La impresión que tengo después de acabar de ver "Distrito 9" es la de que estoy ante un patchwork en el que algunas piezas están muy bien bordadas y otras son una auténtica chapuza. Es cierto que "Distrito 9" exige al espectador una enorme fe en lo que está viendo: tanto, que para disfrutar de sus virtudes hay que perdonar unos defectos bastante notorios. Pero luego, repasando un poco lo que he visto, me he dado cuenta de que estaba utilizando una perspectiva equivocada, así que he decidido pasar por alto estos defectos.

¿Merece la pena perdonarlos? No lo sé. Depende del umbral de tolerancia a lo inverosímil que tenga cada uno. Si entras en la película con el pie derecho, aun percatándote de todas sus inconsecuencias, disfrutarás mucho. Aunque esté calificada de ciencia ficción, lo cierto es que tiene mucho más en común con el thriller de acción futurista que con el género que vio nacer a "Metrópolis" o "Blade Runner". Por tanto, que nadie espere grandes diálogos, personajes profundos o verosimilitud en la narración, porque esto no va de hacer "2001, odisea en el bichario" ni lo pretende. Pero ¡ojo!. Que tampoco es "2012". Aquí hay alma. El escenario es interesante. El protagonista es un ser bastante pringado y cobarde. La historia está trabajada en su humilde registro. Es artesanía, no fábrica.

Lo mejor: que los efectos especiales son modélicos (ni desorbitados ni cutres) y que se utilizan exactamente cuando tienen que utilizarse. Nada de Michael Bay por aquí, nada de Roland Emmerich por allá. Comparar esto, como he leído por ahí, con "Independence day", una de las películas que con peor gusto utiliza sus recursos visuales y que argumentalmente además no tiene nada que ver, me parece una barbaridad. Ah, sí que como en la película de "Independence day" también aparece una nave nodriza flotando sobre una ciudad, ya son la misma película. En fin...