Al empezar a ver Gummo me pareció la típica película con la única intención de provocar al espectador, un gato muerto por aquí, unas tetas adolescentes por allá... pero a medida que iba avanzando la película me iba introduciendo en su mundo de escenas surrealistas, salvajes algunas (sin llegar a ser una película explícitamente salvaje en ningún momento).

Impagable el chaval joven haciendo pesas con unos cubiertos enganchados con tira adhesiva, desagradablemente interminable la chica depilándose las cejas.

Roy Orbison nunca sonó mejor que acompañando a los dos "protagonistas" mientras disparan al gato que han estado buscando las hermanas durante la parte final de la película.