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España España · Barcelona
Voto de Redelbe:
9
Drama Drama sobre la Iglesia de la Cienciología. Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un joven vagabundo, se convierte en su mano derecha. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas. (FILMAFFINITY) [+]
5 de enero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble propuesta. En muy contadas ocasiones una película consigue abstraerte de la coordenada tiempo con la intensidad y naturalidad que consigue hacerlo esta. Paul Thomas Anderson ya está más allá de la narrativa convencional y, sin justificarse en ningún momento, presenta un hipnótico retablo de frescos llenos de belleza, humor y humanidad.

Es un film tan directo, tan pulido de paja, tan limpio y tan sencillo en sus intenciones que costará de digerir a profanos y de comprender a muchos conocedores despistados de la obra del director, tan partidario y buen usuario hasta ahora de la simbología, los referentes y los criptogramas. Quedan sus habituales aproximaciones monolíticas, sus encuadres enmarcados en triángulos masónicos, sus numerologías, pero más como sello personal identificable y juego que no como recipientes de un significado mayor necesario.

'The master' no quiere acercarse ni por asomo a la épica de la absoluta 'There will be blood', es más, se antoja que acaso Anderson navega en dirección opuesta: minimalismo en la forma, grandeza en las intenciones. Y sin duda la apuesta le ha salido a la perfección.

Lo que ves y oyes es lo que hay. Te lo suelta en la cara. No lo interpretes, pues es lo que es. Está llena de una espléndida belleza formal y compasión para todos los personajes, de humor cruel y divertido, de una profunda visión de lo humano llena de patetismo, azar, zozobra y sinsentido. Así ha visto siempre la vida este autor tan genialoide y genial, tan megalománo, tan necesario; y ahora no ha cambiado. Lo que evoluciona a la velocidad de la luz es su cine, lejos ya de la ampulosidad adrenalítica y un punto pedante de 'Boogie nights' o 'Magnolia'. Está claro que se produjo una inflexión con su anterior film.

Ahora Anderson transmite una calma y una confianza en sí mismo tales que le sobra todo aquello que no sea estrictamente necesario. Da la impresión de que si lo estimase conveniente podría narrar en negro, o sin actores, o sin guión... Se ha demostrado que puede hacer lo que le dé la gana, y lo hará sentando cátedra, en una filmografía que se intuye que será esencial para entender la historia contemporánea del cine.

A sus pies y gracias.
Redelbe
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