete y Hap están caminando por el campo de trigo fue filmada en Sprague, al suroeste de Spokane, donde pasaron dos semanas filmando en junio. Se utilizaron imágenes de los incendios de 1988 del Parque Nacional de Yellowstone para las secuencias de incendios; Mencionar el “leit motiv” del tema “Smoke gets in your eyes” escrito por Jerome Kern.
Spielberg confió que mientras hacía Jaws en 1974, él y Dreyfuss habían intercambiado bromas de A Guy Named Joe, considerado una película de guerra "clásica", que ambos querían rehacer. Dreyfuss había visto el melodrama de 1943 "al menos 35 veces". Para Spielberg, quien recordó haberlo visto de niño a altas horas de la noche, "fue una de las películas que lo inspiró a convertirse en director de cine", creando una conexión emocional con los tiempos en que su padre, un tiempo de guerra veterano de la fuerza aérea había vivido.
“A Guy named Joe”, fue el título de un guión que escribiera Dalton Trumbo en 1942, basado en una historia de Chandler Sprague y David Boehm. Bajo la dirección de Victor Fleming, el guión fue rodado como aporte a la propaganda que se reclamó a los estudios cinematográficos durante la Segunda Guerra Mundial, y por tal razón, la película hace un exagerado encomio de la fuerza aérea estadounidense, al tiempo que nos cuenta una simpática historia de amor con elementos sobrenaturales, teniendo como eje central en ambas líneas, el propósito de la libertad.
Spielberg vio por primera vez A Guy Named Joe como un niño suburbano. Más tarde recordó que "fue la segunda película, después de Bambi, la que me hizo llorar. No entendía por qué lloraba. Pero lo hice". Mientras filmaba a Jaws, el cineasta emergente descubrió a un compañero devoto en su estrella Richard Dreyfuss. Ambos grandes admiradores de Spencer Tracy (Tracy interpretó a "Joe" en el original) Dreyfuss bromeó diciendo que si Spielberg alguna vez lo rehacía, tenía que interpretar el papel principal. Spielberg comenzó a jugar seriamente con la noción ya en 1980, conservando el título original de la película y, en los años siguientes, avanzó a través de 12 borradores del guión. Más tarde dijo: "Creo que todo se redujo al hecho de que realmente no estaba listo para hacerlo". Una observación inteligente, porque en ese momento Spielberg simplemente no era lo suficientemente maduro como para dar la base emocional que necesitaba.
En conjunto me queda un olvidable minutaje, intrascendente y sin poso alguno. Fuerza y honor!!!
Spielberg confió que mientras hacía Jaws en 1974, él y Dreyfuss habían intercambiado bromas de A Guy Named Joe, considerado una película de guerra "clásica", que ambos querían rehacer. Dreyfuss había visto el melodrama de 1943 "al menos 35 veces". Para Spielberg, quien recordó haberlo visto de niño a altas horas de la noche, "fue una de las películas que lo inspiró a convertirse en director de cine", creando una conexión emocional con los tiempos en que su padre, un tiempo de guerra veterano de la fuerza aérea había vivido.
“A Guy named Joe”, fue el título de un guión que escribiera Dalton Trumbo en 1942, basado en una historia de Chandler Sprague y David Boehm. Bajo la dirección de Victor Fleming, el guión fue rodado como aporte a la propaganda que se reclamó a los estudios cinematográficos durante la Segunda Guerra Mundial, y por tal razón, la película hace un exagerado encomio de la fuerza aérea estadounidense, al tiempo que nos cuenta una simpática historia de amor con elementos sobrenaturales, teniendo como eje central en ambas líneas, el propósito de la libertad.
Spielberg vio por primera vez A Guy Named Joe como un niño suburbano. Más tarde recordó que "fue la segunda película, después de Bambi, la que me hizo llorar. No entendía por qué lloraba. Pero lo hice". Mientras filmaba a Jaws, el cineasta emergente descubrió a un compañero devoto en su estrella Richard Dreyfuss. Ambos grandes admiradores de Spencer Tracy (Tracy interpretó a "Joe" en el original) Dreyfuss bromeó diciendo que si Spielberg alguna vez lo rehacía, tenía que interpretar el papel principal. Spielberg comenzó a jugar seriamente con la noción ya en 1980, conservando el título original de la película y, en los años siguientes, avanzó a través de 12 borradores del guión. Más tarde dijo: "Creo que todo se redujo al hecho de que realmente no estaba listo para hacerlo". Una observación inteligente, porque en ese momento Spielberg simplemente no era lo suficientemente maduro como para dar la base emocional que necesitaba.
En conjunto me queda un olvidable minutaje, intrascendente y sin poso alguno. Fuerza y honor!!!