Parece que los planes de pensión de Stallone no eran tan fructíferos como el actor del morro torcido esperaba, porque ahora va y le da por resucitar antiguas glorias, primero fue "Rocky: la última", luego "Rambo" y dentro de poco será "Cobra", que personalmente, es el que más me gusta de todos. Como Sly es un tipo que por lo general es demasiado cutre para caer mal, no nos importa pagarle los viajes del Inserso de nuestro bolsillo, así que parece que el revival va dando sus frutos y la nueva de "Rambo" ha conseguido un éxito más que potable, con lo que en años venideros quizás podremos disfrutar a tope de las nuevas versiones de "Máximo Riesgo: Furor bajo el hielo", "Cop Land II: la masacre", la continuación de "Daylight" y quién sabe si el director's cut de joyas como "¡Alto! O mi madre dispara" o (permitidme soñar despierta), "Juez Dredd".

En atenta espera al advenimiento de semejantes hitos cinematográficos, se puede ir abriendo boca con "Rambo IV", peliculón donde los haya, en cuyo inmejorable inicio nos encontramos al héroe enzarzado en combate singular con una virulenta cobra tailandesa. Por supuesto, no hace falta decir quién gana. Este prólogo no sirve para mucho más que para ver que Rambo, nuestro Rambo, no ha cambiado. Ni una arruga de más altera su inmaculada jeta, tersa a fuerza de estiramientos quirúrgicos y años y años de no mover ni un solo músculo facial.

Para iniciar la acción, porque hay que poner alguna excusa, llegan unos misioneros y le proponen a Sly que les lleve en su barca a Birmania, el típico polvorín sangriento en los que siempre acaba enredado nuestro gladiador de la jungla. A partir de ahí, el guión, como dice mi cuñado Dani, cabe en un post-it. Lo que nos importa del tema es: Sly sigue estando cachas, mueren un porrón de Malos y salen escenas con ballesta y granadas a cascoporro ¿Para qué más?.

Sin duda "Rambo" constituirá una experiencia deleitosa para los fans de la saga y para los que no...bueno, siempre les quedará McLane.