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Voto de Ana Isabel:
10
Drama Basada en las memorias escritas por Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt), un funambulista francés que, en 1974, guiado por su mentor Papa Rudy (Ben Kingsley), se propuso un reto nunca antes realizado: recorrer sobre un cable el espacio que separaba las Torres Gemelas de Nueva York. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película comienza con el protagonista, Philippe Petit, hablándonos en primer plano y haciendo uso de flashback, se va intercalando el tiempo presente y pasado del protagonista. Nos hace partícipes de su vida, de su dilema de vida que es que la gente le cuestione su pasión; además, esto lo hace con el uso de la voz en off. El primer plano también nos da pistas sobre su pasión; las alturas. El protagonista es equilibrista pero no se siente así totalmente hasta que no cumpla su sueño o lo que es lo mismo “el gran golpe”. Cuando el primer plano de la película se abre descubrimos, efectivamente, que Philippe está en la antorcha de la estatua de la libertad, a 93 metros de altura, pero es evidente que Philippe es ahí donde más cómodo se siente.

El protagonista nos cuenta la película en primera persona, durante todo el film nos hace partícipes, nos convierte en sus cómplices.

Podemos ver la evolución del equilibrista en su trabajo desde cero hasta que llega el momento de su gran golpe.
El protagonista sabe, como nosotros, que el “gran golpe” es imposible pero en una de las escenas de la película nos dice casi directamente: Es imposible, pero voy a hacerlo. Desde este momento, sabemos que se trata de una persona astuta y audaz.

En el minuto 49:50 hay un plano muy significativo porque aparece un plano secuencia ascendente que comienza por las hileras de árboles a cada lado de la carretera por que avanzan y al fondo de tantos pares de árboles podemos ver las torres gemelas. Esta secuencia es una de las más importantes del film porque nos cuenta la multitud de árboles que ha tenido que superar para su gran golpe final que son las torres gemelas.
La vida del equilibrista transcurre sobre su cable, paso a paso su vida es el cable y la pasión por su profesión. Por este motivo, en el film son, en muchas ocasiones, protagonistas los pies y los pasos; esta es la base de la película porque un paso en falso y se cabo todo, no hay marcha atrás.
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Otro de los momentos muy significativos es en el que el protagonista pierde la ropa justo antes del “gran golpe”, esto parece insignificante pero realmente no lo es. Se trata también la pérdida de su personaje. En mi opinión, aunque nunca se debe dar, es una acción muy necesaria porque con ella el director ha sabido plasmar a la perfección que el artista, en ese plano de evolución que esta Philippe no necesita NADA que le otorgue la figura de artista. Él ya lo es subiéndose a ese cable.

No puedo finalizar esta crítica sin comentar una de las escenas más sublimes de la película, y digo sublime porque es indescriptible de otra manera. Se trata de la coreografía que realiza Phillippe en el cable durante su gran golpe. Recuerda a una bailarina, a un delfín en el momento culmen de su espectáculo, a una mariposa recién salida de su crisálida. Es una escena sublime porque sólo hay aire y el bailarín. Incluso en el fotograma en el que vemos que él pone un pie sobre el cable y otro en el edificio se conjuga un plano impresionante desde mi punto de vista en el que recuerda a la definición exacta de lo sublime con la obra del pintor romántico, Caspar David Friedrich en El caminante sobre el mar de nubes (1818). Asimismo, el discurso que se produce, tanto visual como el que escuchamos por la voz del artista hace que la escena se magnifique todavía más si puede. Y, por supuesto, vemos la huida más elegante y a la vez más frenética de la historia del cine. Una huida que enlaza con el lenguaje del protagonista y resalta que sólo y únicamente él es el que sabe dialogar con ese lenguaje artístico; su lenguaje.
En este otro fotograma podemos ver los primero pasos del protagonista en su gran golpe. Una visión de su paraíso, únicamente nube y su cuerda; eso es lo único que él necesita.

La película finaliza, como es evidente, en las alturas de las torres gemelas, donde este artista casi literalmente pero también poéticamente se queda a vivir. Y en el último plano fijo apreciamos un plano general de la vista de Nueva York con las torres gemelas más brillantes que nunca porque como dijo Annie: “Phillipe les dio vida”.
La historia está basada en hechos reales, en concreto en la historia de Philippe Petit.
Ana Isabel
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