Cuando la vi hace ahora tres años me agradó, pero no aprecie en ella nada extraordinario, quizás esperaba más de Ang Lee, ahora he tenido la oportunidad de revisarla y me ha gustado muchísimo, no acierto a comprender muy bien como entonces me dejo simplemente satisfecho. Tampoco es tan extraño, pasa a menudo en las películas, tanto en sentido positivo como negativo, la percepción de lo que ves va mucho en función de tu estado de ánimo, o del momento concreto que estás viviendo.
Lo cierto es que me parece una película excelente que nos regala momentos de cine extraordinarios, en algunas escenas se palpa la emoción, en otras el desasosiego, también la incertidumbre, en fin muchos de los sentimientos que ya espero hallar en una cinta. Excelente ambientación, magnifica la puesta en escena, elegante, serena, con una actriz principal bellísima, que además realiza una extraordinaria interpretación. Y qué decir de Tony Leung, su ya extenso bagaje habla por sí solo, aquí en el papel de hombre duro, seco, pero también sensible.
Es posible que su metraje sea excesivo, a mi desde luego en ningún momento se me hizo larga, aunque admito que se podía condensar un poco más, también he oído que algunas escenas están algo subidas de tono, no estoy de acuerdo, me han resultado muy placenteras y pienso que necesarias para captar ese amor que va creciendo sin pretenderlo, sin desearlo, para ella es una misión, para él un objeto de deseo, pero el creador, la naturaleza, o quien sea, no nos concedió la facultad de mandar en el corazón, menos mal, y este a menudo nos juega malas pasadas. Su corazón traiciona a sus objetivos y es muy hermoso contemplar como lo hace. Lee filma además en excelente final, algo como la tozuda realidad se encargar de demostrar, nada sencillo de conseguir.