La dificultad que se autoimponen los gurús de la producción animada acaba por generar productos tan desconcertantes como este.

Por un lado, dicen, deben explicar historias emotivas, por el otro con personajes reconocibles, y que tengan potencial de merchandising, y que sean varios protagonistas, y que alguno sea un animal, y que salgan niños, y nieve, y que tenga aventura, y que tenga drama, pero que no sea dramática, que tenga personajes para las niñas, que tenga.... Y en 3D. Pues eso.

Al final, con tanto listo hablando en los estudios, los artesanos, los guionistas, los directores, hacen lo que pueden. Hemos llegado a un nivel tan alto en las películas de animación por ordenador que llegar a él se antoja cada vez más complicado y el riesgo de fallar estrepitosamente es cada vez más cercano.

Y por ahí deambula esta, con hallazgos llenos de buen gusto y sabiduría, otros puro marketing impuesto, lugares comunes, lugares imposibles, momentos de belleza máxima, otros de fealdad preocupante y, por medio, una narración que se encuentra atada por todos los lados y que no puede seguir su impulso natural. El resultado es un caos más o menos agradable, no muy coherente, que te deja con un regusto final turbio pensando que centrándose más en lo esencial les hubiera llevado mucho más lejos.

Demasiada pirotecnia fútil.