La pirita es un mineral que se compone a partes casi iguales de azufre y de hierro y cuyo aspecto de caras metálicas y doradas la convierte en una prima hermana, casi idéntica a la vista, del oro: por esta razón, a la pirita se la conoce también como "oro de los tontos".

En "La fuente de la vida" hay mucha pirita que parece oro. Cuesta distinguirla porque también hay vetas de oro auténtico y en un primer vistazo, casi parecen formar un todo. A medida que avanza la película, sin embargo, los dos materiales empiezan a disgregarse el uno del otro, a ser fácilmente distinguibles. De manera inesperada, todo parece conducir a una conclusión redonda: la veta maestra.

Pero hay que armarse con picos, ya que la veta está enquistada en lo más profundo de esta película, película extraña, imperfecta, herida de muerte por sus propias pretensiones, oro, pirita, llámalo x: material estelar incandescente que transido por su propia naturaleza de inabarcable, se desangra por mil heridas. Y lo poco que queda, es la polvareda que levantan a su paso las obras maestras que podrían haber sido y nunca fueron.

Todavía no he decidido si esto es una ida de olla ridícula pegada a una historia maravillosa o una historia ridícula pegada a una ida de olla maravillosa. Sea lo que sea, que cada uno saque sus conclusiones.