Por lo que leo en otras críticas, este tipo se ha ganado con los años la admiración de un nutrido grupo de admiradores. Mis mayores respetos para ellos. Personalmente, la pretendida colonia de lujo de este individuo no me parece sino meliflua insensatez. Como de todo tiene que haber en esta vida, seguiré leyendo el resto de las críticas positivas por si alguna me alumbra algún destello de lucidez en la, en mi humilde opinión, mayor insensatez desde "Corazón salvaje", cuyo director, David Lynch, ocupe el trono bicéfalo junto con el ínclito Malick en la lista de los farsantes más siniestros de la historia del cine.

Como siempre tropezamos en la misma piedra, y en aras a no cerrarse en banda a pesar de desilusiones pretéritas, me decidí a dar una nueva oportunidad a quien, al fin y al cabo, había hecho algo de cierto mérito con "La delgada línea roja". La verdad es que tras "el árbol de la vida" (para colgarse de él, cabría añadir) mi predisposición no era obviamente la mejor, a pesar de que, en previsión de lo posteriormente confirmado, albergara la débil esperanza que la sola visión de Olga Kurylenko me permitiera soportar sin excesivos bostezos el, para más inri, excesivo metraje del desaguisado.

Efectivamente, la ventaja de ser un "genio del arte" es que te permite realizar tropelías sin el menor recato ni justificación. Lo sorprendente es que semejante cine resulte rentable y admiro a los productores de un esperpento que, eso sí, al ahorrarse por completo el guión no debe ser muy costoso, y que parece encaminado a encadenar una serie de escenas inconexas donde la música y la poesía de saldo se mezclan en una confusa ceremonia dirigida a exasperar al paciente espectador.

La sinopsis habla de un escritor frustrado (¿Cómo lo saben? ¿En qué onírico desfile de paisajes de Oklahoma se desliza tan subliminal apunte?) que se debate, entre 2 amores a cual más insulso y reiterativo, entre apariciones tan fantasmales como el personaje de Bardem, la italiana desquiciada o la niña ni fu ni fa. El despropósito catatónico se enmarca, eso sí, entre preciosistas imágenes de tonos rojizos cuyo valor parece a todas luces reconocido por la parroquia de Malick. A mí me ha pillado muy mayor, me temo, para apreciar el lirismo falto de contenido y de la más mínima emoción tangible. Porque ni los lienzos en blanco son arte ni el emperador desnudo llevaba un traje nuevo.

Así que aviso para navegantes con insomnio severo. Allá cada uno con el uso de su tiempo. Por cierto, ¿cómo se puede hacer una crítica con "spoiler" cuando no hay absolutamente nada que desvelar????