La fórmula Tom Cruise, sumada a un planteamiento biográfico en modo ‘rise and fall’, más el supuesto atractivo de estar basada en un hecho real no consiguen que ‘American made’ funcione. No funciona principalmente porque la situación entorno a la cual gira todo el argumento se alarga demasiados minutos; demasiado metraje lleno de avionetas de aquí para allá, con el único reclamo de subir cada vez más ‘las apuestas’.

Cruise se esfuerza por meterse en papeles un tanto más complejos que el ‘habitual héroe sin matices’, pero con Barry Seal nunca se llega a empatizar del todo, ni tampoco los secundarios destacan especialmente.

Doug Liman sigue puliendo su estilo, cumpliendo narrativamente y jugando efectivamente con las lentes, pero depende demasiado de la historia para lucir.