55/19(31/03/13) Entretenida cinta de acción, un ágil, imaginativo y violento ejercicio de estilo, con algunos defectos pero que apunta maneras, con el tiempo se ha convertido en film de culto, una irreverente sátira sobre los justicieros vengadores. Es la ópera prima del también guionista Troy Duffy, que tardó nueve años en volver a dirigir, fue la secuela de esta. El escenario es Boston (aunque se rodó casi en exclusiva en Canadá), en los bajos fondos viven los dos hermanos de origen irlandés, los McManus, Connor (Sean Patrick Flanery) y Murphy (Norman Reedus), con fuertes vínculos religiosos y paradójicamente pendencieros, trabajan rutinariamente en una fábrica cárnica, tras una disputa cruenta con unos sicarios rusos tienen un revelación mística por la que se sienten Los Elegidos para limpiar la ciudad de escoria y corrupción humana, emprenden la misión de exterminar violentamente a los malhechores, para ello tienen la ayuda de un amigo, Rocco (David Della Rocco), tras de ellos va Paul Smecker (gran Willem Dafoe), un inteligente e intuitivo detective de la policía. Con esta simplista base se desarrolla un trepidante thriller con aroma a pulp, destilando asimismo un aire a Tarantino, hay que tomarla como un audaz comic, con hilarantes escenas de acción, con desternillantes coreografías de tiroteos, con un uso hiperrealista de la violencia más atávica, con un gran montaje, un manejo emocionante de la cámara lenta, una singular utilización de la música mezclando clásica con pop, esto aderezado por un aura religioso-católica bastante cínica. Su mensaje reaccionario cuasi-fascista en el que la ley no es capaz de impartir la justicia y debemos ser nosotros mismos los jueces y verdugos, con la Ley del Talión como fin, no debe tomarse en serio, es solo una película como era la notable ‘Harry el Sucio’, es un pasatiempo muy ameno, con personajes bien construidos. Los actores son un gran acierto, Sean y Norman bordan sus roles con una gran química, arrollan con una desbordante vitalidad, pero el que se sale es un Willem Dafoe que se nota se lo ha pasado de fábula haciendo un cruce entre Sherlock Holmes y Priscilla Reina del Desierto, una sobreactuación operística que le viene muy bien al tono de la obra, le da un toque de auto-parodia muy humorístico. El relato posee algunas secuencias para el recuerdo, rodadas con imaginación, lo de que se vean primero la escena del crimen con los muertos para después en flash-backs veamos lo sucedido, esto crea una enérgica intriga, el sumun de esto cuando Paul cuenta cómo cree que ha sucedido un brutal enfrentamiento, la escenificación la vemos con Paul en medio como maestro de orquesta, Paul parece entrar en éxtasis mientras lo relata, los tiros le rozan, también reseñable es la secuencia de la matanza de rusos en la habitación de hotel, delirante. Desde luego que no es redonda, tiene defectos, sobre todo cuando pretende ser profunda, le falta aún más valentía a la hora de reírse de sí misma, los abusos de la violencia mezclándola con los Santos Vengadores no se pueden tomar más que como un pulp. La gestación y rodaje de la cinta mereció un documental (‘Overnight’) por lo tormentosa que fue, Troy Duffy muestra que podría dar mucho de sí, el problema fue su singular auge y caída de este peculiar director. Duffy era un camarero que tras ver un robo en la calle se le ocurrió un guión, lo escribió en 1997 y fue un bombazo, los hermanos Weinstein con Miramax y New Line Cinema se peleaban por quedárselo, lo veian como el nuevo ‘Pulp Fiction’, Miramax se lo quedó y le ofreció a Duffy dirigirlo, los Weinstein por sus ideas lo veían como el nuevo Tarantino, le dieron 15 millones de dólares de presupuesto, pero todo se fue al traste por el choque de egos entre Duffy y los Weinstei, desechando estos el guión y pasando el proyecto a una productora indie, recortándose el dinero a la mitad, Duffy al terminar de filmarla estaba pletórico, al tener que distribuirla coincide con un tiroteo de varios muertos en USA, las distribuidoras eran reacias a mostrar tanta violencia, pasando sus proyecciones en salas a ser escasas, derivando en llegar con rapidez a los videoclubs y a la venta de Dvds, paradójicamente en estos medios fue un éxito rotundo. El relato hay que tomarlo como una caricatura de thriller, un producto divertido y banal sin trascendencia, con un Willem Dafoe impresionante. Como curiosidad señalar la underground aparición de dos estrellas del cine porno, Ron Jeremy y Jeanna Fine. Fuerza y honor!!!