"Momo" es un intento, más o menos afortunado, de llevar una de las más evocadoras historias de Michael Ende a la gran pantalla y aunque el balance resulta positivo, con más aciertos que fallos en la adaptación, lo cierto es que es de estas películas que en general tienden a dejar frío al espectador, ya sea éste un niño o un adulto. Quizás en parte, la culpa es de una dirección tan correcta como vacía de emociones: las aventuras de Momo en su lucha contra los hombres grises carece de la magia y del sentido de la maravilla que rebosaba el original literario, pues el trabajo de Schaaf deviene en átono y sin sentimiento al tratar de contener en estrechos márgenes la fantasía desbordante del hombre que escribió sobre el poder de la imaginación como nadie ha vuelto a hacerlo nunca.

Aun así, no se le puede reprochar el buen gusto a la hora de plasmar escenas como la de la espeluznante muñeca parlanchina, los niños jugando a ser piratas en un barco imaginario o el encuentro de Momo con el Maestro Hora y su cámara llena de relojes. Ni dejar de hincar la rodilla ante la superlativa banda sonora a cargo de Angelo Branduardi, una preciosa fabulación onírica cuya belleza trasciende la gelidez de las imágenes y se prende para siempre en la memoria.

Acaso el principal fallo sea el quedarse en un territorio de nadie entre cine infantil y cine fantástico de signo más adulto. Pero a pesar de todo, tiene la suficiente fuerza como para merecer la pena el rescate de nuestros recuerdos más remotos.