Coproducción a tres bandas: Alemania, Estonia y Finlandia, basada en personajes reales y que se resuelve de una manera amable. Me hubiese gustado profundizar algo más en la ocupación soviética de Estonia y su estalinización forzosa. Pero este es un aspecto que apenas se toca en la película. En mi caso he tenido que recurrir a fuentes externas para conocer esta parte de la historia de Estonia.
La historia es muy sencilla y transcurre de un modo tan lento que en ocasiones aburre, hasta el punto de que internamente reclamas algo más de acción a las escenas, algo más de vida a los personajes. La pasión del profesor por la esgrima atrapa a un grupo de niños de un instituto soviético hasta el punto de que se crean algunos lazos afectivos entre ellos. Mientras ellos progresan en el arte de ataque y de defensa con los floretes, los malos del régimen soviético persiguen al profesor, queriendo aportar una intriga que no llega nunca.
La historia de amor entre profesores tampoco tiene demasiado recorrido.
Los detalles que me gustaron de la película fueron el sonido, que te hace sentir integrado en cada escena. Y el vestuario, muy escaso y repetitivo escena tras escena, aporta un plus de realidad a unos años difíciles para Estonia.