¡Pero que poco justos sois criticando esta serie! Si bien es cierto que alcanza niveles de frivolidad no aptos para todos los públicos, es inmensamente divertida y a mi personalmente, me transmite muy buen rollito. ¿Estoy mintiendo? La vida de estas cuatro amigas neoyorkinas me resulta fascinante, lejos de envidias. Siempre ocurre lo mismo, cuando una gran serie o película es mitificada tendemos a catalogar a quienes la ven. Quiero decir: ¿Te gusta Sexo en Nueva York? Entonces eres frívola y superficial. Creen que por que te guste, quieres ser como alguna de sus protagonistas y se equivocan. No entro en la serie, la disfruto desde mi sofá y la disfruto mucho, además. La brevedad de los capítulos acelera mi pasión por saber más sobre sus días, sobre su forma de entender las relaciones y todo lo que viene después de estas. Es decir, me fascina a nivel espectador-espectáculo, independientemente de sí usan Manolos o beben Cosmopolitan. Me gustaría lo mismo si se tratase de cuatro españolitas en el barrio de Lavapiés.

Así que, por favor, vamos a dejarnos de tonterías. No tachéis de frívolos si vais a serlo vosotros primero.