Termino de verla. Me deleitó.
La actriz Yolande Moreu se perdió en el personaje al dotarlo de tal autenticidad que uno solamente ve esa apariencia, la de Séraphine.
Puede que haya tics que los muy entendidos detecten, por el contrario y para mi alegría, me encontré espiando un retazo de la vida de una persona en sus circunstancias, poco importa que haya sido real o no.
El cine es también esto, una ventana para espiar como viven los otros, cuánto misterio encierran los humanos.
El director supo dar a cada cuadro la sencillez aparente de cada encuentro humano, nada sorprende demasiado, hasta tiene un desarrollo lento, pero va alimentando la curiosidad de seguir mirando.
Un deleite, en estos tiempos de imágenes rápidamente cambiantes que pretenden decir mucho, pero en realidad solo logran sucederse unas a otras. Aquí uno tiene tiempo de reflexionar sobre lo que está viendo, como si desde algún rincón en las sombras y sin participar, también estuviera en las circunstancias.