La película está muy bien contada, pero la historia en sí no me ha interesado nada. El guion profundiza de manera magistral en los vericuetos mentales de una niña que acaba de perder a su madre y se tiene que adaptar a vivir en el seno de otra familia, diferente, que no desconocida. La visualización de todos los sentimientos infantiles es muy buena: la ira, la inocencia, la envidia, la necesidad de cariño, la crueldad, la felicidad. La vida en la masía, la visita de los abuelos, las andanzas por el bosque, el trajín nocturno, también están perfectos. Apropiándome del término de una corriente pictórica, esta película me resulta hiperrealista, un retrato de tu vida, de la de tus hijos, de la de los abuelos tan auténtica, que parece rodada a hurtadillas, sin que los personajes se diesen cuenta de la presencia de los elementos de filmación.
Lástima que la base narrativa me haya resultado ajena, aburrida, carente de interés. Como si estuviese leyendo una tesis doctoral de psicología infantil y el aburrimiento se apoderase de mis pies y me fuese recorriendo hasta alcanzar la coronilla.
Magnífico trabajo de los actores, en especial de las intérpretes infantiles que con la mirada y los gestos, suplen cientos y miles de palabras que se vuelven innecesarias.